lunes, 28 de septiembre de 2015
La tele rota (bullente y bullicioso)
Tras años de verse obligado a rechazar el impulso natural de voltear en busca de la portería cuando las masas con su intenso aullido vaticinan la llegada del gol, Leonardo aprendió a ver la tele rota.
Podía tararear por horas el scratch de un LP rayado. Los sábados, desde su amarillento traspatio bordeado por edificios ochenteros, se tomaba el tiempo para ver el atardecer reflejado en las opacas ventanas de sus vecinos. El olor a cloro, de cualquier impersonal pasillo, fuera burocrático o de centro comercial, siempre le regresaba ese eterno antojo a migas. Y aunque su necia parsimonia con la que ejecutaba su oficio como guardia del estadio vigilante de las gradas era su rúbrica inquebrantable; Leonardo, cuando más tranquilo y pleno se sentía, era cuando vigilaba a su mujer en la regadera.
Ni bullente, ni bullicioso, apenas sonreía su conquista sobre el mundo que al resto nos gobierna.
Ya adentro
viernes, 25 de septiembre de 2015
Tver Oblast
5,400
En su cabeza se oyen pesadas cuerdas siendo tensadas. Son rollizas sogas amohinadas prohibiéndole al mar el secuestro de un gigantesco cuerpo terrestre. El mar devora, disfruta por igual un cuerpo blando mamiferoide que un bocado de toneladas oxidadas. Por eso su paciencia, por eso ese arítmico pero agradable vaivén de olas. La cuerda, creada para aguantar, no tiene opción más que ignorar el estruendo que el agua detona en las rocas. Lo impredecible de cada ataque, la magia de un espectáculo que hipnotiza tanto a marineros como a viudas en la playa, para el cabo es intrascendente. La misión gobierna a la tensión. La batalla milenaria entre olas y rocas, que cuenta con la veleidosa fortuna como único método para cambiar el rumbo, para esta rígida cuerda es un mero barullo.
A eso le suena la cabeza. El casco ayuda a aturdir la tentación. Las viudas no ponen atención. Los cangrejos llevan charolas con bebidas que no podrían ser tomadas frescas bajo este calor de medio día. La marea se contonea en gigantes banderas de la hinchada. Los niños hacen castillos con su imaginación, jugadas que su ídolo jamás logrará pero que a ellos les da lo mismo. Los que han venido a ver el espectáculo se ponen de pie, ansiosos. El, su propia línea de vida, los ignora. Rumbo al final del encuentro le rosa la brisa de un líquido ataque que ha impactado a otro compañero.
Al final, cero a cero, no se ha perdido nada. Podrá llegar a casa y disfrutar de sus hijos sin tener que prender la tele para ponerse al corriente de otro partido sin partir.
jueves, 24 de septiembre de 2015
luz de sodio
miércoles, 23 de septiembre de 2015
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Sangre Comanche
Tenía la pudorosa docilidad de quien es criado por su madre y abuelas; bajo la sombra muda y cuasi-ausente de su trabajador padre y abuelos. Estos hombres, una vez adultos, si se les incentiva su lado sensible, llegan a ser grandes artistas o padres de familia. Sin embargo, a los reprimidos que se mueven en terrenos mas hostiles, cacerías modernas de traje y corbata, son personas a las que hay que temer. Con tal de compensar su lado más manso, estos individuos son capaces de violar cualquier valor inculcado.
Atrocidades que terminan en vicios, matrimonios truncos o en esa popular violencia patológica.
Bagdad, México
Resulta difícil concebir que el acto más significativo de la vida::la muerte, sucederá de forma gratuita, impensada. ¿Cómo permitir que pase de largo el negro del cual se contrasta el blanco? Sin esa dualidad no se es. Nada. Hasta las rocas tienen una duración definida por la inexistencia que antecede y procede a su paso corpóreo. Lo inerte tiene su vida porque tiene muerte: ese momento donde cesa la presencia.
Y tú, después de todos estos años, ¿te vas a dejar morir por sorpresa?
No hemos de morir sin saberlo, sin ejercerlo, sin interiorizar el vacío que nos corresponde.
Singifiquémonos.
Descargo de responsabilidad al héroe que en vida lleva a cabo tal sobresignificación que la muerte no es su complemento, sino la vida misma: los automanifestados.
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