miércoles, 7 de diciembre de 2016

Semirremolque de seis ejes


Cuando me muera, y será de mañana y algo pronto, quiero que me entierren ustedes, los nunca cínicos y perpetuamente chapeados. Sólo pido que encima, como una piñata ultrajada se me vacíe de arroz, embutidos, linternas, bebidas para la seca y bebidas para mojarse; sus libros favoritos que nunca tuve vida para leer a tiempo y sus pelusas de ombligo para llevarlos cerca; un corán, un talmud y una biblia; un mapa de este mundo y otro de un lugar incierto; la correa de mi perro y la madera que sostuvo a ese sillón que me ganó en durabilidad el muy necio; un óbolo bajo la lengua y las gafas oscuras que jamás compré por temor a parecer mamerto; pero sobre todo, quiero una foto tuya para buscarte con ella si llegara a quedar ciego; y un recado dactilar que tatúes a mi tercer ojo, para que aún perdido por la eternidad, tenga la paciencia que me faltó en vida y que me tiene enamorado y muerto.

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