sábado, 9 de enero de 2010

Hasta la Victoria





Ey, Che. Voltea hacia abajo. Acá estoy.

Tu no me conoces pero yo a tí sí. Para tí no es nuevo claro, eres de esa estirpe que conoce a menos de los que lo conocen. Díficil cuando uno no escoge.

¿Cuántas de tus ideas acabaron bien?
¿Cuántas mal?
¿Cuántas terminaron en playeras?
¿Cuántas en tí?

Vas y mueres por nosotros, pero ¿qué no tus hijos también eran de los nuestros? Ernesto el argentino, Che de México en adelante hasta que Ramón buscó la muerte en Bolivia.

Médico de boina.
Filósofo con rifle.
Revolucionario con asma.
Humano de corazón.

Como todos los demás, víctima de tus propias contradicciones; pero afortunado de tener las contradicciones más bellas entre los hombres. Con el rigor del ejemplo y el fulgor de los profetas viviste grandes vidas en 39 años.

Todos quisimos ser parte de la verdadera batalla, aquella que no usa balas. Pero para ser rockstars de la revolución lo primero es nunca desear serlo. El gran vigilante del siglo XX, toda la gente que te faltó en las últimas horas hoy en día no encuentra la manera de seguir luchando por algún ideal. Todos queremos ser el Che. O al menos tener nuestra foto de Korda. Pero nadie pisa el fango. Lo grave es que ya nadie que tiene los pies limpios pisa el fango.


En la recta final, cada día trabajando más por un sueño. La leyenda en vida que camina junto a todos, o más bien, se arrastra entre los pocos que tienen el valor para luchar. Cada vez que alzas el puño al aire, cada victoria, te evaporas un poquito más y te quedas más solo. Por eso no confesaste. Con la piel al revés ya no eras dueño de cada idea que generaste en cada batalla. Tantos libros y al final nadie te conoció.

Y te lo agradecemos, al menos yo sí. Tu sacrificio no fue en vano. Un sentimiento tan sincero y noble jamás es un desperdicio. ¿Cuántos quieren parecerse a tí? Yo no sé. Empiezo a sospechar que lo que tu mirada nos dice es que diferenciarnos de tí es la respuesta. Olvidarnos de frentes que no son los nuestros y lograr la diferencia con los que tenemos en frente. Y ser rigurosos en ese aspecto.
Me parece mucho mejor homenaje que playeras rojas y sombras del pasado.

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