lunes, 26 de diciembre de 2016

_mbsp


Decía hasta nunca pero en verdad tenía que haber sido un hasta siempre. Así fue como no se despidió de mi. Así será como yo muy pronto me haga al día imperceptible. Desde allá viene una avalancha de esferas volcánicas, listas para erupcionar en toda dirección: desde el aire, el agua y los dormidos. Son cascadas de luz que nadie cree que no ha visto.
Se crispa el momento para quien ha llegado su llamado. Lo que más eres no está aquí, esta allá arriba. Alza la vista. Afianza a tus nubes. Florece de noche y corre a la luna.
Hasta el día de hoy, descanso cuando te veo. Cierro los ojos cuando te escucho. Me aligero con tu respiración. Me hago fuerte de todo lo que eres y es imposible de percibir con los sentidos. Eres un vigoroso suspiro, a la vuelta del cielo, capaz de atormentar a mi hambriento diluvio.
Existe un fin. Lo ha habido siempre. Hace tiempo que no nos toca el nunca porque ya que nos hemos mirado, se hizo inseparable lo fugaz y lo eterno.

scor


Un rompecabezas completo es un festejo. Se enamora de sus logros y de la firmeza que genera la suma de sus piezas. Lo demás son construcciones de tamaño irrelevante. En ellas sólo sobresale el hueco. De ahí emerge el discurso que versifica parches para hacerle frente al vacío.

Un eterno zoom hacia la nada


Ahogados entre estatuas y estrategia, se hace oscuro desde temprano, ante el precio de tocar interruptores. Afuera hay una inaudible brisa que emana del puré de abanderados del caos.
Lo último colectivo será la angustia.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

un calendario para los muertos


Al año, en este planeta únicamente, hay más de un millón de suicidios (el 1.8% del total de muertes humanas). El 56.8% en el caso masculino (32.% en mujeres) es a través de un arma de fuego. De esos 638,641 suicidios, en promedio, menos del 0.1% son suicidios en los cuales un sujeto recién divorciado se mete un tiro en el baño con una Beretta Laramie .45 y esa misma noche, un ladrón se mete a robar la casa (*una tele Panasonic ochentera) y antes de encontrarse con el cadáver y sin caer en cuenta de su ofensa, tira la nota suicida por la ventana al embarrarle un sobreusado chicle de menta.
La estadística la sé por internet. La historia la sé porque el ladrón soy yo.
No me lo tomo a risa, ésta es mi nota suicida. Tampoco me parece exagerado quitarme la vida ahora yo. Hay cosas que son sagradas y uno no puede ofenderlas. No es que sea religioso. No lo soy; pero tampoco creo que hay que serlo para saber que la muerte es algo intocable. El recién divorciado se quitó la vida a cambio de dar un mensaje. Ignorante de su discurso (busqué la nota por la calle varias horas por la noche hasta que llegó la policía y tuve que huir [alguien tuvo que haber llamado después de oír el cristalazo por el que entré]), me parece que la única garantía de lograr la difusión correcta para que al menos el difunto predicador tenga la atención que se merece y no pasar como un suicida indescifrable cualquiera, es matarme a mi mismo y manifestar esta absoluta ironía para que algún retorcido periodista (al cual agradezco eternamente esta atención -ya que si otros ojos además de los míos leen estas palabras, es por su altruista labor-) publique la nota en un periódico amarillista (al cual agradezco, también eternamente, esta atención).
No conocí al suicida. Sin embargo, aún no siendo alguien religioso, siento que lo conoceré en unos minutos. No me mal interpreten, no creo que nos vayamos a dar la mano en un vaporoso edén o en un caluroso infierno; simplemente presiento que al estar de verdad en sus zapatos, conoceré sus máximas inquietudes y más profundas despedidas -materia prima básica de todo hombre moderno-.
Sin más, me retiro a pagar mi ultraje. Mi elección es y siempre ha sido una Ruger LCP 380. Al igual que mi desconocido más cercano, la regadera será el último paraje. Su última gran acción fue eliminar a un ladrón de este noble país y de este asombroso planeta. Espero que esta acción también me redima, no porque crea en el cielo o el paraíso, sino simplemente porque la justicia en vida me parece que es lo correcto.

Una sincera disculpa a mi arrendador. Dudo mucho que mis anacrónicas pertenencias vayan a cubrir el daño a la loseta.

P.M.

pd. Me rehuso a reescribir la carta de nuevo. Lo que estoy por hacer no es fácil y procrastinar o dilatar los deberes me parece que es el gran trastorno de esta era. Simplemente recordé, mientras cubría el espacio con periódico y siendo congruente con el penúltimo párrafo, que también ofrezco mi muerte a ser usada con un fin político que comprometa el exceso de poder que hoy en día las altas esferas del PRI, inclusive el Partido Republicano yanqui, poseen sobre esta fracción del continente. Digamos que este último fragmento es un talón que puede ser arrancado para dejar en pie el texto y mensaje original, o puede significar la desaparición de la nota completa (otra gran ironía tomando en cuenta el destino de la nota suicida que dio pie a esta segunda) y la significación antisistémica que le darás tú el orador.
El poder está en tus manos.
pd2. Querido orador, le suplico que una vez que escoja usted el camino a tomar y por ende, la significación de mi suicidio, elimine pase lo que pase, estos (y los consecuentes) post-datas de esta carta o la carta en su totalidad. Odiaría que estos últimos minutos con vida nada ocurrentes que estoy conllevando con la mayor dignidad posible, se convirtieran en un patético chiste de humor negro.
pd3. Si estoy rompiendo el pacto con el primer suicida, respecto a divulgar su mensaje, es sólo porque a partir de lo que vi en el, su hogar y la crisis mundial, considero que el estaría de acuerdo con el cambio de planes.
pd4. Si me estoy por suicidar, aún con el posible cambio de planes respecto a la retribución que estaba (o estoy) haciéndole al primer suicida, es querido orador, porque creo en los valores y como estos son fundamentales e intransferibles, independientemente de los resultados. Espero esté de acuerdo conmigo y, una vez más, le agradezco que me ahorre la vergüenza de ser leído como un suicida con 4 post-datas. Estoy en sus manos.

jueves, 15 de diciembre de 2016

de tamaño y de corazón


Si las madres de todos esos niños muertos hubieran sido asignadas al azar, el llanto hubiera sido el mismo. Era, y será por siempre, una nube de pesar que contagió a huérfanos, infértiles, divorciados, seniles y orates por igual. No había que hacer tierra para ser invadido por el escalofrío.
El desgarre era parejo. Como si las mesas de todo un país cojearan al mismo tiempo; como si las regaderas se hubieran coordinado para dejar a medio baño a todo un pueblo; como si algún ser ínfimo y travieso hubiera cambiado la azúcar por la sal en toda alacena de cada cuadra, cada distrito. A eso sabía el mundo en esos amargos rumbos.
Por otros lados se usaban las mismas palabras para describir achaques muy distintos. El idioma global los traicionaba. Lo que pasaba ahí no era digno de las palabras, o tal vez eran las palabras quienes se achicaban ante la ofensa encarnada que se disparaba sin descanso hacia los más niños, de tamaño y de corazón.

De donde vendrían aquellos quien sabe. La tierra había sido primero de la tierra, luego de la madre y antes de ser heredada al hijo, el rey se volvió asesino.

O algo menos.


Nos hace falta tener menos porque nos sobra vacío. Ya no hace falta ni tiempo, ni descanso, ni ofertas, ni llamadas, ni rebajas, ni actualizaciones para sentir que no elegimos lo que podíamos haber tenido y nos esclavizamos por querer poderlo. Me sobro yo de ti. Te abrumas tú de ti. Nos agotamos sin vernos y dormidos nos olvidamos, uno del otro y de lo aprendido ayer -que ya no importa porque hoy ahora es mañana-. Nos divorciamos de las manecillas; y de las cartas lindas; y de los ritos obligados; y de lo que sea que sea el antónimo de la siempre impositiva, nunca complaciente: moda. Me odia porque me odio y me odio por no ser quien me gustaría.
Lloran los abuelos y las guitarras que inventaron para llorar las elecciones que nunca tuvieron.
Sonríen los adolescentes a la cámara que inventaron sus padres para captar la espontánea alegría.
Queda, entre el cero y el uno, todavía un número por ser descubierto, aquel que ya no es vacío pero no alcanza ni la madurez, ni la entereza. No es tristeza, es algo más.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

laquelaquelmedicoseñale


Porque no siempre se puede ser astuto hay que decir lo obvio, pero tampoco hay que ser repetitivo porque eso aturde y sin embargo, no para todos es obvio. No que por saber lo que es magia negra para los invidentes de lo obvio uno se hace astuto. Así no funciona.
Lo que sí suele ser funcional es ser normal. Para eso hay que intentar vivir la mayoría del tiempo en el mismo lugar. O ser nómadas muy lentos. Como para irse cocinando a sí mismo en una escala de grises, grises personalidades sombría y discretamente agradando -nunca agrediendo- a otros grises. Es obvio y funcional. Ser normal. Pero así no impresiona.
Impresiona ser perspicaz, inteligente, astuto y diferente. Pero muy pocos los hay... o quizás hay demasiados donde uno vive. Para desmarcarse hay que emigrar, cocinarse a uno o de a dos para que lo natural de uno sea claro, que no es obvio y sea simpático, que significa ser grato en lo químico, que está en control de la ciencia del ser: el crecer hacia lo crecido y no lo torcido.
Por eso se educa, se construye, se inventa, se parcha, se compone, se invierte, se adorna, se limpia TODO uno. Es la magia del trabajo, que no tiene truco. Y hay que intentar trabajar, pero antes hay que intentar intentar y antes hay que despertarse temprano para que de tiempo de todo ello. *De labrar la ortografía, el buen aliento, la prudencia, la salud y el dominio de la canción del momento. Mucho se puede hacer por ser mejor y mucho no está siendo hecho en hacer querer a alguien más ser mejor de lo que ya es, no de lo que es para nosotros, sino de lo que es ella o el para ella o el en los ideales que ella o el escogieron imitar de ellas o ellos y crear a partir de los singulares vivencias que ella o el tuvieron con alguien másss.
Se puede, se vale, ¿se debe?, sucede querer ser mejor. Hay canciones, películas, personas, que nos motivan y nos hacer querer ser mejores. De nosotros para nosotros por otros. Y se puede aprender dónde van los acentos, se puede incorporar a la rutina el lavarse los dientes, se puede convencer de tomar más agua y menos cerveza, pero ¿se puede mejorar eternamente? ¿se puede trabajar la disciplina para tener la disciplina necesaria para generar el compromiso necesario para comprometer la disciplina de uno a ser mejor hasta el punto del máximo potencial con el que nacimos?
Porque hay de perfectos a perfectos. Hay de agradables a agradables. Hay de raros a rarísimos. Y de normales a aburridos. La culpa la tienen los papás de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás, de nuestros papás... y así hasta la culpa de algún mamífero que ¿qué culpa tiene?
La de tenernos no sólo imperfectos sino con capacidad limitada para llegar a nuestro potencial limitado. Somos la versión poco trabajada, ligeramente desordenada de un instructivo mialegría que, en gran medida, es incompatible con su tiempo porque fue programado por los que hoy son ancianos que fueron programados por los ya muertos.
De ahí el querer ser astutos, no querer ser obvios, querer funcionalidad y diferenciación sin el rechazo y la soledad; porque hay que compensar los milenios de todo esto en menos de un siglo y además hay que tener las ganas para pararse temprano a hacerlo.
Por eso el a primera vista, el ideal, el platónico, el imposible, porque sin que nadie lo esté intentando, ni queriendo, ni buscando, uno está con jactante y jugoso orgullo regalando, exponiendo, vaciando, revelando sus vacíos. Que son los que nos llenan. Que son los que motivan. Somos charcos de gasolina en busca de esponjas nada nuevas. Somos discos rayados que suenan a lo que los invita a ser una bocina vieja. Somos mapas con imperios caducos en las manos de analfabetas mocosos que no dejan de ver todos los colores que hay entre océano y océano.
Somos generosos de lo que nos falta y ligeramentemuy egoístas de eso que más amamos, que ya encontramos.
De gris ambición o ambiciones grises, somos obvios, lentamente nómadas y contra nuestra voluntad o intentos, muy astutos.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Semirremolque de seis ejes


Cuando me muera, y será de mañana y algo pronto, quiero que me entierren ustedes, los nunca cínicos y perpetuamente chapeados. Sólo pido que encima, como una piñata ultrajada se me vacíe de arroz, embutidos, linternas, bebidas para la seca y bebidas para mojarse; sus libros favoritos que nunca tuve vida para leer a tiempo y sus pelusas de ombligo para llevarlos cerca; un corán, un talmud y una biblia; un mapa de este mundo y otro de un lugar incierto; la correa de mi perro y la madera que sostuvo a ese sillón que me ganó en durabilidad el muy necio; un óbolo bajo la lengua y las gafas oscuras que jamás compré por temor a parecer mamerto; pero sobre todo, quiero una foto tuya para buscarte con ella si llegara a quedar ciego; y un recado dactilar que tatúes a mi tercer ojo, para que aún perdido por la eternidad, tenga la paciencia que me faltó en vida y que me tiene enamorado y muerto.

lunes, 5 de diciembre de 2016

changestrange


Before I knew about the Tomorrow Center for Tomorrow in downtown I read,
-jotted down on the back of a Chinese blue and white plastic imitation ceramic bowl-
'to know isn't to feel, and you shouldn't just know that'.

lunes, 28 de noviembre de 2016

deMicroondas


Una lágrima maquillada pensada para abrir candados que se juraban imposibles logró su objetivo. Ahora, el mundo que se jura más sapiente y espiritual, resulta también, una tierra menos segura.
Si quieres, ódiame; pero no me esperes.

viernes, 25 de noviembre de 2016

la incongruente marcha centrífuga de los retornos en u


Como si permanecer en silencio te hiciera más sabio. Como si por ver a dios se fuera más espiritual. Como si por robar una vez uno fuera incapaz de amar siempre. Como si el servicio y la obediencia minimizaran a quien los ofrece. Como si el azul contaminado de un cielo demasiado adentro en tierra firme, sirviera como página de un menú cargado de vicios. Como si la claridad fuera una virtud de seres inferiores. Como si tú y yo, sin conocernos, aún no hubiéramos existido. Como si lo asqueroso resultara incomestible. Como si la soberbia se pudiera diluir en el garrafón de un tiempo infinito. Como si las betas de la madera aparecieran menos hermosas por estar montadas sobre un mueble impráctico y horrendo. Como si la tersa piel de una mujercita desnuda se prohibiera por anunciar el fin de los flácidos vejestorios. Como si la sentencia de muerte a desconocidos doliera menos que la brisa de un balcón en primer piso. Como si de éste párrafo imperfecto se hubieran borrado las mejores oraciones por la codicia de un autor desconfiado. Como si la última membrana al fondo de tu cordura hubiera sido hipnotizada por un ritmo rara vez visto. Como si de pronto todo fuera un poquito más lento y tú un poquito más transparente; y te fundieras con el viento. Como si todo esto, se convirtiera en canción y ya no extrañaras a tus amigos menos eternos.

domingo, 20 de noviembre de 2016

disipáis


Bajaba Sosioux por la calle de Frontera cuando se encontró un gorrión muerto en el piso. Alzó la vista buscando la causa de muerte del ave pero sólo encontró un cielo nublado diseccionado por el negro cablerío que flota sobre la cabeza de todo chilango.
Le tronaron las rodillas cuando se puso en cuclillas para inspeccionar el cadáver. No tenía heridas visibles; al contrario, parecía la víctima de un paro cardiaco fulminante o una sigilosa y delicada estrangulación. La misma tenue tristeza que no había sentido de camino al ver las portadas de periódicos con los jóvenes muertos a balazos, se instaló en Sosioux.
Recogió al gorrión y se lo llevó con ambas manos. Dio vuelta en la calle de Durango y al llegar a Morelia vio como dos coches chocaron en plena esquina. Lo increíble era que la ruidosa colisión había sido producto de un Jetta pasándose un alto y una camioneta CR-V bajando en sentido contrario por la perpendicular. Del Jetta rojo se bajó una señora ligeramente obesa con luces para disimular sus canas. De la CR-V descendieron dos mocasines que sostenían a un espigado treintón con medio kilo de gel engarrotándole la melena.
Se miraron odiándose, queriendo reclamarle al otro la estupidez propia. La confusión, glaseada en susto y empoderada en un mediocre seguro automovilístico hacia de aquel amargo intercambio de recíprocas inspecciones, un maridaje singular. Con la compleja ambigüedad que tiene el rostro de un hombre recién masturbado meciéndose entre la satisfacción y la culpa; o el trabajoso semblante de una mujer que en el pasado fue estratosféricamente gorda y adelgazó por sus propios medios y sacrificios para después verte con orgullo y desconfianza; así se miraban, in-descifrándose el uno al otro.
El tableaux duró un largo instante. Seguramente se atragantaban sus reclamos al caer en cuenta de la fragilidad que tienen los argumentos de quien viene, precisamente, de romper la ley en una jerarquía similar a la del otro culpable.
Sin hablar, cada uno se metió a su auto y se largó enfurruñado. La CR-V se alejó por el sentido correcto de la calle y el Jetta aguardó a que se pusiera el verde para llevarse su hundida defensa y su abollada dignidad. Los dos huyeron, como si la culpa o la responsabilidad, al no ser reconocida por nadie, fuera algo que se evaporara. Quizás tenían razón y en efecto, la culpa se evapora; y como todo cuerpo de agua sin importar su tamaño, tiene (¿o se debe?) un ciclo en el cual se gasifica, se hace invisible al humano y después se desparrama en tormentas a miles de kilómetros de distancia.
En la misma esquina del choque Sosioux dejó caer al suelo con sobrada indiferencia al ave fallecida. Caminó un par de cuadras más y al llegar a Tabasco se frenó en seco. Delante suyo, a media banqueta, un gorrión muerto sin motivo aparente, yacía inmóvil.



martes, 15 de noviembre de 2016

Los abscesos pueden formarse en casi cualquier parte del organismo.


Mi hija se enamoró de una cuchara en la secundaria. Yo pensé que era algo para irritarme o alguna broma sexual. Se casaron el año pasado. A pesar de que en un inicio reprobé la relación, mi mujer me acabó convenciendo que no tenía sentido el pedir explicaciones. Acepté a la cuchara y me vi obligado a pedirle una disculpa. Lo que hoy en día me parece más extraño es que no tenga un nombre propio. Tal vez es algo que mi hija me esconde por miedo a que yo denuncie la unión. Quiero pensar que por eso no fui invitado a la ceremonia.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Sin límite ni horizonte, cayendo hacia el cielo


Flotando hacia atrás, muy lejos de aquí, en una vuelta infinita donde solo estaba yo contigo y nadie más; aprendí.
(aquel que pone la otra mejilla es generoso; aquel que se deja robar es libre)

jueves, 10 de noviembre de 2016

Hojas muertas que aún no mueren pero ondulan por el aire hacia la absoluta mortandad


La comezón de una letra se rasca con cartas anónimas a un lector perdido. El frío debatir de dos amigos que ya no lo son, se escalda de arrepentimiento y digitalismo. La idea depilada de una comunidad excluyente de todo lo que no es sagrado, navega por el río urbano y desemboca en la catársis del reciclaje.
Toda la estupidez que me sobra, por exceso de dormir y falta de estar bebido, la riego en tus párpados necios que buscan nitidez y en mi encuentran un afectuoso desafío.

martes, 8 de noviembre de 2016

Terror del vacío


Silencio, aún lo puedes oír. Vive dos pisos abajo de ti. Escucha un disco de opera ligeramente rayado todas las noches. Tiene una tendencia al espiral, como todo ducto a la locura. Sin embargo está más cuerdo que nada. Es tú cuerda. Es un mecate de agua que engrana tu existencia. Ahora llueve. La hojarasca de años de auto-ignorarse amenaza con taponear las salidas. Sobrevivirás. Tu sí. El vive dos pisos abajo, no sé.
Lunas apiladas, una sobre otra, sostienen los techos que al mismo tiempo protegen a pelados y felpudos; también sentencian el punto de asfixia estratificada. Así va ahora. Todos en la fila al desfiladero pero con tráfico en la fila. Los que logran empujar a otros antes que sí, se vuelven migrantes y los repudian todo aquel que se sienta amenazado de ser acercado a la cuarta edad.
Morirás. Tu sí. Lo ilógico ahora es que no lo hayas hecho ya. Lo charro es que lo reniegues por vivir abajo. Lo dejaste latir hasta la inexistencia. Ojalá antes de que el granizo lo condene llegues a oír a esa soprano que eras cuando, de menor tamaño, eras tamaño corazón y jugabas en el atrio de cantera que sin color alguno cada mañana postulaba momentos entre el azul y el naranja.

viernes, 4 de noviembre de 2016

carácter adolescente


Se me hacía fácil,
dormir juntos a deshoras.
Oía los reclamos para mí
cual infantil regaño que desatendí.

No quería que importaran
los calendarios y las horas;
razones fantásticas que
hoy son excusas necias.

Impuntualidad,
conmigo mismo;
inhabilidad,
de ser preciso.

Me saboteó el tiempo.
Yo ciego de ver al sol,
y detrás caían las hojas
de un otoño tempranero.

Quería quererte más,
sin orden y sin prisa.
Hoy una recámara vacía me avisa,
que se me hizo tarde.

jueves, 3 de noviembre de 2016

vecesversosbesosbestias diez


*Dos rollizas viejas dando vueltas sobre su eje a medio banquete. *Una parvada de golondrinas como puntillismo en el cielo. *Las ganas de querer buscar algo. *El trabajo de un asistente de velador que ve la tele por horas y no recuerda una sola imagen que pasó ante sus ojos.
Es aleatorio, sí; pero una vez que existe ya es intencional. Tan sordo como un peluche y tan triste como una cortina vieja, así me veo. Nadie sabe que espío a una adolescente recién salida de un nocturno regaderazo con los senos vulnerables al lujurioso y estático aire de una habitación citadina. Ella sabe de mi existencia; y en este mundo que todavía existe, queda un rastro de suciedad en su acto. Suenan esferas chocando entre sí en mi cabeza. Caen mareados globos de un puente campirano a un río que agoniza. Una abuela rumana, con la cabeza envuelta en un pañuelo, se ríe de mi mediocre imaginación. Por eso hay veces que me gustaría haber sido yo pero alguien más. Las uñas de negro, tatuajes perversos en tinta rosa y un rotundo aborrecimiento por el silencio, pienso o creo. No sé cual es la diferencia.
*Las niñas pubertas que se abrazan en suéteres de lana. *El humo de marihuana que nace con fuerza de una boca a media sonrisa. *Un amanecer en parpadeo de neón. *Atrapasueños colgando de un árbol muerto. *Una cigüeña que picotea un pañal cagado en un basurero metropolitano. *Los colores de una bandera que aún no existe.
Todavía hoy -u hoy tanto como siempre- hay lugares a los que no podrás llegar. Que sí existen. Que igual imaginas. Que añoras sin fundamento. Que en su ser exento de pretensión, cuando los ves, te lastiman.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

sí son (soncondimentos)


Una sonaja suena todo el tiempo. Mueve mis sueños y flota cuando busco ahogarme. Hay un ritmo perfecto, que nadie escucha. Quisiera yo, descalabrarme en ti. Regalarte de mi interferencia, la claridad que necesitamos todos. Sigues nueva. Tu aroma a risa inédita y nocturna aún me guía. Me lleva a la superficie de forma lenta y constante, con el ritmo de una sonaja que suena todo el tiempo pero que apenas aprendí a escuchar.

lunes, 31 de octubre de 2016

sosiego


Extraño a quien era.
Extraño ser padre cuando fui un hijo,
y tan lejano como fui de quien soy,
creo aún recordarme bien.

A veces quiero hablarle y vaciarme.
Quiero decirlo y no me atrevo,
-no cuando todavía hay más tiempo-
inentendible a este momento.

Sé que a distancia nos abrazamos.
En el trabajo olvidamos,
Que sabe amargo, quien ahora fuimos.
Es como un péndulo,
del miedo a la incontinencia,
de la asfixia a la natación.

Los días retornan los mismos.
De noche, somos animales primarios.
Aún recuerdo la puerta con seguro,
el sábana húmeda,
el silencio ruidoso,
y esa honda necesidad de ser alguien más.

miércoles, 26 de octubre de 2016

lágrima de limón


Con la misma claridad que ofrecía el crucigrama que llevaba atrapado en la axila, viajaba Mariano Tello. Aferrado a su silla en un vagón retacado de seres en tránsito, pescaba con la vista los huecos que dejaban las otras miradas.
Como para no sentirse comprometido.
Como para que un lado de su cara no se cayera bajo el arropamiento de una ignorancia demasiado intencionada.
Era un ciudadano más. Eran muchos para que un insulto o un descuido de bajo impacto sea procesado por la ley, la comunidad o la ley de la comunidad.
La igualdad de género se convirtió en la inyección letal a la caballerosidad. La democracia se enquistó en los genéticamente indiferentes. El rencor a una agresión ya olvidada torna ese impulso de agresión en algo vago, de poco tino y nula justicia -como si el selvático ojoporojo tuviera todavía un alto grado de vigencia-.
A Mariano se le debía el servicio de un banco del que no era cliente. Aún no le llegaban las disculpas por una sobredosis de tráfico de la cual él formaba parte. Esperaba que la comodidad que le fue usurpada por algún imbécil inconsciente de sus derechos básicos, le fuera regresada con creces por la penuria tolerada.
Viajaba Mariano Tello, con otros mil, abordo de un vagón para cien; en una línea recta, serpiente en rigor mortis, hacia el infierno. Y a todo el mundo le valía verga.

martes, 25 de octubre de 2016

los más noches ésta triste


No vivía yo en México; pero tampoco creo que en aquella época yo viviera en cualquier otro lado. Hay un resplandor que el mundo ignora. Está demasiado concentrado en la hora mágica, en la bruma o en los polos de aura impecable.
Pero sí hay, un momento, de invierno tropical, entre las diez y doce del día, en el que el sol, desde su origen de cosmos suspendido en su penso -del pensare latín- pierde la carrera al asfalto a escaso metro y medio de lograrlo, hay partículas, de todo tipo de orígenes *contaminantes, residuos orgánicos, humo de tabaco, humo de cocinas económicas informales, pelusa intergaláctica y en ocasiones, residuos nigrománticos* que frenan al sol, no lo reflejan, es más un choque y un pequeño rebote, donde la luz pierde fuerza pero de cualquier forma apunta hacia arriba, como un rayo de sol que por vez primera voltea a ver a su padre.
A mi me sonrió aquel brillo. Lo había visto ya en Buenos Aires y lo volvería a ver en Occitania, que no por nada se le conoce como el mediodía francés, pero esa ocasión fue en México. Las cosas pasan por algo. El culto a la madre carnal y al viento, la interminable derrama de sangre que aún no culmina, la intimidad con la muerte, la corrupción patológica que desde la oscuridad danza con los festejos del más chingón, la asociación del líder con la arrogancia, la pinche salsa picante -generosa desde el molcajete hasta la tripa-... todo pasa por algo y a México y a mi nos pasó en un rayo de luz percutado. Después de eso nadie se murió, pero sin llegar a decirlo, los dos ahí nos dejamos algo que quedó mutuamente regalado.

domingo, 23 de octubre de 2016

Bx


El otro viernes, platicaba con un colega que hace mucho tiempo no veía.
Creo que tú y yo somos muy competitivos a veces. - Me dijo.
Tienes razón. Aunque, sinceramente, me parece que tú eres más competitivo que yo. - Le respondí.
Mhm… no sé, yo creo que tú no te das cuenta pero tú eres más competitivo que yo, de verdad.
Silencio.
¿Estamos compitiendo por ver quien es menos competitivo, verdad? - Le pregunté.
Apagó su cigarro mientras sacaba el humo por la nariz sobre una sonrisa hipocritona. Cambió de tema y a los quince ya se había ido.
No creo que nos vayamos a ver pronto.

concentro


No nada más hay que hacer de todo.

o cuarto


Mi vecino es el personaje principal de diferentes comerciales. Ha hecho croquetas, pasta de dientes, autos compactos, autos de lujo, tintes para la barba, mueblerías, comida rápida, slow food, obra pública y lleva haciendo celulares por casi treinta años.
Aquí nadie le pide su autógrafo. No sé si es la costumbre, la prudencia suburbana, que no hace cine o televisión o más bien, que nosotros somos parte de ese mundo comercial.
En su casa también graban a menudo. Tiene un jardín impecable, un garage de granito que a todas horas parece recién estrenado y ventanales que permiten ver el reino del orden -un orden tan clásico, cuadrado, ordenado; que exhala falsedad- en la sala.
Por eso mismo, nosotros, el resto de la cuadra, hemos salido -queriendo o no- en diferentes comerciales. No hay manera ni razón de quejarse o demandar cuando uno está fuera de foco. Simplemente no existe.
Yo he vivido todos mis días, a veces en compañía de otros, a veces a solas. Colectivamente y con gran ayuda de mi esposa, se puede dar fe de mi existencia. Pero no de toda, sólo yo podría afirmar el paso de cada uno de los instantes que han transcurrido en mi y ante mis ojos pero, también, cualquier podría decir que miento y hoy más que nunca, la verdad no es un adversario digno de la mentira y la acusación de la misma. La verdad se ha acostumbrado a perder y la duda, una fiera y monarca actual; hace un par de milenios era menos que el polvo.
Lo que habla son los hechos registrados. Mi vecino es un ser registrado por la venta de los productos que el anuncia. Él existe en este mundo mío que para el universo allá afuera, donde el también despunta, es tan sólo utilería, cartón y el fondo natural para un precio animado en dos o tres dé.
Mi mujer no se queja, poco le importa que seamos el tercer o cuarto plano de la publicidad efímera de un canal de paga. Hay noches que hasta esa misma actitud me vuelve sospechosista. ¿Cómo es que no le ofende el no ser el personaje principal de algo más allá que no seamos nosotros mismos? La línea entre la cómoda sabiduría y el conformismo posmoderno no es más que una hilacha peligrosamente cerca a la flama de un zippo recién cargado de gasolina.
Hay gente que nació corista. Muchos otros murieron en calidad de sub-comandantes. En cada país, en cada plano de realidad, hay incontables copilotos, garroteros y asistentes. Inclusive hay quien en su relación amorosa más relevante, no es más que el amante. Hay quienes observan la realidad todo el día e ignoran los espejos, no tanto por una admirable falta de vanidad, sino por un inconsciente permiso a sus reflejos de no ser constantes.
A mi no me presiona el ser ese ser. A mi lo que me asfixia es saberme el vecino de un portal a un mundo real e interesante. Soy un accesorio a la ficción. Soy un extra no remunerado. Vivo atrapado en la aburrida imaginación de un submundo de comodinos que, sin saberse irrelevantes, son mi única salvación.

lunes, 17 de octubre de 2016

Rey negro: g6


"Hay que saber verse mal, saber decir las incorrectas palabras y hay que querer estar en el error."
Así dijo mi abuelo a un micrófono apagado el día de su retiro tras 53 años en un empleo que jamás disfrutó y del cual la gente a la fecha escribe libros sobre su constancia, su desempeño y su capacidad de innovar en una industria como la del papel de baño. Nadie lo escuchó excepto yo; y sospecho que esa era su intención.

miércoles, 12 de octubre de 2016

tornillos barridos


Conocí a un padre de familia que perdió a su hijo mayor por una frontera. Cuando se despertó una mañana, el joven ya se había ido. Se fue de mojado a California. Logró no morir en el intento de encontrarlo. Llegó a California pero no tuvo suerte, tampoco en Nevada. Ya estaba en Arizona cuando le informaron que andaba por San Francisco. Al llegar ahí le pasaron el dato que se había ido a Oakland. Durmió en la calle dos días, sin hablar inglés, sin comida, sin su hijo. Cuando finalmente lo encontró, éste lo mandó de vuelta a casa, en el valle de Juárez. Le rogó que volvieran juntos pero su muchacho se negaba. Le preguntó que qué es lo que no le había dado como para que se fugara y el no dijo nada. Silencio de nada escuchó por primera vez este hombre, que ni su niño, ni su país tenían las respuestas que el demandaba.
Llegó con las manos vacías a casa. El mayor, desde la abundancia gabacha, le mandaba ropa de marca a sus hermanos menores. Dos años después, el más chico se le escapaba. Le llamaron un ocho de enero para avisarle que el recién partido había terminado en la cárcel. Después de deportado, todavía se echo siete años más encerrado.
La de en medio se casó mientras y ahora vive en Tampico con su marido y sus dos hijos. El mayor, aún malhora, sigue en los EUA. El chico sale mañana.
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Conocí a un niño sirio. Lejos de su patria y los fragmentos que sobreviven de su familia. Sueña con el Real Madrid y juega fútbol en un frontón agrietado. Entre sus manos sostiene siempre; su balón, el tazón del desayuno o a los perros callejeros de la cuadra. No disfruta en lo absoluto sentir ese espacio que aún fuera de su cuerpo le pertenece tanto, vacío. Juega con los otros chamacos. Es pulcro pero no demasiado. Tiene una forma especial de siempre agregar 'por favor' al final de sus peticiones y al mismo tiempo, no se preocupa por permanecer peinado; menos cuando hay un balón en juego. Pareciera un niño exageradamente normal, pero una sombra de nerviosismo lo espera detrás del frontón cada tarde.
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Me encontré un rompecabezas enmarcado en la casa de campo de mis tíos. El vidrio, con algún juego de mis primos seguramente, se había caído. Era una ilustración un tanto mediocre de dos niños campiranos recogiendo agua de un riachuelo. En la cima de un pequeño cerro, se podía apreciar un humilde molino. En la ribera un perro ovejero le ladra a ambos chicos. Más por aburrición que por interés, sobre-analicé el cuadro. Sólo así me di cuenta que en la esquina superior derecha, faltaba una pieza. Me fije en el piso pero no estaba. Alcé la mirada de nuevo al marco. Era claro que la pieza era un pedazo de nube en un extremo y la copa de un pino en el otro. La busqué en los muebles vecinos pero no logré encontrar el fragmento. Luego volví a querer ver el paisaje como un todo pero sobresalía el vacío. Hasta llegué a sentir que aquella pieza era la única importante y que seguro estaba enmarcada en alguna otra habitación de otra casa de otro dueño que no sea nada mío. De pensarlo me cabrée contra ese falso ladrón que se vanagloriaba con tener la porción más importante de un rompecabezas que no era suyo. No podía ser. No podía yo permitir eso. Me fije de nuevo en el cuadro. Seguramente había una pieza que tenía más peso que la nube y el pino. La mayoría eran fracciones muy simplistas o muy abstractas. De pronto saltó a la vista una pieza que contenía la garra del perro y la mano de uno de los niños, sobre un sección agitada del río. Era algo mucho más importante que tener, no sólo individualmente, sino alrededor suyo construido. Habiendo vencido al ratero imaginario, su mala leche se esfumó también. Y me quedé pensando que basta una pieza perdida para dejar incompletos a estos juegos, pero que no por ello se quedan vacíos. Nosotros somos al mismo tiempo, piezas perdidas y rompecabezas -siempre y casi- construidos.

miércoles, 5 de octubre de 2016

cueva


El significado interior
El pasillo, el corredor
Cansado de normalidad
No logras volver

Es sobre ti
y yo soy tú
Somos nosotros seis
Seis, a donde se fue el calor

Soñar es la mitad
de lo que me da y me quita
Esta soledad obligada
Se tornó en deber

Los doctores y lo que dicen
No hay remedio
para el sabor
de esta medicina

Hacia una casa
diseñada para la incompletitud
Sácame de un lugar
que aún no tiene salidas

Hay que no entender
Hay que desentender y ser, ¿para qué?
Para darte cuenta que contigo y para ti,
tu tenías la razón que te quitaron

La fuerza de un caparazón
La tendencia a la invisibilidad corpórea
La aburrición de un niño sin juguetes
privado (de cuchillos y gritos)

Hay que confiar en la coreografía de nuestra maldición,
Hay que sabernos péndulos
Ser un poco más miserables en la gloria
Cadavérica consciencia

Tus pesadillas de arcilla
El manantial de tus sueños
Jodida embriagante desidia
que enloda al anhelo

martes, 4 de octubre de 2016

el diario de todas las noches


Por poder darles un futuro, la madre analfabeta arriesgó su vida y la de ellos a bordo de una balsa. Luego, para darles estructura, lavó vajillas por tres turnos por treinta años, todos los días y todas las noches. Ellos asistieron a una primaria digna, lejos de cualquier referencia a ese indómito pasado. También trabajaron a partir de la adolescencia para pagarse la universidad. Con casi veinte años cumplidos, ya becados, por primera vez con posesión de tiempo libre aprendieron el idioma que su madre no les compartió por falta de tiempo, por un exceso de cautela para su fácil integración y por el amor ingobernable que sentía por ellos a pesar de conocerlos tan poco.
Un domingo, de los primeros que la obligaron a descansar, mientras ella se entretenía con sus descarapelados nudillos por el detergente de décadas, entraron a la casa. Ella, con su tímida sonrisa, les pidió que se sentaran para ella ponerse de pie y en la cocina, algún platillo inventarse. Los dos le pidieron que se sentara expresándose en su lengua a la perfección.
Atrapada, maravillada y con el estómago invadido por una cristalina pompa de fulminante ilusión regresó a la frágil silla de madera.
Por vez primera, platicaron.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

El pasto del desierto


El muy bastardo vendía reguladores de energía pero ponía la alarma a las cuatro para cambiarse a la otra cama del cuarto de hotel. En casa, con los audífonos puestos, leía el periódico mientras desayunaba a bordo de una bicicleta estática. Se sentaba las horas frente a su pintura favorita y fingía ver el teléfono para oír a los distintos guías turísticos explicar la obra. Jamás abandonó un comedor sin pedir que le llenaran el thermo de café, pero en ocasiones lo hizo con el fin de regar las bugambilias del balcón. Y siempre, al volver de sus viajes de negocios, tenía sexo con su mujer.
Segundos antes de venirse, intentaba abarcarla. Con ambas manos repasaba las piernas, el culo, la melena y las tetas con harta prisa y nula pasión; para no desaprovechar

Solidaria Soledad de Tres Singulares Solovinos


Tejimos de nuestro inagotable y resistente vacío nuestra solidaridad, algo nuevo qué mostrar al resto: una mampara en la cual escondernos juntos y a solas al mismo tiempo por siempre.

A oveja de lobo, enemigo de oro


Desierto
Despierto

de lobo
a oveja

Despierto
cansado

Conmigo
Enemigo

de oro
la reja

Valentía Alsheimer


Se te olvidó regresar de una ducha a oscuras en un motel de Ciudad Cuauhtémoc. Entraste con un hedor a genital y chisme ajeno. Te quisiste ahogar en la oscuridad pero el miedo a la indefendibilidad te obligó a regresar al seco calor nocturno de una tierra que sin saber reconocer tu nombre, te pasa lista.
Reconoces que disfrutas sentir la culpa ajena. Cargar con lo que no es tuyo te permite creerte más ligero. Por eso huyes de las caras para encontrar sus sombras. Es este cristianismo industrial que niegas y a la vez añoras.
Te repites en callejones craneales tus ideas más dolorosas. Te laceras hasta esquivar el insomnio. Revisas minuciosamente, como quien busca un pelo en un guiso, las etiquetas de todo aquello que te genera terror. Narras en un ficticio muro de lamentos tus grandes arrepentimientos hasta quedarte sin tinta, ni aliento.
Tus noches se dividen entre las que te idiotizas rodeado de personas y las que persigues la veleidosa soledad verdadera [con el fin de enorgullecerte porque a ti, el rencor nunca te alcanzó]. Sin embargo ya estás muy viejo como para obviar que todas las emociones corren en cualquier torrente sanguíneo. Somos esa totalidad. Y te sorprendes porque sabes que si no reconoces ese resentimiento hacia alguien más, es porque debe estar enfilado hacia ti mismo. Eres como un hombre lobo que no se perdona tal salvajismo.
Te escondes las medicinas. Has aprendido a quererte enfermo y tu salud siempre ha sabido traicionar tu confianza y huir de día para volver rogando de madrugada; cuando el daño ya se ha instalado.
Afuera de esta habitación pareciera que las amenazas más sencillas, menos intencionadas. Aquí, tan cerca y tan lejos de la puerta, empantanado en una droga imposible de ilegalizar y lejos de ser mercadeable, todo tiene una ambigüedad inverosímil y certera.
Eres el cableado de un error en el sistema. Por eso el vapor no te deja rastrearte en el espejo.
Y no sabes si hace tiempo no te oyes o ya no suenas.
Y sabes que hace tiempo no te oyes.
Ya no sueñas.

de igual a parecido


El mismo día que perdí el dedo meñique limpiando la licuadora, me regalaron el unplugged de nirvana y en una siesta a escondidas de mis patrones se me aparecieron todos mis muertos para reclamarme que lo no los llevara siempre conmigo.
Lo que no me acuerdo es de todo eso, qué pasó primero y qué pasó después.

Hay veces que veo los maizales y sólo pienso en entrar ahí para ya nunca regresar


Le dispararon a un taxista a medio embotellamiento. El pasajero no dejaba de gritar. Era un chico de unos quince años, con frenos en los dientes y un irregular bigote jamás rasurado; un ser humano que ni acababa de salir del horno y ya se había tatemado con las brasas de la pálida muerte.
Muchos corrieron a ayudar. Muchos otros, ya vacunados de violencia callejera, nada más veían con algo de curiosidad y mucha indiferencia el parabrisas salpicado de rojo.
A estos días ya no se les quita el dejo a nocturno. A la gente de aquí se le han ido quedando las sombras en la mirada. Se auguran cambios irrelevantes para el futuro próximo. Ahora nos toca planchar estas soleadas noches sonámbulas que van desparramándose en el olvidadizo inconsciente de un planeta pinchado.

jueves, 15 de septiembre de 2016

xxxM


Era un reloj de arena con un piso inferior de selva y uno por encima que tenía un desierto que se escurría desde su epicentro perpetuamente. Las nubes se fueron llenando de polvo. Se estancó el olor a muerto. Y donde un cambio de dirección en las manecillas podría haber significado la salvación, más bien ahora era un sabotaje de un dueño sin certificado ni testamento.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Zurcido Invisible


Después de meses de derramarse a sí mismo en llanto, borracheras, gritos sofocados y agresiones inútiles a paredes absueltas, se silenció. Nunca la respiración de un ser vivo le había sido tan genuina, tan evidente.
Un gorrión lo mira desde una frágil rama que poco se mueve. Entra el aire y sale. Entra y sale. Con la misma facilidad que su madre le ataba las agujetas de niño, el aire va tejiendo entre ambos pulmones que brotan y colapsan sin prisa, una costura de viento que mantiene de cerca la pedacería de un cuerpo que se hizo extraño a sí mismo.
Rescatado por la estrecha aguja que le sopla al corazón el permiso de seguir siendo, siente por vez primera en todo este tiempo, como los segundos del presente entran y salen de su tronco. Entran y salen. Entran y salen.

viernes, 2 de septiembre de 2016

interno


Usar porque tras porque para explicar…
No usar pensó, soy, estoy, recordó
en lo binario todo y nada funciona,
en la interpretación no existe la verdad,
tampoco la confusión de sus intenciones.
Mal usar el idioma
para llamar la atención
y avispar creatividad.

todos nosotros


Nos dan asco las otras personas. Repelemos el sentarnos en el mismo escusado que alguien más, el acostarnos en la cama de hotel donde durmió alguien más, el tocar un cubierto que ha sido usado por alguien más.
Nos dan asco los demás y lo único que podría empezar a nivelar las cosas es si empezamos a darnos asco nosotros.
Empieza por las partes obvias: tus genitales y su peligrosa proximidad al ano o la amarillenta cornisa de las uñas de tus pies. Las partes con sombra siempre son fértiles para las sustancias que te parecen ajenas: el ombligo, los oídos y el hueco que hay entre tus encías y la parte interior de tu cara. Una vez localizados estos mugrosos y húmedos elementos *a menos que haya costras, que s-i-e-m-p-r-e funcionan*; hazlos tuyos. Tú eres ellos. No son polizones a bordo de tu inmaculado cuerpo. En el planeta hay siete billones de contenedores de caca y bilis con patas, Tú eres uno de ellos. Si la flexibilidad lo permite, muerde, lame y olisquea todo aquello que no te invita a hacerlo. Si no cuentas con esa elasticidad, al menos recuerda que los nudos de grasa enmarañados entre tus músculos es lo que impide que te alcances a ti mismo (si es por osteoporosis, aún mejor).
Haz terapias quincenales de encerrarte en el baño, explorar la basura que tú solo generaste y estudia a conciencia las escamas que abandonas en el colchón y la almohada, día tras noche. Aquella imagen de militares apilando cadáveres al balancearlos de sus manos y pies para hacer llegar más lejos el bulto... eso eres tú cada segundo que estás dormido, tirando todo lo que estorba, sin apego, sin sensibilidad alguna, con todo el derecho a no respetar algo que aún muerto, se aferra a un ser superior.
Tal vez mañana logres genuinamente ser repugnante para ti. No porque estés pasado de peso o demasiado pálida o tengas lunares descomunales o senos de mandril, sino porque tú, en tu estado natural, con o sin aquellos defectos, aún con una larga lista de mejoras físicas y espirituales, das asco. A ti y a los demás. Y que lo tengas bien claro, es -meramente- la primer ventaja.

miércoles, 31 de agosto de 2016

dencia


Respirar a solas no es nada más respirar.

domingo, 28 de agosto de 2016

12


El México fronterizo del norte es un inagotable terreno que lleva una estoica e íntima relación con el silencio. En aquel imperturbable lienzo ambarino, es fácil perderse. De ahí que históricamente tantas personas lo hayan elegido como sepulcro de sus secretos.
Horizontalmente, el paisaje se parte en dos. Arriba, el fascinante azul intenso baila incesantemente con las nubes. Mientras, no para de exigir y castigar a la mitad debajo. En esa capa, la vida sobrevive. Es rastrera, espinosa y pausada; pero al acercarse, se revela un sinfín de sucesos que acontecen simultáneamente.
El terreno, a su vez se divide en dos. Los caminos rompen la uniformidad del paisaje. Unas, son carreteras que conectan poblaciones inalcanzables a la vista desde el desierto. Otras, son pistas abandonadas que confunden. Recorrerlas conduce a la perdición a quien las transita.
El panorama se desdobla una vez más acabado el día. De noche, llega oscuridad acompañada del mismo frío que antes parecía imposible. El estado de alerta persiste. Los ruidos cobran fuerza en esa profunda opacidad. Sólo a veces, la luna genera una pincelada de luz sobre la bóveda celeste que hace sentir tan ínfimo a quien la observa.
Ahí, en algún kilómetro de la 45, resiste una cantina levantada hace casi medio siglo. Siempre ha sido un lugar de tránsito e intercambio. Sin embargo, los nuevos tiempos son más intransigentes con las fronteras y ahora el conflicto se esconde en las esquinas del modesto recinto.

jueves, 25 de agosto de 2016

Un carnet olvidado en el interior de un libro antiguo


En algún congal de esta ciudad olvidada por los dioses, ahí viven dos hermanas. Una, lleva en cada pierna el poder de un soldado en combate y la firmeza de un estero subterráneo, inalcanzable a el hombre. Todas las noches se menea sobre un escenario iluminado con austeridad. Va zarandeando las extremidades a su antojo, siempre generando una figura orgánica, feraz; y al mismo tiempo trazando ángulos perfectos entre sus ojos y esqueleto. No tiene nombre. No como una ramera cualquiera que juega con una identidad que no es la que aparece en sus credenciales. No, como alguien que jamás ha respondido a algún llamado, independientemente de quien lo haga o usando qué palabras o apelativos; como alguien que en su mirada hay más un desierto -plano e infinito- que una bandera con un escudo. Las uñas de colores llaman la atención, no son tan largas como para estorbarle, ni tan cortas como para no ser capaces de seccionar la piel de un posible enemigo. Serpentea entre las mesas de burócratas que se sienten vaqueros. Su piel no deja aroma ni rastro, un uso abusivo de la regadera la ha convertido en un imán para la vista pero invisible para el tacto o el olfato. Con los ojos cerrados sobre la pista, los clientes aún se sienten observados. Hay los que llegan ahí sin saber de ella, también los que ya sólo viven el día porque les regala el poder volver velada tras velada. La ubicación es complicada. Los barrios se atrincheran cada vez más en esta ciudad que que jamás vinieron a reclamar los demonios cuando la relegó la luz. Y ahí, en un congal de aura espinosa, viven dos hermanas. La otra, imperceptible al mundo pero siempre a la vista de su hermana grande, hace su tarea de matemáticas por las noches.

martes, 23 de agosto de 2016

Marcos vacíos


De la madre de los hijos que nunca tuve y los viajes al medio oriente que nunca hice, recuerdo a la perfección casi todo.

Éramos dos en una aventura que nadie vio y pocos creen. Las manos, los colmillos, las sombras, las ondas de calor que penetraban el frío, las pistas que quedaron en el guardarropa y los pasillos; son parte de un croquis que aún se conserva profundamente escondido.

Aún despierto me transporto a esa calle alemana de invernal empedrado. El sol, a miles de kilómetros de distancia, conseguía saturar el cielo de color. Yo tenía rastros de comida y cerveza en el mostacho. Tú, en un cuello de tortuga ocre, lograbas verte fascinante. Nadie nos conocía y nosotros no sabíamos de su existencia. Dos boletos en la bolsa, uno a Teherán y otro a Río.
Como cascada, nos diluíamos por la acera. Eramos dos espejos que de reojo pescábamos detalles de la calle para malabarearlos en un limbo de infinitas miradas: tus botas, la maceta, un encendedor robado y la maleta que un vago olvidó o aún le pertenecía a un vago olvidado. Sin querer chocamos contra la carreola. El Mercedes pasó rasando a tu lado. Sin querer logramos que aquella familia por siempre existiera; y a nosotros, hasta hoy, nadie nos acercó una boya que nos desobligue de seguir nadando.

Ojalá fueras mi viuda. Así, un día al año al menos, sentirían la carga y por absurda compasión, se ofrecerían a ayudarte. Lo que nos pasó y nadie retrató, jamás fue tatuado; es nuestro error ante este juego de memorias. El que para cualquier oído seas tú tan sólo un fantasma -ahora tropical- y no la que dio vida a nuestro palpitante e insufrible linaje, me rompe la voluntad. Me hace con cada año y cada kilómetro, más insignificante.

lunes, 22 de agosto de 2016

pieles con caras


Unidos para siempre por el contacto entre ambas membranas.
Así, sin verbos, nada más dos cuerpos en contacto por un corto tiempo y luego eterna y mutuamente invocados.

jueves, 18 de agosto de 2016

rea realidad


Dicen: ‘es un app que trae esquites a domicilio, está pocamadre porque te los carga directo a la tarjeta y los puedes calificar si le puso demasiado chile del que sí pica’ y se les pasa que más rápido que lento le vamos dando en la madre a eso que en el pasado se le llamaba Realidad.

lunes, 15 de agosto de 2016

aquel que no abraza a su mundo, merece caer de sí


En palabras pantanosas, el silencio como resortera, resulta un faro hacia la verdadera confusión. Es aprender de los errores o aprenderse los errores, sin caer en la aprehensión. Malditas almas necias que reparten las escuelas. Prefieren pescar una sosa justicia que una fábula que aletea con vida y ficción.

el sonido de una escoba


Fuera de tiempo pero a ritmo,
ignorado y tarareado a la vez,
el coliseo es su pasillo.

Virtuosamente chamuscado,
herido por el anonimanto,
la mirada es su aparato de sanación.

martes, 2 de agosto de 2016

ameanword


Small-minded
baseignoblelowsmall-mindedpettycontemptiblesordiddishonorabledebasedcrummy

Of low estate
abjectshabbyhumble

Vicious
spitefulviciousmaliciouscruelunkindnastyeviltreacherousunscrupulousdeceitfulvillainouscantankerousorneryscurrilousperfidiousknavishrotten

Stingy
miserlyniggardlygreedystingytight-fisted

Average
halfwayconventionalpopularaveragemedianmidpointIntermediate

To have as meaning
signifysymbolizeimplyinvolvespeakofstandforconnotesuggestpurport

To have in mind
anticipateproposeexpectintend

To design for
aimatintend

continuance and no-thanks


Tragedy or conquest are the only proven elements that measure time. Otherwise, we're just fish battling keyboards.

miércoles, 27 de julio de 2016

Gh


Le exigimos muy poco a nuestro dios.