Entre pupitres.
Entre curules.
Entre butacas.
Entre lugares del camión.
Entre cubículos.
Entre asientos del avión.
Entre multitudes, como guajolotes degollados, sin dirección.
Voteándo a todos lados para ver si hay alguien más que tampoco entiende. Lo peor no es sentir que nos falta un rumbo más claro, sino ver que todos caminan tan decididos hacia esquinas o paredes.
Burocracia.
Contaminación.
Ignorancia.
Flojera.
Los cuatro caballeros negros del apocalypsis personalizado llegan por debajo de la puerta, pasan por delante de la tele y se plantan sobre la cama para hacerte saber que hoy no es tu día.
Palestina.
Kurdistán.
Salvador.
Liberia.
Tibet.
Haití.
Iraq.
No ofrecen salida posible. No hay solución visible; y no porque no se pueda, sino porque desde acá lo único que dan son dolores de cabeza y ennegrecen el noticiero (cuando un peso menos en el dólar es motivo de alzar los brazos).
...ellos vienen...y con ellos todos nos vamos...los cobardes suficientemente valientes para aceptarlo se quedan...los más cobardes se mezclan entre el resto...
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