martes, 29 de agosto de 2017

la m oculta en camuflaje


ahora infinito extrañamiento
que de quitar en quitar
sólo diste y diste
exigente existencia fuiste
extrema y extraña pureza eres
y serás explícito mandamiento

domingo, 27 de agosto de 2017

el papá de nadie


Hay fracturas expuestas producto de las coincidencias. Sin embargo casi nada funciona al revés; ni siquiera esto.

sábado, 26 de agosto de 2017

los rizomas de nadie


Estoy más cerca que tus propias vísceras.
Se cosen en paralelo nuestros instintos.
Nos navajeamos con atención y talento.
Somos hermanos hoy y recíprocamente fantasmas todo el tiempo.

esas mayúsculas ganas de ser conducido a la salida antes de que concluya concierto


Ahora, mucho más libres que antes, se pasean las ganas de morir temprano y pleno.
[Sin saber todo lo que sobra entender. Habiendo dicho lo fundamental. Dejando el puntillismo para los pacientes. Aún con dudas, planes, sabores y sandeces. Sin las censuras de la prudencia. Con prisa por ser más. A tiempo para ofrecer compañía a los solitarios y servicio a los desolados. Para ser de las vidas que uno inyecta y no las que ha frenado.]

Hay un anhelo por convertirse en un despostillado.
[El que humaniza y diferencia a una vajilla ancestral de lo inerte. Ser una espesa canción para los que con el filo de la noche gustan de embriagarse. Mudar a brillo amargo, que flota en la ingrávida penumbra del insomnio él mismo ha convocado.]

el cielo de la ciudadela


Las retinas que pescan con red muda madrugan.
Se valen del humo, el requinto y recuerdos en exilio para lograr mayor alcance.
Con sus escuálidos filamentos tientan al concreto y abrazan al papel.
Van queriendo todo y buscando nada.
Son volcanes que no gustan de dormir solos, que hibernan con miedo.
Sus membranas hacen metálico revoloteo, un embrollado ritual de apareamiento que navega entre montañosas expectativas sin vela.
No saben exigir medallas cuando reconocimiento es su único alimento.

un inocuo cuchillazo abierto


Tenía que llegar el día que fuera de noche para los amantes de la luz. El billar galáctico le sonríe primero a los pálidos, seres draculianos capaces de ver y ser vistos por la noche. El ruido satura al resto de los sentidos. Los címbalos hipnotizan a los nerviosos. El canto wagneriano de una diosa desatinada narra mitos de humo e incongruencia.
En un barranco tan invisible como doloroso se despeñan los mudos. Sin embargo, las láminas de silencio hacen crujir las articulaciones. El odio ilíaco arranca su camino. Las bibliotecas, en eterna e impráctica evolución en espiral, se esconden de los ojos que irresponsablemente huyen de la tarea. El bramido mitológico se despierta en los mismos seres que lo habían ofrecido al fuego. El colmillo del herbívoro se afila entre sueños donde también suplica ser perseguido.
La porosa memoria de los que recién piensan es permisiva con el destino. Las montañas habrán de esperar otro par de milenios antes de darle la bienvenida a los necios de oxígeno. Hay más tiempo que vida, eso lo sabe cualquier bicho. Habrá de venir con el eclipse una noche tan larga que los codiciosos de sombra caerán rendidos. Temerosos, ebrios de paranoia, serán los primeros en ver las retinas de sus pares oscuros. Los ciegos serán los primeros en comer, luego los tuertos, seguidos por los tullidos y los lactantes. Todos devorarán a la única especie que en su vanidad torció su evolución hasta convertirla en coprofágica; y en su propia mierda envenenó la sangre y marco su monstruoso exterminio.

Bestias de almacén


La ilusión y la comezón se procrearon mutuamente. Del mismo espejo se proyectaron y al pasar los meses, el eclipse se derritió hasta revelar un bicho de luz.

[Ése. Ése que llevabas tan adentro y ahora navega a ras de piel.]

Te hace sentir más listo para morir; más completo. Urticariza tus sueños. Leprosea anhelos. Te hace más difícil de ignorar. Exige que se coseche en ti el respeto que no sembraron ellos.

Es tu piel de insecto un exoesqueleto mal entendido. La aspera fragilidad de tu dorso pareciera ser más que un saco de odoríferas secreciones y misterios. Tu honras la armadura con riesgos. La curtes con una profunda escasez de secretos.

Te acercas a ti.
Te cercas de mí.
Te haces cerca del panteón pero cada vez más lejos de la muerte.

viernes, 25 de agosto de 2017

fried eyed


He worked enough so that the night he went out was the night he went to bed the earliest.

jueves, 10 de agosto de 2017

Civitatis


Hombre y ciudad
hombrei ciudad
hombreicuidat
ombreiciudad
Eso era lo que quedaba escrito en la fachada de un edificio donde en el interior parecía haber ocurrido un suicido colectivo. Los veinticuatro habitantes del bloque de concreto murieron en la misma posición, cada uno en su habitación, todos leyendo el recibo de servicios. ¿Fue una protesta a los precios del casero? ¿Fue un infarto simultáneo de personas con identidades tan comprimidas por la red que todas abrían el justificante a la misma hora, en la misma posición, en recámaras paralelas? ¿Fue esto el comienzo del arte del crimen organizado que cansado de destriparse en vías públicas empezó a crear poemas embalados en sus ejecuciones? Yo fui abogado por treinta y siete años. Jamás había visto algo así. La atomización de las pruebas hacía viable cada causa. El mismo grafitti podía tener todo o nada qué ver con las dos docenas de cadáveres. Por eso culpé a la ciudad. Fue la primera cadena de homicidios imputada a una ciudad. Después de eso no pasaron ni seis meses y ya había catorce comunidades del norte y del golfo sentenciadas como asesinas seriales. Aquí no, a pesar de ser la máxima devoradora de humanos, esta capital es demasiado importante para ser condenada como homicida metropolitana. Como siempre, el caso se diluyó en mentiras y gráficas pendejas que nada tenían que ver con los hechos. La acusación se convirtió en una minúscula gota de grasa flotando perpetuamente en un tinaco de aguas negras. Al cabo de tres años de amenazas, hambre y la nula gratificación de familiares que me acusaron de idiota por culpar a un ente tan masivo, renuncié.
Ahora vivo lejos. Me gano la vida en un paupérrimo teatro comunitario como mimo. Ni soy hombre. Ni soy ciudad. Sólo exijo el tiempo que me queda para ser yo mismo.

viernes, 4 de agosto de 2017

nnativo


Encontré un riñón abandonado en un callejón a media noche. Había pasado por muchas manos de dueños previos y amantes fallidos. Exudaba desconfianza. Lo primero que hice fue dejarle pintar un retrato de mí. Su pincel dictaminaría lo que se estaba diciendo de mí a través de su mirada y sentenciado por su trazo. Así nos hicimos amigos. Así aprendimos a sincronizar nuestro cansancio, nuestras dolencias y nuestro apetito. Éramos él y yo, sin prisa todo el tiempo. Claro que nos separamos, si no, no escribiría esto. Un asalto a mano armada por pandilleros empoderados a través de sus perros doberman nos separaron. Jamás lo volví a ver y parte de mi dolor es nunca habernos bautizado mutuamente, hace de cada recuerdo algo más difuso. No obstante sé que eso también era parte de lo que nos liberaba de presumir la libertad que nadie tiene. Eso nos sabía bien. He tenido muchas amistades, muchas relaciones y he pertenecido a incontables cofradías. Claro que hubo magia en cada una de ellas, pero las perversiones que emanan de la sed de éxito siempre nos alcanzaron. Yo mismo me convertí en un experto agente patológico de mi gente más cercana. Con aquel riñón, que dejé que me pintara como él me veía para ser lo que mi piel me regalaba ser, fue diferente.