martes, 4 de marzo de 2008

Cada vez que mueves los ojos...



Demasiado tiempo para ser vivido por una persona, hemos pasado a ser desperdicios de nosotros mismos. Cada vez que estiramos el alma en busca de contacto la gente huye apenada de haber buscado lo mismo en el pasado, sin haber obtenido fruto alguno. Estamos en la coyuntura de tanta existencia que la respuesta siempre es voltear hacia dentro.
Harto de no ser lo suficientemente entretenido ni para mi propio entender, renuncio a la introversión y me condeno a ser para los demás. No basta con vivir, ser y pensar; hay que ser hacia fuera e invadir los espacios ajenos para que así, tal vez años después de muerto tengamos un chispazo de celebridad en una discusión dominguera. Sin joder a nadie, ayudando a unos cuantos y dedicándole sus buenos ratos a la realización personal podemos fácilmente tener unos últimos días bañados en esa rica melancolía color champaña que nos dice que lo hicimos bien.

El problema viene cuando vivimos a paso de muerte y entre cigarros, coca-kola, gasolina, pantallas y alcohol rara vez da tiempo de alzar la cabeza y admirar lo ocurrido.

No hay comentarios: