miércoles, 24 de diciembre de 2008

Todo lo que nunca quise Ser




I.
Domen es un pueblo con una población que no rebasa los doscientos habitantes. El poblado más cercano a Domen esta a varias horas de trayecto en auto, ni hablar de lo que uno se tardaría a pie. Clima árido (aunque es azotado por lluvias fuertes en el verano), parte de una nación tercermundista con gobierno pseudo-totalitario, practican el trueque con un par de pueblos y su unidad de intercambio más importante son unas pequeñas figuras de bejuco que sirven como amuletos, esperanza de vida de cincuenta y ocho años y 100% de analfabetismo. Un analfabetismo recalcitrante al grado de que los caractéres de cualquier alfabeto no representan para ellos algo más que un garabato hueco. Las letras, en Domen, no tienen razón de ser. No existen porque su presencia únicamente estorbaría.
Los doménicos, gente reservada, si llegan a tener la necesidad de comunicarse, lo hacen por vías orales; y cuando lo hacen es siempre en presente. El tiempo en Domen no tiene rangos perpetuos e infinitos; sin registro de los hechos ocurridos en épocas ancestrales el pasado nunca abarca más de un año y algunos meses. Respecto al futuro es aún peor, el contacto con el mundo exterior es prácticamente nulo. Sólo un par de hombres van una vez al mes a pueblos vecinos para conseguir las proviciones que no existen en Domen. Con gente que nace y muere sin haber salido en su vida del pueblo y siendo un pueblo olvidado por el mundo entero, la necesidad por hablar en futuro es prácticamente nula (o tal vez un mecanismo mental para evitar la desesperanza).

II.
"Reclama tu pedazo de futuro!" gritan los edecanes, lo afirman los actores indignos en la televisión, lo reparten en miles de folletos en semáforos, plazas o bares, el centro de convenciones tiene una manta de varios metros cuadrados que dice lo mismo. Kyrian esta de gala porque la convención de nuevas tecnologías llega el día de mañana. Una convención que viene dándole la vuelta al mundo y ofrece a pequeñas metrópolis la oportunidad de entrar en contacto con tecnología punta de lanza. Obviamente hay detractores que la señalan como un acto publicitario por parte del gobierno y que la convención es una inversión inútil y un acto del rutinario malgasto del herario público. Desconfianza, indiferencia, euforia, intriga, a final de cuentas todos hablan sobre lo mismo, lo que varían son los tonos en las charlas.
Un repartidor de folletos a la salida de un centro comercial, cansado de rogarle a la gente que tome uno decide terminar su turno antes y abandona el lugar en cuestión. Pasa frente a un bote de basura y ahí avienta varios cientos de folletos sobre la convención, tantos que muchos quedan a la merced del viento que no tarda en volar unos cuantos al piso. Una familia de turistas, compuesta por los padres y el hijo pasa por ahí y el curioso infante levanta el folleto. Lo guarda en el bolsillo del pantalón y olvida deshacerse de él. Días después cuando se vuelve a poner esos pantalones y se da cuenta que sigue con el folleto el ya esta en una tienda de autoservicio en las afueras de Kyrian, pues su viaje por todo el país continúa. El niño deja el papel en una repisa en la tienda y deja el lugar.
En la noche el encargado del lugar recoge el folleto, ignorando por completo su contenido y lo deja encima de una mesa llena de basura funcional que nadie nunca toma en cuenta a menos que sea para quejarse del mugrero que hay en esa mesa. El encargado le pide a la cajera que para el final del día quiere esa mesa vacía, no le importa si tira todo o se lo queda pero que no pueden seguir estorbando diario. Escasos minutos antes de que termine su turno en la caja llega un camionero a pedirle instrucciones para llegar a Itlag. La cajera es originaria de Itlag así que se suelta a explicarle con lujo de detalle pero ve que no le entiende muy bien el chofer. Decide dibujar un mapa y a falta de papel a la mano se asoma en la mesa de los estorbos y encuentra un papel en buen estado, toma el folleto y lo dobla para apuntar en el área menos impresa su mapa a Itlag. El chofer lo agradece, compra un par de gaseosas y abandona el lugar. La cajera termina su turno y tira todo lo que queda en la mesa al bote de basura.
El chofer maneja toda la noche y al día siguiente en la madrugada, cuando supuestamente ya estaba cerca de su destino no encuentra el mapa que le había dado la cajera. Maneja un par de horas sin rumbo, pero antes de perderse aún más decide pararse a preguntar. Ya tenía una ruta bastante desviada pues para a preguntar en Domen, cuando se baja a preguntar el papel, que se encontraba entre la puerta y el asiento se cae a la calle de terracería. El chofer después de preguntarle a varias personas y con severos problemas de comunicación, logra entender cómo retomar la ruta y llegar a su destino. Agradece la ayuda del viejo que le explicó y parte.
El folleto esta tirado justo en el límite del pueblo de Domen.

III.
Es domingo a medio día. El calor tiene a todos ya sea en sus casas o en la cantina de Doña Erme. Sólo el loco del pueblo esta rondando las calles en busca de comida y uno que otro niño patea algún envase para pretender ser futbolista. David, un niño sumamente mediocre para los deportes, se aísla de los otros niños. Su incapacidad para jugar se debe sobre todo a que tiene una miopía severa que nadie en Domen toma en cuenta porque la miopía, para empezar, no tiene significado ahí. Nadie es capaz de detectar un mal desconocido. Así que David trata de estar todos los días a la altura de sus actividades con el 60% de visión, pero los deportes ya es demasiado. Así que David merodea las cuadras tratando de moverse de sombra en sombra. El folleto lleva ya varias horas dando pequeños saltos de tres o cuatro metros con la ayuda del viento. En algún momento el aire levanta el folleto y este planea directo a los pies de David. David esta sentado en la banqueta pensando en las gallinas de Abu cuando lo sorprende el folleto. Lo toma con sus manos y lo ve con curiosidad.
"Reclama tu pedazo de futuro", en ningún momento algo de lo que ve tiene sentido para David. No puede afocar correctamente caractéres que el en su vida había visto. No sabe leer, ni siquiera conoce la idea de palabras escritas. Tiene en sus manos un pedazo de papel imposible de interpretar y además fuera de foco. Lo ve por unos minutos, trata de buscar alguna figura entre tantos caractéres pero al final concluye que lo que tiene de bizarro lo tiene de aburrido.
Duda si guardarlo en su bolsa, lo deja a su lado por unos instantes. De pronto escucha que los niños ya vienen pateando el envase por la calle de atrás, mejor irse antes de ser molestado. Se para y continúa su merodeo por las calles de Domen, dejando atrás el folleto. Un par de cuadras más adelante se acuerda de él y se soprende de lo que le sucedió. Arque las cejas pensando en lo inusual que fue el ver ese folleto pero no queda lo suficientemente intrigado como para volver por él. Los mismos tiempos que maneja el lenguaje del pueblo lo llevarán a olvidar el evento próximamente.
El folleto permaneció ahí el resto de la tarde. Por la noche voló un rato más y terminó en una zanja. La lluvia en el amanecer se encargó de perforar el folleto y de sumirlo entre la maleza.

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