martes, 31 de enero de 2012

Melanconiria

Mis piernas murieron.
Pero yo no.
Tu memoria ya no existe.
Pero tu me ves.
Su sabiduría esta escrita.
Y ella ya no está.
Las cosas a medias.
El vaso a la mitad.
Son coronas de espinas.
Mi dolor esta a salvo.
Rodeado.
Íntimo.
Tranquilo.
Para siempre.
La frase que menos promete.
Y más lastima.
¿Cómo caminar hacia tí?
¿Cómo amar tu mirada cuando ya no me refleja?
¿Cómo aprender de los evaporados?
Optimismo realista.
Medias sonrisas que sostienen mi ceño derrotado.
Ira con pereza.
Bajé los brazos.
Y dejé caer las pastillas.
Quiero vivir un poco más.
Sin pretender un futuro.
Añorando un presente que no se filtre a cuentagotas.
Promesas a un pasado con ilusiones.
Amaneceres nublados que garantizan no morir de noche.

Dreaming of me and you

"LOVE IS NOT FOREVER, BUT IT'S IMMORTAL."

A shaman with no face but a thousand eyes said.

And that is how you stopped being someone else and you turned into yourself.

jueves, 26 de enero de 2012

Mitad Malo & Feo

No quiero malo. No quiero feo.
Mis días sin muerte, sin hambre y sin violencia; sintiéndome perfecto, ilusionado y completo.
No a las caídas.
No a las enfermedades.
No a los días nublados.
Ya nunca seré insultado, agredido o menospreciado.
Porque mi vida será perfecta. Porque es mi vida. Y es única. Y es mía. Y no la presto. Y no se ensucia. Con otras vidas.
No existen los tropiezos, las tormentas, los achaques, las mordidas, la pus, los funerales, la mierda, la prisa, la comezón, el coraje, las lágrimas, las balas, las sequías, los desencantos, la hinchazón, los miedos, los examenes, el filo, la rabia, el cansancio, los desterrados y el ruido.
A los únicos a los que no les afectan los despertadores, los rayos UV y las noticias de mierda son a los muertos. Los lamentos, las protestas y los heridos sólo pueden ser de un grupo, aquel con vida. La vida se te acaba, sola o con ayuda propia; pero se escurre por sí misma, y fallido intento es pretender obstaculizar en su paso. Es ahí cuando nos volvemos nuestro propio estorbo.
¡No al engaño! Que no somos únicos y que nos peguen es causa de unión, no de privatización de las penas.
Se te rompe el corazón, que aunque lo tengas en una vitrina se resquebraja solito.
Se te muere tu gente, que la belleza de conocernos, es saber que si no era ahora, era nunca.
Se te jode la vida, pues ya tocaba, que el resto de los días te jodías a la muerte.
Para algunos el blanco es la suma de todos y el negro la ausencia; pero hay que saber que esta vida es de perspectivas y el negro es, al igual que su archirrival níveo, el resultado colorido de un todo. El blanco es el espacio que deja atrás el negro y vice versa. Las notas más bellas se cuelgan del silencio. La sonrisa es sólo sonrisa cuando antes y después deja de serlo. El amor es el acto de llenar los huecos del corazón; sin huecos no hay amor, sin amor no hay huecos.
La vida te da sorpresas. A veces son mazazos y las otras son ilusiones; pero todas son sorpesas, que por eso la vida es vida.

martes, 24 de enero de 2012

Xamen

A. Las penas de un ilegal vale un 35% menos que la de alguien con papeles.
B. El sistema nos vuelve víctimas a todos, incluidos los políticos; la única diferencia es que ellos se joden menos.
C. La satisfacción de nuestros hijos es el componente activo en las cámaras de gas ajenas.
D. Todas las anteriores.

lunes, 16 de enero de 2012

Para Qué


Nadie quiere orden y no hay quien se queje de la repetición. Once.
La mujer apunta al mando, los transexuales quieren imponer el no a la definición y el hombre cede sus migajas milenarias. Diez.
Nacemos más nihilistas que nunca; los viejos se emperran con las ganas de incomodar de sus propios hijos y la nueva camada sabe como echar desmadre pero cuando no, se desgarra cual víctima. Nueve.
La media hora erótica y la vida en porno. Ocho.
Las guerras ya no son variables; aprende a vivir con ellas, en ellas y de ellas. Siete.
Silencio post-traición. Seis.
Congruencia para los aburridos, las drogas matan a todos; pero sólo unos cuantos las montan. Seis. Seis. Siete.
Si no tuviste familia, échales la culpa y si tuviste, también. Cinco.
Nos habremos de dar cuenta en un futuro próximo que hace tiempo que este mundo dejó de valer la pena. Cuatro.
Lo dinámico, lo original, lo inspirado; es reciclado, ogete y pasajero. Tres.
En este mundo de posibilidades hay dos puntos de arranque y el primer paso de uno es la capacidad de darse cuenta, es ese grupo el que no ha sabido resignarse al suicidio colectivo en pro del segundo. Dos.
Me odio, me odio, me odio; ¿porque nadie se une y me odia a mí? Uno.
Cero: redondo y perfecto como el día que dejemos de existir y volvamos a ser desafilados, humildes e inexistentes.

lunes, 9 de enero de 2012

rojo estocada

Dije hasta nunca,
y es un hasta pronto.
Ella hace como que no valgo,
pero se ha ataviado de rojo estocada.
Y yo he vuelto más suicida que nunca:
La piel que ata sus muslos,
me arrebata de mi mismo
y deja la sangre expuesta.
Yo que largué por la puerta grande,
Volví con el rabo entre las patas.
Imperturbables me ven sus ojos
No quiere oír mis disculpas,
No quiere nada mío,
(me ha estafado por todo).
Los vicios son pasiones,
que uno intenta escapar,
He corrido toda la noche,
padeciendo el acecho de su radar.
Dije adiós y he vuelto,
ella me hace miserable
y yo quiero morir en sus brazos
para poder descansar.
Su aroma es su técnica,
ya no me acuerdo
qué es lo que iba a reclamar.
Ella se estira,
A su guarida me quiere arrastrar.
De ahí salgo malherido
En la calle todos juzgan,
Cómo si no nunca pasaron este lugar
Pero enamorarse de una como ella,
es perseguir a una sirena
las noches de tormenta
perdido en altamar.
Los vicios son pasiones
que uno intenta escapar
El daño ya esta hecho
Abriendo el paso a deseos feroces,
y el pacto entre víctimas
nos da luz verde
en la oscura noche,
para poderlo intentar.
Ya quiero morir en sus brazos
y para siempre descansar.

viernes, 6 de enero de 2012

el cumpleaños de la cicatriz de oro

El cumpleaños de la cicatriz de oro; es hoy, siempre es hoy.
Cuanto orgullo, cuanta soledad, cuanta resignación y cuanto provecho, todo cabe en tí, en mí y en la costura desgarrada que nos une y nos desangra. Con la boca cerrada, los labios apretados para no dejar a la fuga ningún suspiro que suene a desolación; me pregunto: ¿Cómo soplar las velitas? ¿Cómo cerrarle el paso al fuego? A esas llamas que me definen tanto como me abrasan.
Soy yo y mi cicatriz de oro. Una fiesta de color sombra, con dieciocho minúsculas flamas que relumbran en mi cara la esperanza que no pedí. Se me cae el pelo y se me caen las ganas, pero no la huella. Jamás. El brillo de las comisuras, sigilosas como cienpiés, que navegan por mi cuerpo, se esconden en mi espalda y me rebanan el corazón.
Es hoy y es nunca. Porque ya no quieres que vuelva a empezar a doler, pero anhelas el roce de su filo. El que te pone la vida que ya no pudiste. Por eso las lágrimas, las invisibles, cada noche de aires desconcertados. Las otras, las que cuentan en el marcador, ya no salen tan fácil.
Soy yo y mi cicatriz de oro.
Soy yo la cicatriz de oro.
La que me lleva a tí.
A quien en esta vida yo más extraño.
Y a quien menos.

lunes, 2 de enero de 2012

Era mi castillo

Poco importaban las canas en mi barba.
Poco importaba mi ostentoso estado de cuenta, símbolo discreto del coche que manejaba y el amplio garage donde estacionaba mis autos.
Al final me había visto obligado, cual quinceañero, a mandar a mi hermana menor a hablar con mi esposa para saber si mi matrimonio corría riesgo. ¿Qué iba a ser yo sin Matilde?
Los contratiempos cuando ella no estaba en casa brotaban de las paredes y caían como cascada por las escaleras. Para muestra clara mi paso a destiempo con una prostituta la semana pasada.
Prostitutas. Pffff.
Poco importan los detalles si un hombre como yo tiene que estar hablando de prostitutas. Primera vez en mi vida que se me ocurre hacer una salvajada del estilo en mi propia casa. Nuestra casa. Claro que los resultados iban a ser desastrosos.
Dos días después me marca la desgraciada para decirme que olvidó sus aretes en el baño. Menos de seis horas llevaba en la casa Matilde pero cuando llegué y no los ví supe que ella los había tomado.
Su silencio, su sonrisa, sus ojos cariñosos, todo era motivo de tortura a partir de aquel instante. Me había vuelto yo en un infante que festeja haber hurtado alguna golosina pero no obstante camina con el culo apretado sabiendo que la tunda viene en camino.
Me estaba volviendo loco la falsa rutina impuesta por mi esposa. Me daban náusea los desayunos en silencio mientras "leíamos" el periódico; lo mismo con las llamadas por teléfono, coreografías plásticas que servían más como ancores a un matrimonio extinto.
Las noches que llegó a la cama con el olor fresco a pasta de dientes me revolvían el estómago.
Asqueado de mí.
Asqueado de nosotros.
De dormir en la misma cama que la piruja aquella.
Por eso mi hermana había tenido que venir. No iba yo a aguantar una noche más así. Por eso 'el cafecito', para saber qué tanto iba a tener que tragar. Mientras tanto manejaba, el volante resbaladiso era una muestra clara de mis nervios.
Poco importa haber construir algo toda la vida si uno canjea mal su premio.
Mi premia era ser yo.
Hace tiempo que no era Matilde.
Ella llevaba su vida en paralela a la mía. Clase de yoga, de historia del arte, de alemán; se gastaba una fortuna en su entretenimiento personal. Una fortuna invertida en ella como individuo. Si bien mis hábitos me aislan, ella fue descifrando el método para dejarme sólo en casa y que yo sintiera que eso me sucedía por llegar tarde a mi propia fiesta.
Los pocos simulacros de matrimonio era cuando yo la sorprendía con una cena en algún lugar encantador de la ciudad. Aunque últimamente ni eso. Las últimas dos me habia cancelado por el poker con sus amigas. A ella ni le gusta el poker.
¿Y yo debería sentirme mal por una noche de invertir en mí? Si era ella la que me había mandado al carajo con más entusiasmo el último año. Era ella la que se gastaba nuestra fortuna y mi sudor en ella, nunca en los dos. Era ella la hipócrita que no afrontaba el problema.
Manejé con prisa, el volante menos húmedo y más caliente, ahora necesitaba llegar a la casa. Ya no iba a esperar a ver lo que mi hermana decía. Es más, ella tenía que verme tomar las riendas de una vida que se había escapado de las manos. Ella me iba a ver blandir las llaves de mi casa como verdugo, listo para degollar a todo aquel que no quiera vivir bajo las reglas de mi castillo.
Bajé del coche y azoté la puerta.
Saludé a la vecina; en bata a estas horas, que pena de vieja. Ya se enterará del chisme. Y me criticará por pervertido la fodonga. Y sentirá pena por la infeliz de Matilde...
La verdad que sí pobre; seguro que la vieja se encargará de que todos sepan. Ya irá con la cabeza gacha por las filas del supermercado.
Todo por mi noche.
El impulso furioso perdió gas del coche a la puerta. Apenas quito el cerrojo empiezo a moverme en cámara lenta. Ya dentro, atrás de la puerta de la cocina, las escucho hablar.
En efecto hablan del tema.
No entiendo bien así que me pego más a la puerta y cierro los ojos para concentrarme en sus voces.
"¿Qué van a decir todos?" Pregunta mi hermana.
"¿Qué van a decir?" Dice Matilde. Abro los ojos al caer en cuenta de su tono de voz. No es el de una mujer dolida, ahí donde resuena mi esposa no hay ni hubo lágrimas recientemente.
"Pues de tí, qué si perdiste tu dignidad." Afirma mi hermana, su voz claramente más cerca a un mundo emocional que la otra.
"No, a ver Inés, que una cosa es perder la dignidad y otra muy distinta es intercambiarla."
Toma algo de un vaso. Una copa más bien.
"Rodrigo es mío."
Me quedo inmóvil. Quiero ir al coche pero no puedo. Cuando me intento mover se me caen las llaves al piso.
Me tenso aún más ante el chillido del llavero impactando en el piso.
"¿Amor?" Dice Matilde con ganas de preparar la cena. "¿Ya llegaste?"