domingo, 23 de mayo de 2010

y negro


Hay veces que creo que ya me morí. Que mi vida cesó y sólo soy una carcasa que sigue con inercia de un pasado bastante más atractivo. Y si ya me morí, ¿para qué hago todo lo que hago? Creo y creemos todos, que tratar de ser una mejor versión de nosotros mismos va de la mano con ser una versión más aburrida de todo lo que podríamos hacer si no apelaramos a nuestro 2.0 recargado y mejorado.
Hay noches que no encuentro el sentido mi muerte, mucho menos en mi vida. Las diferencias son tan triviales. Me recuerda a estas personas que su espectro de la tristeza hasta la felicidad o hasta el enojo es tan corto que nunca sabes bien qué sienten. O más bien siempre sabes. Porque todo el tiempo es igual. Y lo mismo ocurre con los aciertos y los errores, cuando ninguno de los dos genera un eco entonces son lo mismo. ¿De qué sirve hablar tanto? ¿Pensar tanto? ¿Escribir tanto? Palabras que se pierden entre ellas mismas y con todos los libros en este planeta empiezan a valer más como bancos o combustible que página por página. Somos muchos con muchas ideas en demasiados lados como para que nos importe un poco la filosofía individual ajena.
Días que arrancan y terminan, nunca te sentiste realmente vivo. ¿Para que salir de cama si no estamos conscientes de lo que implica? Desazón tan profunda que hasta el suicidio no suena atractivo porque requiere de hacer un esfuerzo en pro de una vida que no funciona. ¿Cual sí? No conozco, y tú mucho menos, una vida que funcione al cien. ¿Cómo es posible que en todo este tiempo hayamos encontrado la manera de hacer calculadoras que no yerran una sóla vez pero la técnica de no ser un infeliz siga en pañales? Aprendemos muchas cosas que se vuelven imprácticas cuando no razón de seguir. No hay sentido, ni hilo negro. Pero peor que eso, no hay motivos suficientes. Ni para seguir así. Ni para dejar de hacerlo.
Hay veces que creo que ya me morí.
Pero no hay muerte para los que nacieron sin vida.
No hay descanso para los que no saben soñar,
y no hay heridas para los que no lucharon.

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