viernes, 7 de julio de 2017

poder sin podio


Hay que aprender a saber odiarse, un poquito, todas las mañanas antes de bañarse, luego frente al espejo y en ese paréntesis azul que ni es día ni es noche. Odiarse un poco es quererse por las razones correctas. No desperdicie su odio en los demás, dedíqueselo con mesura. Diluya su ego. Fíjese en lo mal que se ve. Hable mal de sí mismo, a solas, en voz alta y con poca ropa. Inhale humo y escupa espuma. Husmee sus pestilencias y reconózcalas en basureros por su barrio. Desconfíe de su autoestima, siempre hambrienta de apapachos. Ódiese en mayúsculas, a oscuras, en llagas por descubrir y en la cara de sus personas más queridas. Ódiese mal, pero sobre todo ódiese bien.

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