miércoles, 14 de diciembre de 2016

laquelaquelmedicoseñale


Porque no siempre se puede ser astuto hay que decir lo obvio, pero tampoco hay que ser repetitivo porque eso aturde y sin embargo, no para todos es obvio. No que por saber lo que es magia negra para los invidentes de lo obvio uno se hace astuto. Así no funciona.
Lo que sí suele ser funcional es ser normal. Para eso hay que intentar vivir la mayoría del tiempo en el mismo lugar. O ser nómadas muy lentos. Como para irse cocinando a sí mismo en una escala de grises, grises personalidades sombría y discretamente agradando -nunca agrediendo- a otros grises. Es obvio y funcional. Ser normal. Pero así no impresiona.
Impresiona ser perspicaz, inteligente, astuto y diferente. Pero muy pocos los hay... o quizás hay demasiados donde uno vive. Para desmarcarse hay que emigrar, cocinarse a uno o de a dos para que lo natural de uno sea claro, que no es obvio y sea simpático, que significa ser grato en lo químico, que está en control de la ciencia del ser: el crecer hacia lo crecido y no lo torcido.
Por eso se educa, se construye, se inventa, se parcha, se compone, se invierte, se adorna, se limpia TODO uno. Es la magia del trabajo, que no tiene truco. Y hay que intentar trabajar, pero antes hay que intentar intentar y antes hay que despertarse temprano para que de tiempo de todo ello. *De labrar la ortografía, el buen aliento, la prudencia, la salud y el dominio de la canción del momento. Mucho se puede hacer por ser mejor y mucho no está siendo hecho en hacer querer a alguien más ser mejor de lo que ya es, no de lo que es para nosotros, sino de lo que es ella o el para ella o el en los ideales que ella o el escogieron imitar de ellas o ellos y crear a partir de los singulares vivencias que ella o el tuvieron con alguien másss.
Se puede, se vale, ¿se debe?, sucede querer ser mejor. Hay canciones, películas, personas, que nos motivan y nos hacer querer ser mejores. De nosotros para nosotros por otros. Y se puede aprender dónde van los acentos, se puede incorporar a la rutina el lavarse los dientes, se puede convencer de tomar más agua y menos cerveza, pero ¿se puede mejorar eternamente? ¿se puede trabajar la disciplina para tener la disciplina necesaria para generar el compromiso necesario para comprometer la disciplina de uno a ser mejor hasta el punto del máximo potencial con el que nacimos?
Porque hay de perfectos a perfectos. Hay de agradables a agradables. Hay de raros a rarísimos. Y de normales a aburridos. La culpa la tienen los papás de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás... y así hasta la culpa de algún mamífero que ¿qué culpa tiene?
La de tenernos no sólo imperfectos sino con capacidad limitada para llegar a nuestro potencial limitado. Somos la versión poco trabajada, ligeramente desordenada de un instructivo mialegría que, en gran medida, es incompatible con su tiempo porque fue programado por los que hoy son ancianos que fueron programados por los ya muertos.
De ahí el querer ser astutos, no querer ser obvios, querer funcionalidad y diferenciación sin el rechazo y la soledad; porque hay que compensar los milenios de todo esto en menos de un siglo y además hay que tener las ganas para pararse temprano a hacerlo.
Por eso el a primera vista, el ideal, el platónico, el imposible, porque sin que nadie lo esté intentando, ni queriendo, ni buscando, uno está con jactante y jugoso orgullo regalando, exponiendo, vaciando, revelando sus vacíos. Que son los que nos llenan. Que son los que motivan. Somos charcos de gasolina en busca de esponjas nada nuevas. Somos discos rayados que suenan a lo que los invita a ser una bocina vieja. Somos mapas con imperios caducos en las manos de analfabetas mocosos que no dejan de ver todos los colores que hay entre océano y océano.
Somos generosos de lo que nos falta y ligeramentemuy egoístas de eso que más amamos, que ya encontramos.
De gris ambición o ambiciones grises, somos obvios, lentamente nómadas y contra nuestra voluntad o intentos, muy astutos.

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