miércoles, 8 de julio de 2009

El que se ensució más es quien platica de la fiesta.



"Buffalo buffalo Buffalo buffalo buffalo buffalo Buffalo buffalo."


La capacidad de expresar por medios que no presentan posibilidades de mensaje. ¿Porqué extraño motivo codificar nuestras viscerales ganas de explotar es tan atractivo? Encontramos en la ambigüedad mucho más que un juego. La usamos para crear puentes mentales que nos permitan evitar el choque con nuestros propios principios. La maleamos de tal manera que al final, ella misma se ambigüa y parece que nadie entiende; pero todos saben lo que queda roto detrás de la malla de confusión.

Los que jugamos a pinchar la vida, casi siempre lo hacemos de la manera menos artera posible. La contradicción es obvia: ¿para qué pinchar la vida haciéndonos pasar por inocentes? O no la pinchas o la pinchas bien. El poco sentido de la acción hace todavía más absurdo hablar del tema.

La realidad, para los que nunca se acercan a inspeccionarla, es esta constante rígida que sí llega a brillar lo hace científicamente a través de un switch. En cambio, el faltarle el respeto, manosear lo que tenemos en frente, eso hace que las texturas respiren y provoquen lo que se llaman ilusiones ópticas. Qué soso es darse cuenta que las ilusiones, con movimientos impredecibles y cautivantes, son la realidad valiosa; mientras que lo que en sí es real es sólo un espejo de tiempos pasados, inmóviles.

Codificar, parece ser, es un impulso por recrear lo que nos atrae por su vitalidad. Lo primitivo, lo incomprensible, lo que ebulle desde nosotros, lo envolvente. La ambigüedad que expresa es el viaje desde nuestra racionalidad hasta el llamado de la naturaleza. Todos llegamos allá más viejos, con muchas experiencias y pocas ganas de volver.

No se ve hacia atrás del camino porque lo que valía y lo que no, ya lo llevamos impregnado. Más bien seguimos avanzando, llevándonos los unos a los otros mediante las cicatrices compartidas. Y al final se pretende arrivar a la ambigüedad que al estar 100% codificada regrese al punto de ser una dualidad vital.

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