martes, 28 de febrero de 2012

Bisiesta

Nunca quise decir tal vez.

domingo, 26 de febrero de 2012

P

Las heridas siempre son consecuencia de nuestras maldiciones o nuestras bendiciones.
Contra las primeras, te emputas.
Contra las segundas, te odias.
Por eso los malditos siempre terminan por sonreír primero.

Angostura, te soy

Las historias son de tres. La mía es conmigo, la celebridad de nuestro pueblo y él, el primer hombre por el que siento una genuina compasión. La de él, encaramado en la barra, es entre él mismo, ella y una canción que más que canción es una llaga. En ambas historias la víctima es Fabián, que con toda razón empuña el vaso para no caer a su cisterna de pesadillas.
Yo me meto pistaches a la boca. Él, con sus anchos hombros abarcando un extenso tramo de la barra, platica con Luque, su único amigo pero por suerte su mejor también. Fabián, tercera generación de constructores, es famoso en Angostura por una sencilla razón. No son las casas que ha puesto de pie. No es su equipo dominguero de fútbol. Es Tina. La historia que vivieron juntos sólo ellos la saben; pero la mujer más talentosa, más salvaje y con más magia que ha creado la Angostura es Tina y eso lo sabemos todos. Tanto así que ya muchos sospechábamos que sólo había sido un error y que el mundo la iba a cobrar tan pronto ella estuviera lista para marcharse.

Porque acá no pasa nada.

De nada.

No hay museos. No hay tormentas. No hay crímenes y los únicos que vienen de visita son los de fútbol sala de Gayadita y Larcarráz porque la cancha del ayuntamiento es nueva. Angostura es, para bien y mal, autárquico. Lo que nace, a veces crece o nada más se reproduce y muere en la Angostura.
Pero Tina era distinta. No sé si qué era más, si hermosa o volátil; o más bien una era producto de la otra. Todos los hombres de mi generación pretendimos, en el mundo real o en ficción, ser algo de Tina. Yo tuve suerte, íbamos juntos en el colegio y no fue tan complicado hacerme su amigo. Tengo grandes recuerdos de esa amistad; pero la verdad es que a partir de que salimos de ahí rara vez volvimos a cruzar más de dos palabras. Poco a poco uno ve como la otra persona se va convirtiendo en alguien más y lo mismo sucede de allá para acá; pero nadie se da cuenta que ese rigor con el que empezamos a juzgar a nuestros viejos compañeros es sólo el resultado de una amistad tiesa. El compartir el día a día con alguien se encarga de amasar, de refrescar nuestras amistades; pero si no hay eso o un esfuerzo gigantesco por mantener la comunicación los lazos se van volviendo rígidos. Se vuelve incómodo. Ojalá se disolvieran, pero no, se ponen duros y entonces uno encasilla para evitar ser encasillado. Así lo veo yo. Hay quien dice que se pudre, pero para mí es más cómo que se entiesan.
En mi caso Fabián tuvo mucho que ver con la tiesa relación que hoy tengo con Tina. El día que terminamos el colegio fue el día que Tina y él se conocieron. Ella estaba tocando la guitarra en las altas horas de la madrugada cuando Fabián y sus amigos borrachos, apagaron la fogata. No recuerdo si Tina cantaba una canción de Dylan o Solari pero lo que si sé es que la guitarra estaba antes de que él llegara; y ahora la vihuela sigue y él es historia.
De esa noche en adelante fueron cinco casi seis años donde Tina y Fabián compartieron el asiento en un torbellino de prácticamente todo: amor, insultos, violencia, absoluciones, falsas promesas, gritos y carcajadas. Tina dejó de existir para Angostura y muchos celosos se preguntaban que hacía con un tipo como Fabián. La verdad yo nunca me lo cuestioné mucho, las veces que los alcancé a ver por la 5 de marzo se veían contentos. Desde el balcón que de su departamento Tina tocaba la guitarra por las noches o los domingos en la mañana. Tina siempre quiso ser algo de la música; todos opinábamos que más bien la música era parte de Tina. Todos menos su papá, que al final acabó prefiriendo que se enfocara eso que al ordinario Fabián.
La llama de Tina se fue apagando conforme la tempestuosa relación la fue absorbiendo. Su sonrisa se fue y en su lugar llegaron dos ojeras, que no paraban de ser atractivas, pero por las razones incorrectas. Días antes de que se largara me la topé en la fila de los bisquets. Haciendo tiempo le pregunté si tenía nuevas canciones en su repertorio. Se pasó un mechón atrás de la oreja, volteo hacia el lugar como para checar que nadie me hubiera oído y me pidió que porfavor no le preguntara esas cosas. ¿A qué se refería 'esas cosas'? No lo sé.
Ésto fue un miércoles, para el domingo ya comentábamos en el bar su desaparición. Todos nos enteramos porque Fabián, borracho y aturdido, con la mirada de un niño abandonado le preguntó a quien pudo si sabía algo de ella. ¿A qué hora se había ido? ¿Si se veía triste? ¿Si había llevado las llaves de su casa? Luego nos contó Ofelia su hermana, que vive en el piso de abajo, que la policía fue a callarlos por los gritos que se oían hasta la 5 de marzo y no se había atrevido a tocar la puerta. Las cosas que se dijeron ellos dos aquel día.
Tina se fue y la gente se puso de luto. A mí no me robó el sueño para ser franco, pero si era agotador ver cómo a la falta de la musa de nuestras calles, el gris de las paredes resaltaba.
Se fue y ya, para mí así era la cosa y no había mucho más qué contar.
Luego Tina volvió, pero como un fantasma. En el radio. La Angostura volvía a enorgullecerse de Tina al mismo tiempo que la extrañaba peor. Vinieron reporteros fetichistas a preguntarnos qué sabíamos de ella. El pueblo salió en la televisión con cada éxito de Tina. Yo sabía que ella tenía ángel cómo nadie en clase o en el pueblo; ¡pero no sabía que en el país! Uno se asoma para verla recoger su lápiz esperando alcanzar a apreciar uno o dos centímetros de culo y luego esa misma persona es la figura a la que se rinde el país entero. Me pregunto cuantas personas se sienten cómo yo de ser los coristas ordinarios en la vida de estos diamantes exóticos.
Todo parecía indicar que Tina se había recuperado a sí misma.
Y que luego se había regalado al mundo.
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Tres años viniendo a este bar y nunca había visto a Fabián aquí.
Tres años que Tina no había puesto en Angostura. Sus padres vivían ahora con ella en la capital y lo más cerca que habían pasado por aquí fue la noche del concierto en Gayadita.
Tres años sin pensar realmente en él o ella, aunque a ella la veía en carteles mal pegados en las paredes o en notas del periódico.
Y hoy, sentado desde mi mesa lo tengo a unos metros pero todo es tan distinto.
Un chico, sin saber quien es Fabián, ha puesto en la rocola el último sencillo de Tina, 'Te soy'. Después de eso Fabián se ha ido emborrachando a pasos acelerados mientras le vomita a su colega lo que le sucede por dentro. Luque, leal y tonto como perro, sólo asiente en silencio. Esa canción que hoy es un éxito nacional es una veta incandescente en el corazón del gorila aquél. Lo tiene confundido. La analiza. La inhala. Le duele. Lo confunde. La exhala. El es un peón que se siente aludido y ni siquiera tiene la certeza de si en verdad habla de ellos: de Fabián y de Tina. Para el resto de la gente trata sobre ellos mismos, sobre sus problemas; cada pareja la apropia como si Tina fuera un relator omnipresente de todas las vivencias amorosas del país. Pero Fabián cree o quiere creer que en verdad es él de quien su antigua pareja canta. Los chicos ven un póster y se enamoran de esos ojos enigmáticos enmarcados en rimel negro. Fabián tiene mil y un recuerdos de ella en su cuarto. Un millar de razones para reinterpretar, sino lo mejor, al menos lo único auténtico que ha pasado en su vida.
Los chicos terminan por irse de fiesta a otro lado. En el local sólo quedamos el barman, aquellos dos y yo. No me arriesgo a irme así nomás. Pero menos me atrevo a decirle algo.
Qué díficil ser él, una sombra de algo etéreo. Cómo las madres de guerra que no tienen derecho a duelo al nunca ver el cuerpo de sus hijos desaparecidos, Fabián no sabe si sentirse afligido pero orgulloso de haberla marcado o ridículo de haberse creído tan importante.
Sin hablar pone unas monedas en la barra. Luque las toma y camina a la rocóla.
'Te soy'.
Luque toma en silencio, sin voltearlo a ver. Es un fiel guardián.
Fabián se acomoda y ya no alcanzo a verle la cara. Se afianza bien en la barra; listo como marinero en proa para recibir la tempestad. Me pregunto si alguna lágrima se le escapa.
La música suena. La voz de Tina, dolorosa, se resbala entre las notas.
La compasión es darse cuenta de la total impotencia de uno ante la miseria del otro y sin tener a algo o alguien contra quien cabrearse.
Tal vez contra la Angostura.
Que de tan gris ya tornó negra.

típico


Si no vas a morir por tus ideales asegúrate de venderlos por algo bueno.
Escoge bien tus vicios y nunca desaproveches un ridículo, que si no te concentras lo suficiente es que intuyes lo correcto.

Yo salté a la nada. Me suspendí a medio vuelo y alcancé a ver en sus borrosas caras destellos de asombro. Me sumergí en lo oscuro y cuando más cerca estaba del fondo (ese que yo me había comprado) recé porque el anzuelo de la luz no se retirara sin mí. De vuelta a la realidad compartida pasó todo: palmadas en el hombro, aplausos de lejos, envidias encapsuladas y cariño ganado, obtenido o arrebatado.
La verdadera soledad no es quedarte contigo mismo, es perder la sincronía entre tu identidad y la que te otorgan. De qué sirve que te llamen valiente cuando sentiste frío cada fracción de instante que duró la prueba. Para qué matarnos por una medalla con la cual decorar nuestra tumba si ésta no se atiene a nuestra personalidad. Robaste el código de barras de una sombra que no era tuya y se te clava como una astilla en tu torso falaz.

miércoles, 22 de febrero de 2012

jueves, 16 de febrero de 2012

caída felina

¿Quien dice que los genios existen? Al final del día se trata sólo de mezclas más exóticas que otras.

miércoles, 15 de febrero de 2012

De ese orden;

El desorden es un cordón largo largo que evidentemente nunca juega en línea recta. En los nudos centrales es donde ocurre la fiesta. A los extremos se aferran de un lado las personas que no saben degustar el cagadero y del otro las que lo profesan con demasía; su pendejez no alcanza a unirlos y al final quedan volando como lo que son: jodidos que se perdieron el bailongo.

Cascabilis

En caso de tratarse de un desamor ordinario, solicíte a la instancia más cercana material alucinante, destructivo y complaciente.
Escuchar sirenas es un síntoma común. No desespere. Episodios de esta índole le suceden tanto a criminales como a marineros.
La autogestión sexual es un auxiliar, más no la columna vertebral de su sanamiento.
Abusar del chile conduce a pérdida de energía a través del sudor, a la intolerable picazón y al odio a uno mismo.
Ignore recetas que recomienden dichos menjurjes; han sido rotundamente comprobadas obsoletas.
Sentirse bien no refuta el hecho de que el veneno sigue aún en sus venas.
Sangrías a la serpiente para descubrir el antídoto correcto suelen hacerse en lugares tropicales.
Si ud. no se halla en dichas latitudes pregunte por remedios caseros que involucren entumir partes estratégicas del cuerpo.
No pensar no es sinónimo de ser bruto. No pensar es una elección que hay reflexionar a consciencia para poder llegar a tomarla.
Siempre que maldiga, hágalo a futuro. De esa manera no dañará la imagen consumida de aquella figura que le regaló placer.
En Persia se hablaba de una panacea que no nada más devolvía a uno su razón, sino que favorecía al líbido y al carisma.
No hay, y es altamente probable que nunca haya habido, tal cosa.
Las reglas que no son flexibles están destinadas a ser abandonadas pero hay algo que merece la pena señalar:
Nunca persiga el sonido del cascabel. Invariablemente son víctimas que acaban siendo arrinconadas a guaridas oscuras donde son devorados en menos del transcurso de una noche. Los pocos que salen a la luz después son dementes que se arrastran y responden al sonajeo como autómatas indignos incapaces de recordar que en alguna instancia atesoraban su integridad.
No persiga al cascabel. Usted puede ser que no sienta vergüenza después de amanecer en el lecho de la lobotomía.
Pero, ¿y sus amigos y familiares?


martes, 14 de febrero de 2012

Bajas

Me sorprendía no que hubiera aprendido a sonreír, sino que después de todo esto no se le hubiera olvidado.

Alfombra Delatora

"No. No me das asco. Ojalá me dieras asco. A tí te convendría darme asco."
Tiritando, la niña de veintitantos, acaba de rodillas.
"Llevo años trabajando en esto como para saber los riesgos que hay entre ustedes los sidosos y nosotros los caritativos no es acerca de salud o higiene."
El saca un pañuelo y se quita los tenues trazos de lápiz labial de la boca.
"Aprendí a la mala que el sida no es lo peor que me podrías contagiar. Tu verdadera enfermedad es de valores."
Su boca enmarcada de un rosa cosmético suelta un grito de humillación.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Segundos & Tijeras

"Si todo sale bien..." Así empezó el de atrás y dejé de escuchar.
Nada más pude pensar que tal vez las palabras se inventaron para poder hacer nuevos chistes.
Y corté el cable rojo.

Amortiguador de ausencias

Devorar tu pena y envenarme de ella.
Tu gloria y mi derrota, hermanadas por siempre.
Seguirte a tus sombras e iluminarlas con mis cicatrices.
Soy yo quien respira al fondo cuando te escondes para llorar.
Soy yo quien sonríe lágrimas para aligerar tu pena.
El tiempo que nos privó de ser nosotros.
Somos una versión paralela de nuestra proyección idílica.
Muecas en silencio que dibujan la lluvia interna.
No quiero odiar. No quiero. No quiero ser más ya.
Presionando contra el muro que detiene el rencor.
Luchando por devolverte la vida que te mereces.
No fue el destino, ni el azar. Fue el puto mal tino de un sinsabor prefabricado.
Quiero morirme exhausto. Sin nada más que ofrecer.
¿Cuándo llegará el dolor que me devore por completo?
La luz tan poderosa que malacostumbra se fue para siempre.
De ahí las ganas de explotar.
Para ser un destello que te vuelva a hacer sentir viva.
Que cambie a los abandonados por siempre.
Existir con lo que te toca es apenas perdurar en lo que el cuerpo se pudre.
Dicen que no se vale; pero para ser cierto eso tendría que haber reglas.
No hay leyes, ni autoridades, ni buzón de quejas.
Somos tu y yo solos en un bosque al que siglos de existencia le han enseñado a no comprometerse. A ser lo que es. Niebla de noche y viento de día.
Prométeme. Otórgame una razón de seguir tratando.
Porque no sé hasta cuando tejeré una lírica que nos distraiga de mi veneno.
Una lucha interna, como la de todos, pero que se deposita en tu realización.
Mi camino borra su propia estela para poder perderme en paz. Sabiendo que escogí el error, no porque no sabía diferente, sino para garantizar que el traspié soy yo y nadie más.
El de las alas rotas. El fulminado. Pesadilla de ensueño.
Lo que pase después será un nuevo planteamiento.
Y de mi cripta saldrá una flor que apunte alto para poder verte sonreír.

jueves, 2 de febrero de 2012

Atlántico

De grande quería ser cádaver porque de chico lo espiaban las estrellas. Un viaje que valga la pena, en papel, en tierra o en tu cabeza. La gente ya se olvidó. Se olvidó. Las grietas de tu piel son el camino al polvo. Contra la cruz. Por los nuestros. Los motivos y los lugares ya no importan. Importan los clavos que revientan tu piel. Huecos sin sangre. Sobrenatural. Anticaducidad. Sonriente. Flagrante.
Me das por sentado. Me juzgas por mi nobleza y me acorralas a mi crueldad. Noches de astillas con vaho para cenar.
No es nada. No da miedo si te entregas a la oscuridad. La que nos consume entre sueños. No nos hagamos tontos, derrochaste el dolor de los que sacrificaron por tí. Por monedas. Por ideas. La casaca que te pones es falsa. La única verdad que vence las rodillas y ajusticia por igual es que somos mentirosos. Somos maricones. Somos prófugos.
Música prenatal para las fanfarrias de tu descorazonamiento. Animales de humo. Aliento a migajas. Eres un corto circuito de un suicidio mal planeado. De reojo siempre viste a las otras razas. Sin darles oportunidad, más porque no te descubrieran que por desconfiar. De rodillas o en auto último modelo, vas de bajada y no importa si el viento te hace sentir único e importante; tienes que bajar la vista para ver que te arrastras como babosa a ritmo fúnebre.
Al final ir despacio que lo único que te regalo unos minutos antes de implotar.