Lo móvil inmóvil que me emputa y me fascina al mismo tiempo.
Tu impactante estatua que nos regala inspiración e indignación por igual.
Lo dócil que nos enternece, ultraja la libertad.
Para que un ojo ajeno pudiera presentarnos; primero te tuviste que haber ido.
Y te llevaste el calor campesino.
Porque en esta sala fría todos te admiran pero nadie te extraña.
El héroe que le grita al cielo mientras el rifle resbala de sus yemas.
El patiño heróico, que se vuelve estrella al tejer ambos mundos.
Y esta dimensión tan moderna que se atasca en el fango de los miedos...
Se atasca porque ya nadie corre de cara al viento hacia la boca de un enemigo que exhala balazos.
Porque ya nadie arriesga su anonimato por darle un nombre a los que tienen mucha cara y poca suerte.
Porque ya nadie escucha las historias que llegan con el amanecer y casi luego luego se van, peinadas por el viento.
Tú tan quietecito que te tachan de farsa y yo con tantas patrañas que por más que me muevo regreso a este momento.
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