martes, 8 de febrero de 2011

Corazón no tiene Sinónimos





Miike, una liviana nube de antimateria, flotaba sin rumbo. Los destellos que iluminaban pequeñas áreas del universo le llamaban tanto como la profunda oscuridad del mismo. Su corazón, una bola de cristal, bailaba entre la nube creando efectos prismáticos siempre que Miike estuviera cerca de una fuente de luz. Fue así que un día Anya lo divisó.
Ella, un neutrino esplendoroso de milenios de existencia, se acerco lentamente a Miike. Las reglas físicas del universo quedaron atrás en el instante de Anya y Miike se envolvieron en la misma estela. Entregados al placer del encuentro, ambos, entes sin memoria, no conocen la presión del tiempo. Pero poco a poco Anya se fue aproximando al corazón esférico de Miike. Con el empuje que definía su trayectoria desde hace miles de años, Anya se fue recubriendo cada vez más de la luz que emitía el corazón cristalino.
Anya, que no necesitaba de tener memoria para saber que era la primera vez que estaba cruzando la inimitable esencia de otro ente, quedó absorta. Si hubiera tenido lágrimas las habría dejado ir todas. Si hubiera podido hablar habría dicho el poema más bello jamás pensado. ¡Si hubiera podido morir! Si hubiera podido morir habría escogido aquel instante para morir sonriendo. Pero nada de eso era posible y lo que pasó que fue el pequeño neutrino tembló y testereó su impecable trayectoria que llevaba ocurriendo por una eternidad.
Anya estuvo en Miike. Anya presenció lo intacto, lo irresoluto, lo perfecto. Y Anya, cambiada para siempre, pasó de Miike y empezó una nueva vida no como si hubiera vuelto a nacer, sino como si hubiera elegido vivir.
Miike, perforado y sin cicatrices para sentirse más fuerte, se quedó atónito frente al infinito. Anya estuvo en él, pero el no estuvo en Anya. La impotencia establecida en su corporeidad le recordó que él no había sido elegido para injerirse y mezclarse con lo más sagrado. Su corazón de cristal siempre ocuparía el mismo espacio y ni toda su antimateria podrían hacer algo al respecto. Su corazón de cristal no estaba hecho para amar, sino para ser amado. Donde la física no llegaba, la antimateria se dolía. Miike serpenteaba su camino y las sombras y las estrellas adornan su paso.

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