domingo, 23 de enero de 2011

Güin



Los juguetes de hoy todos necesitan pilas. Ya nadie quiere más modelos de tela y alambre como antes. Las luces y botones de la nueva camada tienen mucho de atractivo, y eso son y de eso viven: atención. Antes, entre baúles y literas, era otra cosa.

Si queremos encontramos el amor en la basura, cuando otros juran que los foquitos fundidos son responsabilidad de la fábrica. Y hoy, buscando mi ojo de botón entre escombros y muñecos con telarañas, me topé contigo. Tenías zurcos de lágrimas en tu máscara de polvo. Uno que otro rayo de sol se escapaba entre las grietas, pero al final nadie más se preguntaba donde estábamos. Para cuando te encontré ya me tenía que haber ido, así que ya nos estábamos arrancando el uno del otro antes de poder regalarnos. Como todos, primero asumimos que el problema es de uno y cuando me alejaste dudé sobre quién yo era. Pero ahora que te abrazo tan profundamente y tus pequeños ganchos se atoran en mi pelo enmarañado entiendo porqué lo hacías.

Aún así más vale dejar la piel, sea de alambre o de trapo, con los que son como uno. Lo que tú me arrancaste, en plástico se resbala. Y cada encuentro me llena más de peluza, me peina las fibras y me hace sentir nuevo. Qué importa si somos una línea descontinuada cuando podemos sentirnos nuevos todos los días y encontrar lo bonito donde otros ni se asoman por andar cazando las lucecitas.

A oscuras, despeinados y algo rotos nos entendemos y queremos más que nunca.

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