jueves, 27 de diciembre de 2012

Tu pandero

Me crucé con uno más afortunado que nació con la poesía en su sangre y fue ahí que lo ví joven. Fue ahí que me hice viejo. Errante de tantos mapas, tantas mujeres y tantas familias, te prometí que moriría cuál pandero, como brote de alegría en la melodía que fuera.

Y no sé si hoy sea la noche que cumpla mi palabra.

La Tirada de Cuerito

El trabajará para la Estatal de Luz. Recorrerá la villa y su vida con una pinza amperimétrica en la mano y la caja de herramientas en la otra. Se adornará con una gorra cochambruda de la compañía para tapar la pelona y un cinturón de cuero oculto bajo la barriga. Su mujer repetirá el mismo sandwich cada noche para después guardarlo con las herramientas. Ella tejerá su espera, tarde tras tarde, pensándolo y extrañando a la sobrina que visitará año tras año. El marco en el recibidor lucirá el verano una fotografía de la niña en calzones, por el invierno la tía cambiará el retraro por una de ella con suéter blanco; manías que la vida le irá revelando. El calendario se irá cayendo al piso, como si se hubiera olvidado de ellos. La capacidad de inventar nuevos deseos se irá esfumando, por una larga temporada. Como muchos otros de su generación, se asentarán bajo una insípida capa producto del anonimato cubierto por la radio nacional. La carretera zumbará sus oídos hasta insensibilizarlos.
Y luego, un día no marcado en el calendario, sin aviso pero sin sorpresa, sentirán el fin. No habrá enfermedades, ni promesas de muerte, no habrá ninguna señal para saber que lo que sentirán en verdad les sucedió y no fue un halo supernatural. Pero sabrán que es real: que el desenlace existe. Entenderán que ese cambio es tan relevante como todos los anteriores y todos los que seguirán. Reconocerán cada vez que se afectaron el uno al otro y dejarán correr sus lágrimas al saber que cada ocasión fue única e irrepetible. En la habitación de todas esas noche juntos se mirarán a los ojos, sabiendo la suerte que es el no hablar para comunicarse. Él, que llevará para aquel día varias décadas midiendo la luz, sentirá sus párpados incandescentes contemplar la trivialidad de sus paredes. Aprenderá que el dolor te hace egoísta, y por eso hay que saber cuando sostenerlo, cuando soltarlo y cuando recargarse en el viento.
No les importará rogar, porque sólo ruegan los que no saben pedir. Harán un homenaje a todo aquello que no lleva palabras. Vivirán por una noche y nunca más el saber su lugar como historia dentro de un mundo que te da la espalda la mitad del tiempo pero que te exhala e inspira cada mañana. Dormirán frente con frente, en un diálogo de arrugas.
Luego se despertará con la piel entumida y sin pensarlo mucho se dará un baño. Volverá a hacer el mismo recorrido en la camioneta, a comer el mismo bocadillo, a llegar por la tarde y encontrar a su esposa tejiendo. Sin embargo sabrá que el final es tanto honor como el principio y que medir la luz es la mejor ocupación para alguien que busca asombrarse con los destellos que suceden en este mundo.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

(V.O.)



Esta es una historia, no lo neguemos. Se formula, se escribe, se edita y se lee. Es una historia sobre Michel, que nació en los pirineos -de los cuales huyó en la adolescencia y nunca ha vuelto-. ¿Porqué? Sólo él y su mujer lo saben. Esta historia no es sobre la fuga, sobre el retorno que nunca ocurrió o sobre la indiferencia que a Michel le causan tales cosas. Si tan sólo todas las historias pudieran tratar todos los temas que al escritor, al lector y al personaje le incumben. Le importan. No a todos nos importa lo mismo. No a todos nos importa.
Aunque quizás sí algunos relatos sean capaces de ello. Son narraciones que hablan sobre las narraciones mismas y en ellas encapsulan todos los temas que existen en esta vida y, por supuesto, se autocontienen a sí mismas. La física, la fé y las leyendas me dan la razón.
La razón de Michel en el día a día era la fisioterapia, por las noches era su mujer y el hijo de ésta. La vida ocurre encajonada. Saltamos de un renglón a otro y encontramos el sentido en lo que corresponde a cada momento. Intercambiar estaciones de metro es para algunos un martirio, para otros una escala en su oficio y para otros más un punto de venta. Cada quien moldea el instante. Cada quien se moldea a su instante. Son los contados momentos de verdadera iluminación o natural melancolía los que nos hacen reflexionar sobre las conexiones entre cada cajón que vivimos a través del calendario. Las historias, como esta que se escribe y se lee una palabra a la vez, son cápsulas de intenciones. Si el boticario y el paciente tienen algo que ver, algo que decirse en este diálogo sin sonidos, la píldora detona una encadenación de verdades que llevan a ese, antes citado, momento de reflexión.
La reflexión en la vida de Michel era intermitente. Su esencia era inusual en el mundo actual. Se ignora por completo si pertenecía al pasado, al futuro, a los varones adultos de los pirineos o al azar. Más importante que la causa es la situación. Nuestra vida es así ¿no les parece? Muchas veces, nos enfocamos en diseccionar las razones de nuestras emociones o acciones en vez de encararlas. El porqué de su insólita naturaleza no era lo que determinaba su vida, era su personalidad inaudita lo que lo dictaminaba. Aun así, los hombres peculiares, parados en el ojo del huracán de su excentricidad, rara vez caen en cuenta de cómo son percibidos por el mundo que los rodea.
Esta es una historia: un desarrollo sistemático de acontecimientos pasados relacionados entre sí. La historia de Michel, la nuestra y los eventos que aún no han sido citados estan relacionados entre sí por la única y sencilla razón que convergen en este texto. Pero también porque lidian con la pasión por ser. Quien escribe, quien lee, quien protagoniza y quien memoriza las palabras que emanan de un cuento son personas con pasión por ser quienes son. No es fácil. Tampoco tiene que ser tan complicado. Pero sí tiene que haber 'algo'. La inclinación por siempre SER más de lo que ya se ES acarrea grandes vivencias; así como un tácito pánico ante el incumplimiento del deseo. No sucumbir ante tal miedo es lo que hace a hombres como Michel, libres y puros en esencia.
Quizás entre semana, caminando de un punto a otro, rascando ése incómodo piquete en la nuca uno no lo note. Pero la libertad está a la vuelta de la esquina. Y es justo en esa cuadra que vive Michel. A través de una delgada ventana se asoma. Tallándose la quijada, áspera por vanidad y entendiendo a su paciente. Luego vuelve la mirada al cuarto, se talla las manos en busca de calor y masajea estratégicamente la espalda del joven que suspira liberando su dolor.
Se cansa, Michel. Se cansan las historias también. Y cada quien tiene su secreto, el protagonista, la historia y el testigo para retomar el paso. La eterna juventud es para aquellos que saben extraer la inspiración para seguir adelante de cualquier momento. El secreto es tan aparente que se vuelve invisible. El que escoje sacar sus fuerzas de un frasco con píldoras ya ha marcado una cruz en el algún punto del calendario.
Michel A., nacido en los pirineos, habitante y amigo de una tierra lejana a la que le dio vida le mete mano, hombro y cabeza a los músculos de otras personas que llegan implorando una solución a su dolor. Es una profesión terrenal, el trabajo se siente y en la fricción con otros cuerpos, otros seres; la vida se palpa. Como todo hombre sencillo, no tiene más de tres pares de calzado. Las botas de trabajo, los zapatos formales y las chanclas para los viajes a la playa. Por eso cada domingo Michel lustra las botas. Mientras su mujer e hijo preparan el desayuno, el se desaparece del cuarto y de su propia vida para lustrar las botas en el garage.
Las talla con el mismo arrebato con el que compone posturas, no lo puede evitar. Y siempre, como en cada historia, como en cada día, como con cualquier persona que esté dispuesta a levantar la cabeza y abrir bien los ojos, hay un momento de magia. Terminada la primera bota, Michel hace una pausa. Sin dejar la bota lustrada recoge la sucia. Las pone talón con talón y las examina. Cae en cuenta de que otra semana ha pasado, de que ha recorrido un trecho más y que está listo para lo que viene. Saborea como su vida le pertenece a él y a nadie más.
El próximo salto o el próximo tropiezo, los dos están contenidos en el siguiente paso. Michel, lejos del mundo al que corresponde su andar, sabe estas cosas. Rejuvenece. Sudor en la frente, grasa en el trapo que descansa en su hombro y una sonrisa escondida en todo su cuerpo. Es importante para él. También es importante para todos. Porque como cualquier historia, una vez leída, vivida y saboreada, uno puede releer, volver a empezar... desde un punto distinto, desde un paso adelante, que nos acerque a ser más nosotros, a vivir más en menos tiempo.
Con las dos botas impecables, Michel abre la puerta del garage y regresa a la cocina donde su mujer, su hijo y su vida lo están esperando.

martes, 18 de diciembre de 2012

Segundas veces sólo hay una

Pescaba el hombre sin piernas.
Desde la palmera sólo se alcanzaba a distinguir un hilo que agujereaba el estanque; pero para los presentes era obvio que aquel no buscaba peces. El moreno de pelusa entrecana en la cabeza y las axilas con la mitad de cuerpo que cualquiera, anhelaba capturar un recuerdo. Alguna memoria con prisa por salirse de su cabeza y volver a flotar en el viento azulino debería de tener. En el río o en su cabeza, en cualquiera se podría estar escondiendo. Con falsa paciencia veía directo al agua. Tan bella e inalcanzable que es, tan invisibles que son sus moléculas, tan frágil y tan intimidante; un fluido que es lección, examen y moraleja cada vez que se nos pone de frente. El traje de baño rojo cubriendo los muñones mientras él se hurgaba la nariz; se removía el temperamento.
Fue queriendo descubrir un alguna reminiscencia olvidada en su interior. Sentía cómo su estómago se asustaba de creer que era posible volver a vivir un recuerdo por primera vez. Alguna vez que acorraló a una belleza de bikini en el mismo prado... haber pisado el acelerador de más, para retar a la muerte, para crecer tantito... alguna noche de andar rasgando las cuerdas de su negra guitarra para evocar las respuestas de preguntas que aún le quedaban grandes... cualquier cosa que le hormigueara las vísceras. En algún recobeco del laberinto cerebral tenía que haber dejado alguna exquisitez para un día como hoy. Cada instante de la vida se vive una sóla vez: la primera es la última con la impaciencia correcta. Luego la cabeza, espía de nosotros mismos, recapitula para darnos pedacitos del pasado. Que el tiempo ajusticia y libera a su antojo.
Nosotros no sabemos cual fue la última vez,
pero sabemos que sólo hay una,
hasta que los recuerdos nos pescan desprevenidos,
o nosotros a ellos,
para volver a enamorarnos,
con la misma vida,
de la que se cuelgan para dejarnos otra vez atrás.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡Go Necio!

Para cuando yo nací ya todo era ganar. Hijo de padres enfermizos con tendencias mediocres, tendencias discretas, fui condenado a ninguna otra cosa que la condena misma. El engaño era propio, personal, íntimo y sensual. Las razones eran, son, ya siempre serán pobres. Empoderarnos, ahora quieren que nos empoderemos. Empedorremos. Emperderemos. El poder despojado no puede ser otorgado de vuelta. Ha de ser arrancado de vuelta o se pierde al cambio. Sacudir la cabeza crecer la melena, ser infeliz fue mi infancia. Ahora es sinónimo de vejez. Quise pensar lejos. Me fui al bosque, al mar, me quise estrellar. El error fue haber traído mi cabeza conmigo a todos lados. Kant, Heidegger, Kobain, Marai y Yoshida nos rasgaron, violaron, clausuraron, aislaron. El ácido fue la adolescencia, falsa creencia de haber nacido otra vez. Mas bien fueron tristes simulacros de muertes miedosas donde se fruncieron las ganas de volver a arriesgar. Para qué, porqué, yo fui, te ví, me enfermé y contagié. Metralleta de ideas que clavó mi mente contra una pared gris de vieja. Los mapas programados para derretirse se hicieron sábanas de la modernidad fulminada. Para qué los pulmones, paqué. Los libros de ayer, paqué. Un pito en caja de cristal, paqué. La tarea no era de verticalidad. El deber de las olas opacado por falsas promesas. Con poca hambre, poca idea, mucho sida y señal baja se nos fue el avión, salvación emigrada allá arriba, arriba de las nubes. Primer mundo, segunda guerra, tercer reich y cuartito de leche, para dormir bien, dormir rico, dormir para siempre.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Más fácil empuñarte que amarte

De todas mis yeguas recuerdo únicamente a cuatro; pero ansío olvidar a dos, una no me habla y la otra me dejó...
ayer.

lunes, 26 de noviembre de 2012

9996

Es como agua de frijol.
Es dinamita en las entrañas.
Es el sueño favorito de la muerte.
Es la luz que se ríe con colmillos de acero.
Es incongruencia irreverente al ritmo de espuelas con sabor a toro.
Es tu maldición conmigo unidos para celebrar las pizcas de un mar negro negro.

Final Irreflexivo

La memoria es mi problema. La angustia del presente es mi pasado. Los días me sobran. La locura, los achaques, la eterna amenaza que se asoma en las penumbras callejeras son la medicina para aguantar; para saber que todo va a acabar. Maldito infierno que me intimidas. Me reclamas. Y en las noches ciegas mi esperanza con tus cálidas llamas.
Vi el final y regresé. Para salvarte, no crearte. Cuando me supe, me odié. Fui tu creador y ahora sólo me queda la esclavitud de ser también tu verdugo.

Final de la emoción. Una luz neón alumbrando una azul callejón. El corazón amarillo que brama. Exige que alguien note su irrepetibilidad. No hay tal. Todos están en lo mismo. La luz se seca entre el cemento. Los gatos se desintegran. Los polluelos son aplastados por la prisa del porvenir que llega y llega pero no nos lleva a nada. La verdadera eficiencia, la más eficaz, significa cero. Conquistamos. Lo logramos. No nos acordamos. Fue una sombra con dos ojos la que me hizo sentir así. La que se me metió en el aire y se escapó con algo mío. El viaje no tenía punto de partida pero ahora ya es un punto de llegada. Estático viento. Luna sangrona. Recuerdo violento. Mi madre mandona. Nunca aprendí a saber lo que quiero y sin embargo mi corazón lo exige con anhelo. Extraño de noche. Extraño ser esto. Extraño hablar con tanto acertijo que olvido lo que no preciso. Y es así que hoy y ahorita, no nunca antes y jamás después, necesito tu amor. Ése que no existe, que no me diste, que no sabes porqué no quisiste. El caso es aburrido y visto, las antenas lo volvieron dictamen.
Pero es cierto -
porque es doloroso -
para mí -
cuando no estamos juntos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

غزة‎ Ġazzah

Un capullo, un niño pateando casquillos, un gato que asoma la mirada desde la sombra de un callejón...
El sol calienta a todos, pero no en cualquier lado se abrasa uno.
Desde el camión una señora ve la escena con enfado, no tiene idea que el pobre hombre perdió a sus hijos apenas la semana pasada.
Rashid, con esa barba cana que pincha su oscura piel, desviste a un maniquí en plena avenida. Regaña a su novato asistente y le pide que lo ayude. Limpia la ceniza en el busto del maniquí. La tienda se mantiene abierta a pesar de su condición.
Los ojos cristalinos, elegantes y prismáticos alcanzan a ver en reversa la creación de su aldea.
Las miradas se transladan en búsqueda desesperada de realidad, una que gobierne y anule ésta existencia.
Lo que es un paseo cualquiera en otra ciudad del globo, aquí es un funeral.
La acción prohíbida no es morir, sino llorar.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Pólit

La mala suerte es una costumbre.
Y en este país se nos hizo vicio.

martes, 13 de noviembre de 2012

Encore

Se acabó el talento y se nubló el cielo. Quedaban veintinueve días para la tormenta final. Me amarré a Dios y amarré a mis hijos. Con la mirada vacía permití al horizonte disfrazarme.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Los Lunes

Hoy es lunes. Hace una semana, y hace dos semanas, y tres, también. Me marcaron en la tarde. Hasta ahora sigo sin saber de dónde sacaron mi número. ¿Vieron algo en mí o fue el azar quien decidió por ambas partes? Me marcaron. Al principio me negué. Cualquiera se hubiera negado. Luego me siguieron explicando el método. Hablaban con un lenguaje que no se apegaba a su profesión. Me hicieron pensar, pero más importante aún, me hicieron dudar. Desconfié no de quien yo era; sino quien yo hacía. Soy un hombre callado y eso significa ser dos personas, o al menos persona y media. La gente asume ciertas cosas de la gente silenciosa. Nos ven huecos se podría decir. Rara vez piensan que tenemos la misma cantidad de palabras adentro, sólo que por alguna razón, permanecen de un lado de la boca: intactas, más no inmóviles. Así que vacilé sobre lo que yo me merecía, lo que había trabajado, lo que había aprendido, a lo que me habían invitado. Parecía cosa fácil. Sin embargo el riesgo era importante. Poca gente, orates dirán algunos, juega a la ruleta rusa. Casi nadie estoy seguro. No obstante, sospecho que no hay un sólo individuo que no haya visto la dinámica y no haya sentido la curiosidad, el morbo de saber que se siente tal osadía. Yo soy un hombre reservado, por supuesto que nunca hice eso ni mucho menos. Quizás por eso decidí ayudarles. Era un acto sencillo, de grandes frutos y, si el filo del riesgo no alcanzaba a rasgar la pantalla de la realidad, sería una primera gran aventura. No recuerdo haber tenido algo así antes. Eso sí, les aclaré, sería una primera y última vez. Según he leído el primer error es enviciarse. Como si Dios mismo hubiera establecido que, a la gente avispada, por su naturaleza de zorros, se les diera un pase para irse impunes en la primera huída. Dios castiga la codicia, no la astucia. Así lo creía yo y por eso les deje claro que sería cosa de una vez.
Me citaron afuera del edificio. Me pidieron que fuera vestido formal. Me vestí de traje y me puse los lentes de pasta de Mario, mi difunto hermano. Fue lo más lejos que llegué con mi disfraz, por si algo salía mal. Llegué en punto. Ellos ya estaban ahí. Me dieron las instrucciones y las seguí al pie de la letra. Salí del edificio sin saber cómo íbamos. Un par de cuadras más adelante escuché la alarma. Sentí el pánico. Corrí, que a mi edad y forma es algo ridículo, para esconderme atrás de un basurero. Me tropecé con una pila de periódicos y me fui al suelo. Al mismo tiempo me pareció escuchar un tiro. No podía respirar. Recé por morir antes de que llegara la policía. Recé tanto que me acabé las oraciones, así que volví a empezar. Cuando terminé por tercera vez ya estaba oscureciendo. Salí, con mi chaqueta apestando, y caminé de regreso a casa. Escogí una ruta por calles que rara vez concurro y hasta dí un par de vueltas extra. Pusé el cerrojo. El sonido de la barra de metal cruzando de la puerta al marco me hizo sentir en prisión. Un sonido igual podría enjaular el resto de mis días. Por algo así, alguien cómo yo, ya no tiene tiempo suficiente para regresar a la libertad. De llegar la cárcel ya podría despedirme de todos mis conocidos, pertenencias y comodidades. Mis ideas, mi discurso, eso lo traigo cautivo desde que era un niño; y se irían conmigo a la celda. Mucho más de lo que he citado no tiene ningún hombre.
No salí de casa por dos semanas. Finalmente tuve que ir a comprar algo de fruta y jugo a la abarrotería. De regreso tomé el correo. En ese momento todavía no tenía planeado cuando iba a concluir mi reclusión autoimpuesta. Venía el estado de cuenta del banco. Al abrir el sobre me paralicé. Había un 'cero' de más en mis ahorros. Me desplomé en mi sillón polvoriento y releí el papel una y otra vez. Pensé en arreglar el papel tapiz. Pensé en no mover el dinero por un rato para no levantar sospechas. Pensé en comprarme unos nuevos mocasines. Pensé en una cama nueva. Pensé en irme de fin de semana. Al final fui de vuelta a la tienda y compré un vino y un paté. De regreso me puse cómodo en mi pijama y me senté frente a la televisión para regalarme mi cena. Mientras devoraba las galletitas me di cuenta del hoyo en el pantalón. Al día siguiente, sin pensarlo, fui a comprarme un pijama nuevo.
Ya pasaron unos días y hoy es lunes otra vez. Al parecer no nos van a descubrir. Nadie sabe que lo hice. Al final es como si no contara. La tensión verdadera nunca llegó. De no platicarlo podría repetirlo y los vecinos igual pensarían que fue cosa de una vez. Me pregunto si sólo marcan los lunes. O si se habrán tomado en serio lo que les pedí. Según he visto en películas una vez que estás dentro, estás de por vida.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Between Bars 2


Now what? Now you're pissed at me?

The Look & a Sip.

You look mad.
I am mad.

At me?

At the world. I'm pissed-off at the world. () Because it's a world like this that allows you to believe people have nothing to be mad at you; that you have a right to feel proud; that lets you live unembarrassed.

Beer froth,
on the table,
on my moustache.

Pristine

The view...
The taste...
The perfume...
It was spotless.
- For you, this is paradise.
He shrugged and smirked.
Silence. Immaculate silence between us.
- Yes, of course. And what for you, it isn't?

- I don't need paradise.

martes, 30 de octubre de 2012

amoracero

La contorsionista que se enamoró del boxeador que tenía una hija cocinera que vivía de las visitas del mago que recién se divorció de la abogada que tuvo un amorío con el criminal que le robó sus joyas a la vieja que había conocido al presidente que le tenía miedo al mar que era protegido por la activista que guardaba el secreto del camionero que extrañaba al rockero difunto que le dejó todo a la del clima que era una esclava de su contrato que redactó el empresario que se ríe de su suegra que visita todos los días al doctor que odia al pizzero que es vecino del volcán que amenaza al campesino que sueña con la actriz que está triste por su hermano que fue abandonado por la contorsionista.

marteshoracero
marteshoracero
marteshoracero
marteshoracero
Un mes en la bolsa y ¿qué hay de nuevo?

lunes, 29 de octubre de 2012

Igual o más. De noche

El osito panda.
La papa frita.
El control remoto.
El noveno mandamiento.
El fleco sudaca.
La corbata de tu padre.
El bebé que es feo.
La musiquita pegajosa.
La carne cruda.
El ladrido nocturno.
La idea que emociona.
El chicle sabor frambuesa.
El basurero roto.
La que te gustaba en la prepa.
La última ola.
La pala mugrosa.
El chapulín en la tele.
La maquinita vieja.
El diente chueco.
La miel de luna.
El pelo en pecho.
El número seis.
El agente patógeno.
La amiga que nunca quizo.
El perfume de aeropuerto.
La muela picada.
El gol olímpico.
El uno-dos-uno-dos.
La cera natural.
La gemela carismática.
Todos y ninguno en lunes de angustia donde no el mal y el bien pasan de largo porque lo aburrido y lo glorioso son los canones matutinos.
¿Amanecemos como amanecemos porque soñamos lo que soñamos o porque nos desde la cama descuidamos el estado de alerta ante este mundo que gira?

miércoles, 24 de octubre de 2012

Mi abuela

Tomaba brandy de un vaso amarillento del uso. Analizaba su gesto frente a un pedazo de espejo. Con un rastrillo oxidado hacía el simil de un peluquero, pero yo no ví un solo pelo caer de esa larga barba. Las canas le caían al frente y al reverso de la cara. Rasgaban delicadamente la blanquecina camiseta de tirantes. Me concentré tanto en él que llegué a olvidar la situación. Regresé al momento con los alaridos de mi madre en el piso de abajo.
Me rasqué la pierna, como para hacer algo nada más; aunque eso mismo me dio comezón. Las causas y las consecuencias dan igual en días como estos. Una nueva oleada de amargura estaba por comenzar. Específicamente durante los estados más puros de la emoción, el ser humano sucumbe. No aguantamos lo vigoroso de nada. Suceden los ciclos, camadas de emoción que nos derriban o nos levantan y a los cuales nosotros tarde o más bien temprano les terminamos por dar la espalda.
La última hora allá abajo hasta se habían escuchado unas risas. Poco antes había subido a su habitación. Mi madre me pidió que lo siguiera. Yo con miedo me había quedado sentado en la zapatera al inicio del cuarto.
El seguía inspeccionando su embrollado vello facial, cómo si pensara en quitárselo con aquel pedazo de fierro sin filo. Era imposible. Se la arrancaría quizás. Era capaz de todo.
Yo no sabía qué ofrecerle, y en las agonías más jodidas del hombre el no saber qué o cómo entregarse es de las mejores. El estómago se me ceñía de la vergüenza. Alcé la vista: una mano jugaba con el tirante marrón y la otra se postraba en la ventana. Me fijé en su flácido brazo. Luego vi el mío: tierno, parejo.
En la sala, la tristeza ya estaba bien encaminada. El viejo veía por la ventana y recorría muchos años y muchos lugares con la mirada. Se escondía en recuerdos que sólo a él le pertenecían; que nadie jamás podría desmentir o confirmar.
Me dio miedo saber que para allá ibamos todos. Yo no estoy listo. Y quizás el fue niño también, pero hay unos que nacen listos. El silencio me acorralaba.
- Abuelo, ¿estas triste?
Lentamente volteó. Quitó su camisa de la silla.
- Cariño, la tristeza es un lujo que yo no me puedo dar.
Me sacudió el pelo con su mano pesada y se puso la camisa. Salió del cuarto y se abrochó los botones mientras bajaba las escaleras, dispuesto a rescatar a su familia del mar de llanto que le pertenecía a él y a nadie más.

Papúa

De la verde penumbra no va a volver.
Yo, tu accidente preferido, no voy a volver.
Estos caminos, todos,
no tienen retorno.

Recoge las ramas.
Afila la navaja.
Ponte cómodo.
Tararea tu propia seguridad.

Que sepas,
que nadie lo escogió,
que la culpa huyó.
Que nada va a cambiar.

Talla tu lanza
Grávale tu destino
Afila tu coraje
Aprieta las dudas de un pasado olvidado.

Porque habrás de matar.
Y quieres ser tú el único autor.
Que nadie se interponga,
entre la pica y el dolor.

Enfoca la ira.
Apúntate bien.
La víctima merece.
Su anhelo fenece.

La grandeza del matador.
Es la dignidad del que yace.
Por eso afila hoy y afila de día.
Haz tuya la punta y talla un cómodo mango.

Que en cada isla, la muerte sorprende
a todo aquel que no la hace su fiel compañera,
y para cada uno existe un silencio
que se dilata eternamente.

Trazar la vida.
Derramar la sangre.
Es de dioses,
de hombre verdaderos
y los fantasmas de ambos.

lunes, 22 de octubre de 2012

Entre el filete y el filamento

De un lunar a otro, sorteando los poros y las vellosidades; así estaba trazado su destino. Las tortugas son tortugas por su caparazón. Las aves vuelan por su plumaje. Yo que soy piel, mi lienzo color humano es el que me dicta. A dónde voy y cómo arrivo es tarea de mis ásperas plantas. La imaginación que se derrocha en mi sueños se esconde en mis retráctiles párpados. El pellejo alrededor de mis uñas son mis ganas de más, aferrándose a la vida, que se petrifica en pasado.
Mi piel, mi cáscara, respira profunda, indomable. Ebulle mis dolores y supura mis pasiones. Es mi dueña y mi frontera.
Por eso te pido que un día, no tiene que ser hoy o mañana, me desolles. Me descarnes y mi expandas, para diluir nuestros fines y hacerlos principios. Para que te acobije y me sientas.
Me entiendas.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Pacientemente

Atentó a la mente-
Fehacientemente-
Paciente mente-
Paciente miente-
Reto de su gente-
Pa'tentar la mente-
Fehaciente miente-
Fea siente mente-
Aliciente mente-
Bronca urgente-
Pacientemente-

El diez del diez

Soy el negro, pero no la sombra.
Fui ruidoso para ser claro.
Comí, tomé, pelée, sufrí, grité, corrí, guardé... de más. DEMÁS. DE MÁS.
Me frenaron cuando ya me había detenido.
Se confesaron cuando yo ya sabía.
Me odiaron.
Pero yo ya no estaba.
Algunos se sienten especiales,
otros diferentes.
Yo: específico.
Porque si no me entiendes, es un instante más que huye de tí.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

explicarcinoma

Peggy96:
Una vez al año publico una foto de mi novio desnudo en Internet. Para obtener los retratos le pido que se vende los ojos antes de meterse a la cama. Al día siguiente la subo y semanas después, me meto a los blogs para ver los comentarios. Ver el deseo de otras a su cuerpo me pone muy cachonda. Las noches que me siento más atrevida dejo comentarios con pistas sobre donde lo podrían encontrar. Sé que el no sospecha nada porque antes de conocerlo yo no sabía mucho de las páginas pornográficas. Mi sorpresa llegó la otra noche que me pidió que me vendara los ojos. Al día siguiente vi la cámara en su escritorio. Tenía la memoria vacía. Les pido que si encuentran una fotografía mía en cualquier portal me lo hagan saber. Soy fácil de identificar pues tengo una mancha de nacimiento en forma de Mickey Mouse por debajo del ombligo. Gracias. xxx.

Port elef o no

Todo empezó porque Sandra, la mejor amiga de mi esposa confesó haber comprado un vibrador. No sé cuantas copas de vino llevábamos o a qué temperatura estaba la conversación pero nadie se sonrojó si quiera. Es curioso como evitamos ciertas palabras hasta que se rompe la burbuja y después todos son entusiastas de repartir sus secretos.
Al final, hicimos una especie de sorteo donde cada quien anotó su fantasía sexual y la depositó en un jarrón. Cada pareja tomó un papelito y lo guardó sin leerlo. Sentía un novedoso cosquilleo cada que pensaba que alguno de ellos podría acabar realizando mi fantasía sexual esa misma noche. La cena no duró mucho después de la lotería.
Tania y yo salimos a casa entusiasmados tras semejante locura. La noche nos había puesto en un estado de delirio. La fantasía incluía un par de espejos y una cuerda. Hasta la repetimos (tres veces en una noche).
Y pensar que llevábamos año y medio sin dormir en la misma cama.

Nunca fui

Me arrancó el último botón de la camisa de una mordida. Así me di cuenta que la iba a recordar por más tiempo del que llevábamos de conocernos. No eran los ojos taimados que me volvían loco; tampoco las piernas a las que uno se aferra sin sentirse pillado. Era todo en el tono.
Lo descifré en como siempre cruzaba las fronteras con el pulgar antes de invadir con la palma entera. Yo desnudo, y ella, aún adornada de ropa, se recostó en el sillón.
La fui desenvolviendo con paciencia. Atrapé un lunar, lanzado a mitad de las costillas, objeto de mi fascinación. Su piel, tersa y sugerente, envolvía un sutil calor que me estrangulaba las ideas. Los huesos refugiados en esa cáscara exquisita, invitaban a imaginar una nueva música.
Las ganas de dominar van ganando terreno ante una silueta que clama placer. Las ambiciones de divinidad caprichosa bullen instintivamente. No es machismo. Es la furia ante lo imposibilidad de que dos cuerpos ocupen el mismo espacio.
Alimentaba mi soberbia zarpando su piel perfecta...
–Quítame la bombacha. –Musitó.
Fue increíble. Nunca la volví a ver. ¿Que si alguna vez fui para allá? Nunca; pero el idioma lo hablo perfecto.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Overline

Overline is a map
that is shredded
but it's still a map
for those who know
and those who trust
where they are headed.

Cáust

Atropellé a un payaso. No había nadie más en la calle. Sólo él y yo. Venía cambiándole al radio y de pronto una ráfaga de colores galopó sobre el parabrisas. Me quedé inmóvil. Escuché un pujido y mi alma volvió a respirar. Seguía vivo. ¿Pero qué? Me bajé del coche. Divisé un ramillete de globos verdes fugarse de la escena.
Finalmente entendí. Vi al payaso doliéndose sobre el asfalto. Dudé si debía enderezarlo. Le pregunté que si estaba bien. Alzó la mirada para odiarme un poco. Los moretones y la sangre se confundían con el maquillaje. La peluca escondía los raspones. Lo ayudé a incorporarse. Al parecer estropee sus zapatos pues a cada paso sonaba una bocina. Si así funcionaran siempre no lo hubiera atropellado. Apenas nos hablábamos.
¿Qué demonios hacía tan equipado a media avenida?
Me enteré de todas formas. Iba rumbo a la fiesta de mi sobrinita. Para ahorrarme más dramas conseguí a un mago; lo único disponible a esas alturas del sábado.

martes, 18 de septiembre de 2012

Descubriendo Neblina

El Consentido de dios le pidió que de una buena vez por todas partiera el mundo y separara lo bendito de lo maldito.
Fue así que los que ahora cohabitan el infierno tienen la mejor vista.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Debajo

La distorsión de las líneas de luz que bailan con las franjas azul celeste hipnotizan a Roge. El niño, después de cada clavado, se mantiene unos segundos de más por debajo del agua para disfrutar del paisaje desfigurado. Su rostro, con esos goggles y capturado por el gorro de látex, se torna alienígena bajo el agua y él lo sabe.
Los alaridos de Germán, el entrenador acapulqueño, poco importan en la fantasía submarina del chiquillo.
Nadie sabe que en lo alto del deportivo alguien los observa. Un bigote ambarino expulsa una calada de humo aniquilando la peste a cloro. La ceniza cae a un lado de la chancleta, sisea al tocar un ínfimo charco. El sujeto espía a los jóvenes atletas. Uno tras otro, se lanzan en tirabuzones desde el trampolín; para después sacudirse el agua dando saltitos en el piso. El suspiro vehemente que profana la sombra esta demasiado lejos de los oídos de Roge; pero también suficientemente cerca.
Son estratos de la misma realidad que están por fundirse.
Donde la ignorancia ya no protege, la amenaza se afila.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Miedo

Acompañé a Marisol a que fuera al baño detrás de unos matorrales. Fue ahí que escuché el rugido. El pánico se introdujo en segundos. La levanté del suelo pero después ya no supe qué hacer. Ella probablemente no había escuchado a la bestia porque me preguntaba "¿qué pasa Papi?" con una curiosidad demasiado saludable para la ocasión. Mi linterna temblaba en diferentes direcciones hasta que decidí apagarla, pensando que eso aumentaba nuestras oportunidades de sobrevivir. Cientos de propósitos apiñaban en mi mente y a la misma velocidad los descartaba. Frío. Inmóvil. Cayó el segundo gruñido, ligeramente menos amenazante. Yo continuaba petrificado cual árbol. Mi hija preguntó "¿Qué tienes Papi?" Con mucha honestidad y aún más vergüenza le respondí: "Miedo."
Escuché las pisadas ya a escasos metros. Prendí la linterna con una temblorina incontrolable. "¡Un perrito!" gritó Marisol. Mientras el can color miel le lame las botas a la niña yo me pregunto si ella se siente tan avergonzada de su padre como yo de mí.

O prime O

Hay dieciséis pisos de frustración de mi escritorio a la calle. Desde la ventana veo las cabecitas. La perspectiva le da un aire a videojuego. Intento controlar a alguno, pero nadie se deja; sólo las gordas palomas... por tiempo limitado.
De vuelta al monitor: noticias, fotos y buscaminas; para cuando tardíamente me entra la consciencia es hora de salir. Soy libre. Nueve estaciones de metro, repartidas entre la rosa y la azul, más cuatro cuadras y veintiún escalones: llegué. La corbata, pesada como correa, cae al piso. Las lucecitas haciendo cascadas entre los semáforos invitan a salir. ¿A dónde? ¿Con quién? Mejor pido pizza. Mejor no pensar en la libertad hasta mañana. Recojo la corbata.

gritito

Para el tercer día ya todas teníamos un bronceado, aunque yo lo sentía artificial, de prestado. No había pensado en la oficina pero aún así no sentía las vacaciones. Llegamos a un bar de bossa nova hecho íntegramente de madera. Llegamos demasiado maquilladas por lo que fui a lavarme la cara. De regreso del baño sentí su mirada pero voltear hubiera sido demasiado obvio.
Una hora después, el mesero me trajo un mojito. Lo mandaba él. Finalmente tuve un pretexto para revisarlo. Nada mal: tiene ojos de arena y mirada espumeante. Cohibida, como siempre, giré hacia mis amigas. Regina, emocionada, me empujó hasta él.
"Hola" le dije, aferrándome al popote.
"¿Cómo te llamas?"
"Sandra, ¿y tu?"
"Ricardo."
"Hablas..."
"Soy brasileño." Apreté las piernas para evitar sonreír ante la noticia.
"Sandra, quiero darte un beso." Me toma de la mano y me sienta a su lado. Me río y volteo a ver a mis amigas aterrada.
"No, ¿cómo crees?" Le digo, siempre que estoy en estas situaciones recuerdo que debería de tener una estrategia; al menos una técnica que no evidencie mi torpeza.
Me pone la mano en la cadera. Empiezo a pensar que debería de irme.
Me dice al oído. "Entrégate al cliché."
"¿A cual?"
"Estas con tus amigas en la playa, escuchando a Astrud Gilberto y tienes a un brasileño ansiando probar tus labios. Todos te estamos esperando."
Suena todo demasiado natural como para no pensar que le dice eso a todas las turistas. Suspira una risa.
"Si crees que..."
Con un beso lo interrumpo. Escucho a Regina y su gritito de emoción. Se acerca un poco más a mí y me sumerjo al limbo al que Ricardo lleva invitándome desde que llegué. Bajo los hombros y siento las vacaciones.

lunes, 3 de septiembre de 2012

S eeping Venom

(
The problem is not the void, it's the consequences.


(+rubén+)



domingo, 2 de septiembre de 2012

There is actually a good reason for everything

Stop answering your phone for a month and start enjoying the power of invisibility -||- It's like you're there... but no one cares.

El momento exacto donde todo se derrumba

Quiero ignorarte,
mientras me observas,
por horas,
y horas y horas y horas
por tanto tiempo
que vidas arranquen
y amores terminen
hasta que de repente
cuando yo quiera
y tu sepas que yo quise
te perdone.

Lord Barren

We were all inside the car. The wipers coming back and forth, back and forth. I got to deliberate in my gypsy mind how many forces were moving bodies of water. Water is my favorite element, I must confess, but I trying to be objective I still think it's the most important one. At least for mammals it should be. Whoever thinks it fire is just trying to act cool. Water conditions everything. Water gives and takes away life to e.v.e.r.y.t.h.i.n.g.
"So who the fuck is helping the moon?" I said. Then I chuckled. It was a good question.
She didn't even turn. "Stop it, OK?" Then she touched her forehead to show off her fatigue.
From the back seat. "Hey guys, how much do you think I should pay for a new fridge?"
My sweetheart replied something, a number I guess. All I could hear is the back and forth, back and forth.
I rarely have the conversations I would like to have.

martes, 28 de agosto de 2012

Del Este

Mentirosas son todas, al final son putas.
Pero a mí me toco la única que mentía para aparentar ser mayor.

Lluvia de Atacama

Me vine a esconder para que no me vieran sucumbir y ahora es la muerte quien no me encuentra.

lunes, 27 de agosto de 2012

Mondo Ruin

Se antoja pensar cómo nos veríamos sin estar tan sucios. Lo intragable es entender que quitar la mugre a estas alturas sólo saca los brillos al calvario.
Una pared, un frasco color resina, una cuerda y un cielo que hace sombras sumisas; cada que entro a esta habitación, a este humor, intuyo que es la última vez.
Justo ayer, que el tiempo era lo de menos, leí tus cartas: papeles en represantación de otro cuándo, otro quien, otro cómo. Hoy, aperitivo de la contienda, un tren se acerca lentamente para anunciar una nueva forma de violencia.
La posterioridad, con su convite implacable y reservado, se ha colisionado.

viernes, 24 de agosto de 2012

Highway Shadows

They stared at the floor in silence...
a couple of hours at least.
A room full of memories...
and the time zones that relentlessly draw upon the world.
Their world.
"I'm trying to become a better man.
And it's not coming out as well as planned."

martes, 21 de agosto de 2012

Como tú.

Cuando sea grande, no me quiero morir.
Como tú.
Cuando sea grande, quiero que ya no exista el tiempo.
Como ayer.
Cuando sea grande, tal vez quiera ser de tí,
Como de allá.

lunes, 20 de agosto de 2012

De Barra

"Una infancia bien lograda radica en el reajuste de las expectativas. En los primeros años de vida, el grueso de los niños aprenden sin darse cuenta que nacieron mundanos, mortales, ordinarios.

Pero en la vida no todos son así...

De cada diez chiquillos dos se resisten y llegan a futuras etapas de su vida creyendo que la magia está de su lado. Uno morirá sabiendo que en efecto él era excepcional. La cobija del destino y la vida con sus sorpresas irrebatibles le darán la exclusiva satisfacción de haber abrazo su peculiaridad.

El otro... el otro es una granada a contrarreloj. De los diez a los setenta sólo se necesita un día, un instante, para saber que en realidad, ellos son mundanos, mortales y ordinarios.
Basta un segundo de tranquilidad para caer en cuenta que se mintieron, que sus ilusiones nacieron caducas y que la frustración será el pago de su soberbia."

Escuché ese discurso tantas veces en la misma cantina que se volvió vacío.
Hasta que hoy, después de seis noches de que no venía a tomar cerveza, me dijeron que se colgó con una correa.

Nariz de Oso

Un segundo y prende fuego a una garganta colmada de pólvora. Un segundo donde ni un árbol se cae. Ni un pájaro vuela. Un segundo que si existe es entre dos instantes de una misma manecilla. No dura lo suficiente como para salir de aquí, ni como para que sentir el peso de una decisión mal planeada.
Un segundo no es tiempo. Un segundo es un boceto del flujo eterno. Todo es igual en ese chispazo de historia. Nace y muere como una fotografía del momento.
Nadie percibe las llamas del proyectil. El sonido impuntual llega como mensajero pretérito. El estruendo te reclama y el oso está caído. El pelaje inerte, anacrónico; como un recuerdo de que los motivos son el motor para las promesas de lo podrido.
El humo de la herida compensa el instante robado. El que nadie vio y sin llegar ya se había ido.

martes, 14 de agosto de 2012

Barriendo el momento

Nacer y crecer en esta ciudad me ha explicado que vivir a deshoras, sin prisa y al contratiempo es la única manera de permanecer puntual.

...la cámara que perfuma a los vagabunditos mamá...

jueves, 9 de agosto de 2012

La Escoba y sus notas

¿Nunca te enteraste de alguien que llegara a los cien viviendo con prisa?

lunes, 6 de agosto de 2012

Olas Rotas

Te vi por debajo de la ola. Te vi.
No sabías que me arrastró la espuma y a tu pudor lo papaloteaba el viento. Así que te vi. La claustrofóbica sordera de un oceáno perdonándonos la vida hizo que se sintiera como un sueño. Pero el delirio submarino no importa como llegue siempre se retira de color pesadilla.
Y así yo te ví. Por eso las locas en los muelles, los canes de cementerio y las noches con engaños de carmín.
Por debajo de la ola, como un espejo averiado, te vi.
(Ahora el miedo de que tu interior oscuro sea como el nuestro ruge contra las piedras.)

martes, 31 de julio de 2012

Recolecta

Atropellaron a mi perra. Ocho metros de vísceras son prueba suficiente. El impulso de tristeza se vio opacado por el cóctel de náusea y adrenalina. Llevo quince minutos caminando como ezquizofrénico a la orilla de la carretera. La recta blanca entre mi lado de arcilla y la parrilla negra que termina de cocinar el cadáver actúa como muralla. Me checo las bolsas del pantalón, cómo si ahí fuera a encontrar algo para recoger el saldo de Alicia. Los tráilers, las camionetas, los coches y las motos; todos siguen cumpliendo el protocolo de ir nivelando el camino. Es la ley de la jungla en el infierno de asfalto. Al otro lado de la autopista, pasada la malla de calor que deforma los arbustos hay un clan de zopilotes esperando. Al parecer el único que no está en balance con el ecosistema transportuario soy yo. Recojo la mochila y saco una espiga. Trato de atinarle a la franja que todavía conserva algo de melena. Ni cerca. Es hora de seguir el viaje.

vavacaciones

Lo empecé a odiar después que el resto; pero por lo mismo mi rencor se tornó imparable. Los ruiditos a cada momento, su hipócrita fragilidad de estómago, su sonrisita al hablar con los demás (o peor aún, cuando no sacaba la sonrisita); ya todo era un pretexto para imaginar maneras de desfigurarle la cara. Poco me importaba que fuera mayor que yo. Según el momento del día y lo que tuviera a la mano ideaba maneras de hacerle daño, de humillarlo, de mandarlo de vuelta por el hoyo del cual llego arrastrándose.
Es impresionante lo rápido que se acomodan. El primer día te imploran clemencia con la mirada y dos semanas después no te toman en cuenta ni para las gracias. Lo único que nos quedaba era criticarlo y airear el odio por las noches. Mientras el ojete dormía.
No voy a estudiar. No voy a tener dinero. Nací a cuatro cuadras de ésta estufa (la misma que uso para su merienda) y si muero lejos, no llego a que termine la loma.
Así que cobrarle las suyas y de paso todas las mías al papanatas aquel es pura complacencia. ¿Quien me va a juzgar si fui yo quien lo defendí tanto al inicio? Los lastres sólo sobreviven en la ciudad y atestados de dinero.
Éste no tiene nada.
O más bien no tenía.
Por supuesto que ése tipo ya fue. Después de semana y media de calcular si era más ameno apuñarlo, dispararle, envenenarlo, quemarlo, estrangularlo o apalearlo una noche llegue al cuarto con el ablandador de carne y me encontré a todos alrededor de su cama. Cuchicheaban que se había infartado. Claro que no. Alguien me lo ganó y con una pusilánime almohada. Regresé a la cocina y devolví el utensilio a su cajón. Me puse a menear la pasta; que si no la sopa no sale a tiempo y nos perdemos la propina.

lunes, 23 de julio de 2012

evocaos

Ésa parte de mi yo, que aún venera a tu tú.

low-ranking creatures

After the storm, everyone was dying.
The matter was that for some of us, it was taking longer.

miércoles, 18 de julio de 2012

Vomitares

Las lentejuelas tintineaban a la luz de la refinada taberna. Los brillitos centelleantes eran un sutil guiño para todo aquel que quisiera asomarse al precipicio que fundía en negros aquel escote. La promesa de una rendición total al término de la cena fue la chispa a una larga mecha de quimeras eróticas.
El paraíso afrodisíaco es infinito.
Y el precio de tantear sus rincones más ocultos es alto. Cada trago se convirtió en una nueva diapositiva fantástica, única y excitante. El sismo abdominal evidenció el álgido suplicio que punzaba en el epicentro testicular.
Para cuando pidieron la cuenta, una sensación de amargo asco era lo único que florecía al percibir las laminillas plateadas danzando sobre los categóricos pechos.