lunes, 21 de diciembre de 2009

Lo único que no sé es qué esperar


Tengo 33 años y más seguido de lo que uno se imagina lloro en la regadera.

Hay veces que es de día, hay veces que es antes de dormir. No importa mucho porque la poca luz que hay siempre es constante. Las pocas veces que he llorado fuera de ahí siempre es algo decepcionante. Supongo que tendrá que ver que en la regadera las lágrimas se mezclan con el agua y logrando que las emociones fluyan mucho más fácil. Tal vez es por eso. O porque cuando uno llora en público hay un porcentaje del acto que se vuelve actuación. En la regadera todo es más honesto. Hay veces que es con música. La que sea. Nirvana, Radiohead, Eric Clapton, Soda, Silvio, Cocorosie. Da igual. Casi nunca (¿o nunca?) se enteran. Hay rachas, pero la verdad es que lo hago desde que tengo memoria. Llorar en la regadera, je. Suena a pleonasmo. Y, no sé. Por muchos motivos uno se puede desviar de estarse enjabonando a llorar como niño de cinco años siendo alejado de su madre. Yo lo habré hecho por miles. Pero es curioso, el sentimiento al final siempre es el mismo. Haya sido por tristeza, nostalgia, arrepentimiento, compasión o por el simple gusto, siempre en los últimos minutos, uno se ve invadido por esta sensación de que 'así es esto'. De vez en cuando uno se enoja porque no le parece que siempre haya de ser así; otras uno se ve abatido por la conclusión que impera todos los días y es cuando termina escondiéndose de sí mismo en el piso de la regadera. Al final lo que pasa es que no hay mucho que hacer. Cerrar el agua y secarse quizás. Normalmente la toalla se lleva cada gota y también el cúmulo de emociones que se derramaron por la piel.

Ahora estoy fuera de la regadera. Pero me pregunto si siempre será así.

No hay comentarios: