viernes, 21 de febrero de 2014

Amistad Postergada


Cuando más rápido te morías, vivías con prisa todas las horas, ¿dónde estaba yo, amigo olvidado? Tu ropa buscaba pelea, tu mirada sentenciaba. Lanzabas patadas para correr más rápido, para alcanzar a una tarada, a una autoridad mezquina o una puerta violada. Abrazabas en los peores ratos tu miseria. Mucho presumirla para jamás compartirla, me decían.
Antes del amanecer ya la habías engañado. Antes de comer ya te habías olvidado. Todo el tiempo ardías bajo tu piel, insatisfecho, emputado. Ya éramos amigos y no me incitaste. Me dejaste morir de aburrición frente al televisor. Aprendí a pertenecer a familias que no eran mías. Tú despreciabas tu salud y a mí me inyectaban el miedo a la enfermedad. No me atrevo a reclamarte, sólo quiero saber el porqué. ¿Por qué soy de cartón y tú de oxidado acero?
Pateaste al cartel. A la puerta. A las lagañas. ¿Dónde estaba yo, que no fui invitado?
Maldijiste en eructos. Rechazaste las fotografías. Fuiste hostil con los viejos y amable con la mugre. Pensabas en acelerados redobles maneras nuevas para perder la razón. Rodillazos. Alaridos. Polvos y polvitos.
Quisiste morir a patada doble y a matar enviaste tu rencor en noches alcoholizadas. Le gritaste puto al presidente aunque nadie te escuchara. Querías ensobriarte con carne ajena, esa carne firme, inocente y pálida. Insignificabas; dejando a tu torcida libertad salir avante. La barda de mi casa ya no deja ver la calle que hiciste tuya a vomitadas, a cascarillas y a calcinadas siestas. Cada quien tiene su versión sobre tu muerte, todavía hoy me dijeron que te habían visto. Por eso vine aquí, apenado, a cobrarme el tiempo perdido. No quise ser yo, el que aferrado al teléfono no contestó y ahora antagoniza contigo. Tus repetidos errores, que a muchos confundían y a tí te acorazaban, los quiero tarde pero míos. Los quiero verme hacer sangrar. Los quiero ver tatuar la aburrida acera; que cicatrice la ciudad con nuestras fugaces pendejadas. Ahora que estoy yo aquí ¿dónde estas tú, amigo olvidado? O tal vez el olvidado soy yo de mí y tu herrumbrosa memoria nos aplana en la nada.

No hay comentarios: