sábado, 30 de abril de 2011

Umpálido Intenso


Me desperté temprano y salí al parque a caminar. Con un cordón y mis fantasmas, hice un papalote que me acompañara mientras me repetía a mí mismo lo bien que estaba todo.

Cuando el viento parecía llevárselo, jalé duro para no dejar ir mi errático papalote.

Recogí mi enredo y volví a casa.

Cuando volví, el benevolente sol ya estaba escondido y las amargas sombras volvían a ensuciar mi calle. Tu estabas esperándome. Tus dudas de mí día y mi mirada sosegada dejaron entrar la infelicidad al cuarto.

Por primera vez noté los barrotes en la ventana. Y me odié a mí mismo por tenerte a tí, con ese vestido de flores, como compañero de celda.

Las sombras y la asfixia habrán de hacernos viejos en tan unos minutos. Cualquier sonrisa que esbocemos mientras es aún más dolorosa porque su pureza es caduca. A escondidas me quito las lágrimas de los ojos.

Y me encantaría que fueras mejor mentirosa.
Y que yo no tuviera que suspirar a escondidas.

Nos quedan segundos antes de que el torbellino invisible convierta nuestras ilusiones en incipientes rencores.

Notas de piano aisladas suenan en mi cabeza como réquiem de lo que ya nunca podremos ser...

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