jueves, 28 de noviembre de 2013

En el andén (II)


Aferrado a la maleta, esperando a que llegue la calma a recogerlo.
Pasan vagones repletos de lunáticos que no permiten nuevos pasajeros.
Hace tanto que nadie baja las escaleras a la plataforma que nadie sabe si ya es tan tarde que se hace de noche o de día.
En la única banca hay dos en un beso eterno. Se niegan a viajar sin la garantía de su comodidad.
El aguante se me escapa y sólo pretendo que al final me quede el miedo suficiente a la mediocridad como para brincar a las vías.

martes, 26 de noviembre de 2013

Mancha de plastilina


Acostado en un rincón de la sala, hacía tiempo que no almorzaba.
Las ambulancias pasaban al alba y cuando menos despierto estaba, juraba que entonaban su nombre.

Cerca del control remoto tenía su pistola.
La empuñaba para sentir el peso. Le apuntaba a los conejitos que brincaban a través de la pantalla.
El helado derretido llegaba hasta la alfombra, el tenue napolitano entristecía el lugar.
A partir del torbellino hacía demasiado calor afuera para el frío que se sentía por dentro.
A veces la tele pasaba canciones que lo hacían sentir joven. Las dudas era lo que más extrañaba de aquella etapa cargada de errores.

De noche imaginaba mariposas; no son invisibles, tan sólo muy negras.
Hinchado en estática esperaba la visita de alguien cada mañana.
El revoloteo se iba esfumando y los cuervos jamás regresaron.

El hermano cuatro de siete, casi muerto en la estancia, aún no guardaba rencor, ignoraba el dolor que en su interior aullaba.
La paciencia malvada lo dejaba seguir siendo; las nubes en cántaros de lágrimas se desgajaban pudiendo hacer nada.
En su inmóvil existencia se escondía un poder maravilloso. Los más disconformes afirmaban haberlo visto.

La artrítica luz tropezaba en bandazos a través del cuarto, pudorosa cubría con el humo los vacíos de fluido luminoso.
Él la observaba, sin confesar su asombro pero dejando que la sal bañara sus pómulos.
El mango de la pistola, ahora cochambroso de helado esperaba su turno.
El índice apunta y el pulgar cual martillo, le dispara a un rayo de luz. Lo libera de su prisión física.
La partícula de luz ya no tiene que iluminar a cada lugar que va. Ahora tiene una elección.
En su indecisión se evapora, así nos esfumamos todos.
Con la prisa que una vaca aguarda a la siguiente mosca, con la cara contra el piso él respira.
Le permite al escandaloso mundo exhibirse por la ventana.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Asepsia


Sobre una moneda cada cierto tiempo pasa un rayo de luz neón.
Nadie sabe qué hora es ni cuánto tiempo tuvo que pasar para que se pudiera dar dicha situación.
Todos creen que la suerte es el presente pero de todos los pasados, el futuro que se deja venir sin duda ha sido el peor.
Reglas, horas, crímenes, drogas, la cárcel, la prisa, las deudas y la perra e intrínseca aburrición;
todo tan moderno que huele a neutro, a impecable, a ésteril;
nada muere donde nada nace,
no hay días si de cualquier interruptor se despierta al sol,
todo tan deprisa que ya muy pocos recuerdan que
sobre una moneda cada cierto tiempo pasa un rayo de luz neón.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Bφrrφn


I waste so much time trying to belong to this world.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Sentiens


No importaba que fuera de noche y que las cortinas estuvieran cerradas, aún con los párpados sellados sentía como un injustificable resplandor me solicitaba que tuviera miedo. Abrí los ojos de nuevo. El inerte ventilador que me vigilaba desde el techo era parte de la seca bienvenida de éste pueblo fronterizo. Una ventana demasiado cerca de la cama me permitía olfatear un ansioso aroma que ondeaba por los pasillos del hotel.
La agonía que se estira por horas con los ojos cerrados de pronto se entremezcla con las mismas pesadillas. De los males más inexplicables, el insomnio no es más que un grandísimo auto sabotaje de la mente. Se alimenta del miedo, de las dudas, de la frustración. Crece contra la voluntad de la víctima pero con su plena ayuda.
De pronto ya estaba soñando que tenía insomnio y que yacía resignado en el mismo hediondo cuarto de hotel al cual había llegado horas antes. En el escenario onírico me puse de pie. Llevaba horas queriendo tomar un trago de agua de la llave y en mi sueño intuí que podría ejecutar el impulso. Sin embargo, antes de enderezarme, los músculos se congelaron. La presencia que se apoderaba de mi y me inyectaba de escalofríos en las noches de peor cansancio me abrazó por completo. Atrapado entre el gélido lecho y esa pesadez impalpable me puse a temblar. Mi consciencia terrenal entendía lo que estaba sucediendo y sufría cada segundo como sí durara una eternidad. En cambio, mi consciencia del inconsciente, ésa que gobernaba el destino del sueño saboreaba en actitud masoquista la frustración que sentía cada centímetro de mi encarnación verdadera. Sentir en un solo cuerpo frente al mismo impulso tanto dolor como satisfacción es la apertura de una escalofriante grieta de la cual se escurre el miedo más oscuro.
Logré despertarme en el sueño más no en la realidad. Una vez despierto, aunque haya sido en falso, la mente humana no es capaz de percibir la diferencia dimensional. Los desgarres que acontecen en las pesadillas son vividos, sufridos y entendidos como hechos reales. El poder omnipresente del surreal inconsciente se hace del poder contundente y físico del mundo real.
En aquel cosmos paralelo caminé al baño y tomé agua del grifo. Al voltear noté que las botellas llenas de agua estaban en el piso, a un lado de la cama. Yo no las había visto. Yo no las traje al cuarto. Yo sabía que este mierdero hotel no las había puesto. Y supe que alguien más había estado ahí; quizás todavía estaba.
Tanto en la tierra como en los sueños, el ruido de los coches pasando a toda velocidad por la calle era el recordatorio de las amenazas que podían llegar de afuera. Pasaban a toda velocidad sin alcanzar a iluminar la calle que desgastaban.
Parado debajo de un marco sin puerta que separaba el baño de la habitación oí el primer grito. En el cuarto contiguo, una voz conocida gritaba con dolor y pedía mi ayuda. Escuché mi nombre con desgarradores llantos ser implorado. Me quede quieto, aterrado.
Luego, sin derecho a sospecha supe que venían por mi. ¿Cómo escapar de una pesadilla de la cual ya despertaste? ¿Cómo pedirle a tu cuerpo que rechace la realidad a la que ya pertenece? Corrí a la cama y me acosté tieso. La misma nata de luz que no provenía de ningún lado se colaba por debajo de mis párpados.
Los torcidos sujetos, incapaces de razonar por tantos químicos ingeridos se detuvieron afuera de la ventana que daba al pasillo. En el filo entre ambos lados de la cortina dejaba ver las siluetas mal dibujadas sobre el vidrio esmerilado. La urgencia de dormir para escapar de dicho universo se interrumpía con los gritos que llegaban del cuarto próximo.
Mi estado onírico y mi cuerpo verdadero vivían la misma urgencia. El primero por dormir y el otro por despertar. La efectiva amenaza de un pueblo inhóspito y caluroso me alcanzaba a agredir desde un impredecible universo con ganas de acabar conmigo. Ignoro si la muerte en los sueños significa el cese a la vida física; pero no se trata de sólo seguir respirando. Lo que está en riesgo en estas noches no es la vida. Es el juicio.
Cuando mi mente y mi cuerpo se abandonaban alcancé a verte. Pensé tus ojos y me dejé aplastar. Con la mirada te hice saber el poder infinito de un instante unidos.
Cerré los ojos.
Los abrí.
El ventilador seguía inmóvil.
Inhalé profundo. El agrio insomnio seguía ahí.
Esperé por horas a que la luz verdadera se asomara por la ventana. Desconfié durante toda la oscuridad si era necesario despertar una vez más.
Sin haber desempacado regresé a ti.

Breach of Dust


What does it mean to feel so clear-minded in the age of confusion?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Barriendo los huecos con palabras


Se me va a acabando el aliento y me voy quedando callado.

Los fantasmas están por volver.

¿Se acordarán de mí?

¿Tropezaré algún día con esta polvorienta voz?