domingo, 5 de julio de 2020

La piel de un secreto


Somos colinas de arena ignorantes del viento.
Nuestra madre y abuelas, cerros más altos, nos bañan con su sombra;
impiden que por encima de ellas nos asomemos.
A contraluz, su sonrisa se dibuja tenue, al tiempo que
con el dorso que no vemos, salvaguardan nuestra endeble estructura,
jamás puesta a prueba por tempestades que llegan de lejos.

Somos colinas de arena ignorantes del viento.
Nuestro padre y abuelos, de la misma masa, nacidos del mismo ruedo,
crecen hasta que el mar se los concede y luego caen de vuelta al suelo.
Ahí el mar los baña, los entierra, los disuelve en su oscuro firmamento.

Somos colinas de arena ignorantes del viento.
Hasta el día que sin ellos, sentimos el frío de una ráfaga,
viniendo de atrás del horizonte a golpearnos la cara, a esculpir nuestro silencio.

Somos colinas de arena ignorantes del viento.
Hasta que aprendemos que el único secreto legítimo,
es la inocencia de quien aún no se sabe ignorante de esto.