miércoles, 30 de enero de 2013

Presente

Lo único que no consiguieron es que perdiera la sonrisa aún con la guillotina pendiendo sobre su cabeza.

lunes, 14 de enero de 2013

Rodeando a los Círculos

El a ella.
Todo.
Casi nunca.
El final al fin.
Siempre no.
Ya nada.

sábado, 12 de enero de 2013

El Centro del Silencio

Como perro uno no vive los años que quisiera. Sin embargo, la muerte de un hijo es el sentido opuesto de la vida misma. Es absurdo. Así que cuando pasó me evoqué a cuidar de mi nieto. Lo procuraba con retazos de carne y mi calor como escolta cada noche.
La vista se me fue cansando. A falta de opciones fui admitiendo mi vejez. De noche soñaba cómo podrían haber sido las cosas. No tenía ningún anhelo en particular; pero de todas formas me cuestionaba. A veces sonreía con las fantasías; otras me quedaba mudo, esperando a que se pasaran las ganas de romper en llanto. La noche del ataque, en la sala de emergencias me azotaba la idea no haber podido estar ahí para salvarlo. Yo siempre había pensado que yo pude haber sido un gran cazador. Tenía el coraje, el tamaño, la mecha y la cáscara para serlo.
Estuve a punto de irme cuando era adolescente, pero el tiempo no le da permiso a todos.
Luego caí en cuenta que por más claro que tuviera ese instinto dentro de mí, serían pocos los que sabían que yo puder haber sido un gran cazador. Y con mi nieto rascando los segundos uno menos.
Entré, muy callado, y lo ví tendido en un rincón. Sentí un gruñido en la sombra del corazón. Resoplaba, las costillas expuestas moviéndose a la velocidad del último miedo. Su cara en cambio, era serenidad. Me vio de reojo y sonrío ligeramente.
Distinguí las huellas de arcilla. Supo que no ahí, quizás no pronto, pero que algún día, con calma lo odiaría por no haberme hecho caso. Sus ganas de correr hacen de que mi morir sea menos que nada.
Un estornudo.
Un aletargado parpadeo.
Un aroma a pino mientras se cruza la carretera.
Una brisa que ves venir de mares atrás y apenas alcanza a ondear las faldas.
–Yo así lo quise.
Su serenidad subraya su sentencia.
Hago un primer y último paréntesis en mi silencio.
–Y yo que te... ¿y yo qué quiero?
–La vida es muy corta como para no hacer los errores que yo más quiero.
Luego, sin prisa, fue dejando que se le cerraran los ojos.

domingo, 6 de enero de 2013

Dejé los montes y me vine al mar

Cada cumpleaños seguía esperando que llegara algún ratero a llevarse la televisión, el calendario y su ambición; para que si aquel año muriera, lo hiciera con la misma paz con la que se fue su padre.

sábado, 5 de enero de 2013

Rumbo a la fábrica de penes

Comodamente borracho en el que has hecho tu rincón, te ves cayendo, te vas flotando, vivís remando. Viajas con piernas de grillo y visión anamórfica. Bebes con sed de expiración. Piensas con compasión infligida, aprendida, amaestrada. Fumas todo lo que te regale humo .yunpocodeconsciencia. Te masticas. Te recuerdas. Quieres el cambio que más te ahuyenta. Y te aferras.
Canción de uno que tarareas. Es la cuota de entrada a una comunidad que se precia de paladear la soledad,
en la oscuridad de un estadio,
en el desconcierto de un pasillo,
en la intimidad del lavabo.
Les dan miedo sus deseos,
Pero los quieren ahora;
antes de estar muertos,
en tiempos de paz.
El humor, el zodiaco, la tripa y los libros; estas en manos que no son tuyas. Que no son de dios. Las manecillas de arena van ensuciando el baño. Los murmullos de un mundo tan cercano como alienígena se van enredando en los sesos. Y entre mediasnoches y cuernitos, en la hora impensanda tu comezón se derrite. Las piernas te tiemblan. Cagando antes de que salga el sol; explota tu mente; te quedaste solo; añorando tu invento; el que te salvaba de muerto; pero no; ya no; nunca mais; siempre no.

Nos caímos al cielo

"El mundo se fue poniendo boca arriba pero los pájaros seguían volando igual. Para ser ave no se necesita cielo, pero cuando el infierno se torna frío e infinito el miedo llega rápidamente al techo."
La mitad desapareció con la primera vuelta. Los mapas comenzaron su lento decenso hacia la obsolescencia. Un nuevo mundo nació, en un parto cargado de agonía. Habrían de pasar un par de generaciones para que a la tristeza se le olvidara que había echado raíces. Luego todos se creían normales otra vez, pero debajo de su piel había susto. Nació una nueva raza que sin saberlo se angustiaba al atardecer. Los historiadores, un número reducido de nostálgicos, reconocían el escarmiento insconsciente de bestias y hombres. Hubo quien humildemente se preguntó cuántas veces habrían pasado cismas así que no supieramos distinguir. Ignorar el pasado no significa no sentirlo. Ése era el origen del instinto. Sin embargo ningún hombre nace intuyendo que su vida será partida por el origen.
A lo ancho.
A lo alto.
Y desde el corazón de la tierra hasta el núcleo de cada individuo.