sábado, 30 de diciembre de 2017

chínguense a solas o a los ricos


Los drogados
Las mujeres
Las religiones
Los normales
Las oportunidades

El asco es elitista.
Primero va el dinero, luego la paternidad.

están esperando la cura.
nacen en desventaja.
al final son sólo una.
son para todos.
viven en depresión.

Epílogos y Humanidades


Saber que todos estamos solos es el verdadero acompañamiento.

bitúmen


Caminé con miedo. Cerca de la acera pero sobre el pavimento, para no delatar cobardía. La ropa se iba escurriendo sobre el lienzo negro de asfalto. Antes de llegar al final de la marcha ya todos estaríamos desnudos, y qué bueno. Hasta los más comprometidos, en algún estrato de su intelecto, se lamían los bigotes sabiendo que también había las acinturadas y los corpulentos entre los activistas. Si no tome la desviación hacia el puente fue sólo por querer formar parte de esa cadena de cuero. Desde los balcones de los edificios, los adinerados -con esos ojos tan perfectos que delatan su origen artificial- nos miraban. Hasta adelante ya no llegaban ni las pancartas, ni las fotos, ni los altavoces. La doble gravedad, con la que intentaban frenarnos, empezaba a hacer estragos y cada paso requería de concentración y esfuerzo total. Cualquier tropiezo llevaba al caído a que más del 50% de su piel tocara el asfalto y era bien sabido que ni los olímpicos tenían la fuerza para moverse a partir de ahí. Arrastrarse se hace una tortura y sólo queda esperar a la mañana siguiente, cuando los barrenderos y los policías anti-motín se reparten los cuerpos adheridos.
Sin embargo, hasta adelante había un sujeto que servía de bandera e inspiración para nosotros y asustaba al gabinete con cada paso que daba. No sé si alguno lo reconoció a posteriori, pero las tomas del helicóptero ponen en evidencia a varios diputados mordiéndose las uñas. Este hombre, tan anónimo como poderoso, había llegado a la marcha ya desnudo pero pintado de pies a cabeza con diamantina plateada. Su recorrido hacia la doble gravedad que defendía al palacete de gobierno había hecho que la diamantina fuera siendo reclamada por el piso. Esto significaba dos cosas. La primera era que había una vía de cientos de metros de diamantina a su espaldas y que nadie se atrevía a pisarla. La respetaban para que los que vinieran detrás se motivaran al verla. Y la segunda era que en flanco en el que él iba, mientras el resto ya iba desnudo, él moreno iba emergiendo de la piel plateada que iba haciéndose chica. Era como ver nacer a un hombre en el pleno de su existencia de un capullo estelar que se convertía en camino. Además, era el único con pancarta; bien alzada además. La madera cedería antes de entrar a los jardines del palacete, pero a él eso no parecía importarle. Hacía el trabajo de llevarla con dignidad. Me moví entre los que me rodeaban para poder leer el mensaje: "No olvidemos nunca que estamos aprendiendo a vivir. Es lo único que" No podía ver las últimas dos palabras a causa de un grupo de protestantes con turbantes y rastas que medían más que la medía. Avancé un poco más rápido, quería erradicar la duda del mensaje de inmediato. Tan increíble que me había parecido la primera oración que antes de poder realmente digerirla y hacerla mía sentí el balazo en la nuca. Por que era de goma fue que no me morí pero igual ya nada fue como antes.
Ahora, ese día no me representa la furiosa ilusión que poseía yo en aquel momento. Más bien paso mis días imaginando algo que no existe, mi vida sin esa filosísima agresión. ​
Es fascinante que siendo tan joven tenga tantas ganas de no morirme y tantas pocas por vivir.

aducción


Roba lo que ya es suyo y narra sólo la verdad de cada mentira. Camina en su lecho; sobrevuela bajo tierra. No escucha a los sordos y no emplea los nombres que no le corresponden. Es la sombra de la luz.
*
Yo le rezo sólo en sueños. No porque lo necesite sino porque ya no duermo. Hace muchos años que aún no sucede. Hace tiempo que no volverá. Me sé lo que me sabe. Es la bendita frustración de mis deseos favoritos que se precipitan a un edén particular.

la gráfica de las ilusiones


Dios no tiene derecho a creer, ni a no saber, ni a aprender y se aburre enormemente y solo puede burlarse de aquellos que lo imitan todos los días, lejos de si quiera poder lograrlo y aún más lejos de saber cómo su empeño es su condena.

tan interesante como banal


A dios le da hueva. Se rasca la ingle con sus uñas inmaculadas y suspira milagros de satisfacción mientras escoge otro vídeo en el monitor. Suena el teléfono; pero ya nunca lo atiende.
En la fila del súper hay un ángel esperando a que la tarjeta de descuento de la anciana sea validada por la cajera. Sostiene cuatro yogurts bebibles, un repuesto de rastrillos y un chocolate, producto de un antojo de último momento.
En trenes suburbanos alrededor de todo el mundo industrializado hay viajeros con capacidades sobrenaturales de proporciones bíblicas. Cabecean contra las ventanas, llenan crucigramas y se revisan las listas más populares para su próxima canción.
Pagan por ver a magos hacer shows en auditorios para miles de asistentes. Compran productos anunciados en televisión a media noche. Se frenan afuera de templos e iglesias y alzan la cabeza para ojear velozmente ceremonias que se repiten semanalmente. Luego aceleran el paso para no llegar tarde al cine.
Cambian los focos fundidos por nuevos. Hacen citas para el dentista. Se ríen con vídeos de cachorros en actividades humanizadas y absurdas. Dicen que no tienen monedas a los limosneros. Todas las noches, ponen sus despertadores cinco minutos más tarde de lo que deberían para realmente salir con calma.
Les llueve. Se acaloran. Se ven tentados por el picante que los tiene sentenciados a una úlcera. Tiran a la basura el periódico a los dos días de caducado. Intentan limpiar sus dientes de impurezas con acrobacias de lengua antes de pedir por un palillo.
Son seres inmortales y sagrados; mensajeros de milagros aún por suceder. Y cuando nadie los está mirando -caminando del otro lado de la acera, lejos de los faroles iluminados- culposos de ser masoquistas emocionales, dejan escapar lágrimas minimalistas con ésta canción que tiene poco de especial pero que los hace sentirse parte de algo allá afuera más grande que ellos.

carraspera polifónica gastro intestinal


Soy la excepción que engendra la regla.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Detestóse de regreso a casa


Murió con impuntualidad y por ello, le reasignaron la cita hasta marzo, que el próximo año hay elecciones internas en el partido. Arrastró sus horribles zapatos por las banquetas infestadas de basura, chicles mascados y rastros de grasa de animal merendada horas antes. Sin audífonos para abstraerlo, iba caminando escuchando lamentos que no le correspondían, carcajadas de los mugrosos y reclamos a chóferes menores de edad. Aún en semejante congregación de desafortunados, no era meritorio de la pertenencia. Ellos aún eran vivos. Ignoraban ese lento y gris amanecer que a él sólo le recordaba porqué quiso ya no madrugar más al tiempo que no le dejaba olvidar, con achaques viscerales, lo tonto que hay que ser no saber morir a tiempo.

martes, 5 de diciembre de 2017

Una flor entre dos hojas de vidrio en un semántico jardín.


Sólo sabremos si esta noche somos más fuertes o si en verdad estamos más cerca del fin, hasta el siguiente temblor.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Noches que no ameritan poner el cerrojo.


Murió Don Aurelio a los setenta y cuatro. Frola, una silky terrier australiana, comenzó a ladrar cuando el sol se asomó por la cocina y aún no entraba Aure a sacarla a la calle; él por el periódico y Frola para vaciar la vejiga. Pato, su nieto, le regaló la perrita hace poco más de una década. Aurelio había bromeado con Frola hace un mes que pronto ella sería la más vieja del hogar. No hubo necesidad de esperar a la fecha estimada.
Se apilaron tres primeras planas hasta que León, el portero, con autorización de Hilda la hija del don, rompió el cerrojo. Después de haberle marcado a la señora Hilda, León se ocupó de la perra. Tenía peor aspecto que el difunto, que sencillamente se subió a la cama la noche del domingo para nunca descender de ahí.
Una semana después de cumplido el novenario, Frola ya tiene mejor aspecto. Hilda al edificio con Gero, el mayor de los nietos de Aure. Van por la televisión y el microondas que el muchacho está recién salido de casa. León se asoma al departamento y le pregunta a la señora Hilda que cómo quiere proceder con Frola. Ha estado cuidando de ella estos días pero la verdad es que se complica la jornada con el cuidado de la perrita. Hilda no sabe qué responder. Le pide más tiempo a León para tenerle una respuesta y promete darse una vuelta en la semana para ir por Frola.
Hilda no se aparece en las próximas tres semanas. El único que visita el departamento es un empleado que acude a cancelar la línea telefónica y a llevarse el obsoleto módem del señor.
Esa noche, León, sin habérselo platicado a nadie en el edificio. Se pone su chamarra de lana y guarda en una bolsa unos billetes, las latas de atún que tenía en su hechiza alacena y una imagen de San Cristóbal. Toma la cuerda de la que está amarrada Frola y sale de la zotehuela sin cerrar la puerta.
Nadie volvería a abrir la boca al respecto de quien dejó atrás, como si mencionarlos sería invocar un recuerdo que esa noche las palomillas se devoraban.
En el cuarto, aún con el zarape puesto encima del catre, revoloteaban alrededor del foco amarillo incontables insectos.

Cuando ya todo haya cambiado pero esto siga siendo igual


Derrotado, Luis Jerónimo Granados del Río, se deja caer sobre una banca de concreto a las afueras de las oficinas del Ministerio de Patentes, Registros, Propiedad Intelectual y Nanotecnológica en la avenida Shanghai Bank No. 725 del distrito financiero. Después de una docena de citas y una apelación denegada, el miserable hombre ha agotado sus recursos y la derrota en esta batalla legal es inminente. Una empresa noruega lo registró a él como marca a raíz de la realización de un focus group en enero catorce.
A las 3:30 p.m. el MIPAREPINA hará público el decreto. Luis Jerónimo Granados del Río© sostiene su cabeza entre ambas palmas y espera el momento de ser acusado ante el Grupo Jurídico de Operaciones de Arbitraje en materia de Patentes, Registros, Propiedad Intelectual y Nanotecnológica, con sede en el distrito DC Airline, por la omisión del pago de regalías ante su existencia.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Prisa querida


En el mismo día Héctor pasa de sentirse el hombre más afortunado del mundo al más miserable del universo; todo esto sin tener que salir de casa. Se siente un estúpido hasta dañar su orgullo. De un latigazo se recupera hasta saberse superior a los demás. Entonces el peso de la modestia lo reprime. Se distrae, sabiendo que su cerebro y el de todos opera mejor sin las agresiones del autoritativo ego. Se detiene. Mira por la ventana hacia otra que da al patio interno del edificio. Intenta calificarse objetivamente sin pedir ayuda a nadie, ni al espejo. Tal vez su mente es distinta, capaz de crecer a voluntad no a pesar de las inflexiones ambiciosas de una voz que jamás ha oído, sino a raíz de ellas. Si ese fuera el caso no tendría que estar ahí, bajo el yugo de los retratos familiares. Aquellas fotografías en blanco y negro, devoradas por soles que él no vivió, lo miran con paciencia. Después de cuarenta años analizando sus pasos aún antes de darlos, hoy Héctor camina menos cada día. Hace garabatos. Ve el reloj. Toma agua por recomendación médica. Sospecha que debería de regar la única planta del cuarto pero no lo hace. Ignora la comezón que trepa por su cráneo, cada vez menos poblado de los rizos que alguna vez lo volvían en un personaje de las calles de la colonia. A un lado del escritorio está la pistola. Lleva semanas sin ser movida; al grado que empieza a empolvarse. Abre el clóset. Entre los zapatos y los pantalones está el maletín con las pastillas. Abre la regadera, el banco de plástico paso de ser el peldaño necesario para morir a una repisa de shampoos contra la caspa. Regresa a su escritorio, el garabato hace que la carta sea ilegible. Tendrá que escribirla de nuevo. Otra vez se asoma al reloj. Nunca tales números le dieron buenas nuevas, sólo agonía y prisa por razones caducas. Hoy otra vez no hay tiempo. Arruga la carta y la tira al bote. Héctor camina por el pasillo hacia la cocina. Lleva la jarra vacía que debe rellenar dos veces cada tarde por recomendación médica. Avanza por el mosaico y se repite: ser un hombre de muchos problemas o existir en abundantes versiones mías, lo suficientemente entendidas como para poseer un sólo conflicto. No es pregunta, ni explicación, es sólo un fraudulento .

miércoles, 29 de noviembre de 2017

a galaxias de distancia;


Con las manos frías de ya no saludar, Eugenio se masajea la cabeza para exprimir una idea que se deje abrazar. Es uno de tantos hombres y mujeres formales que huyeron de su infancia y no creen en la paciencia. Por eso niegan el caos sin creer en la autoridad. Esos adultos formales, como Eugenio, vienen a mi calle y se meten a mi casa porque yo no sé dejar de hablar. Creen que soy como ellos pero un estúpido pánico escénico no me permite confesar. Jugamos a las sillas, entre Brahms y Schopenhauer, castigando a los más lentos y con nada qué premiar. Eugenio espera a que llegue el resto. Yo no quiero descorchar una botella más. El mira por la ventana y bufa ante peatones a galaxias de distancia; y yo, lentamente, voy a abriendo plática y sabiendo, que de esto nunca voy a descansar. Me iré haciendo pequeño. Los huesos y el cerebro son los más puntuales a la hora de quebrar. Sin esa idea que a uno catapulte al inexistente olimpo filosófico, seremos tan insustituibles como arena seca inalcanzable para el mar.

Cuando dos espejos se miran cara a cara


Quería que te acordaras de algo que nunca nos pasó para que esas tardes que se escurrieron entre mis tontas presunciones tuvieran más relevancia. Quería que te tardas más en olvidar que antes de este final, tuvimos el comienzo perfecto; uno meritorio de jamás ser fusilado con este punto final.

martes, 28 de noviembre de 2017

Rodillas raspadas inatendidas y olvidables


Te quería decir algo pero ahora hay que esperar a que se acaben los comerciales. Te quería meter en mis pensamientos pero ahora, ahora que el futuro invadió este instante, ya no tiene sentido. Pretendía que nos fuéramos de vacaciones, que aprendiéramos un nuevo idioma, que nos pintarrajéaramos la piel; pero qué prisa puede haber ahora que ya somos inmortales. Tarareaba una melodía que pensé que se podría llamar igual que tú pero si no cabe en tu disco duro sospecho que no tendrás tiempo para memorizarla. Podríamos estar desnudos en una cueva, mascando plantas, viéndonos y oliéndonos; pero desnudo no es no traer ropa, es habértela quitado. Ahora sólo me queda extrañar, desde todo lo que ya poseo, todo lo que tendré en el futuro pero aún no tengo.

martes, 21 de noviembre de 2017

Bichitos


Muriel veía los bichitos salir de la tierra. A veces entraban de vuelta pero la mayoría salía. Lo comprobó el día que a causa del smog se quedó en casa y pasó toda la mañana con la cara pegada al jardín, estudiándolas. Así aprendió que no era una cosa de horario sino que había un éxodo incansable de bichitos. Recordó que a su tío Ernesto, el hermano solterón de su mamá, le daba por esconder cosas enterrándolas. Más chica le había ayudado a sepultar una tetera y apenas el último verano habían cavado una fosa para la colección de novelas de la abuela. Si en cada familia había un Ernesto, bastaba para que el subsuelo del planeta estuviera cargado de todo tipo de cosas: guitarras, raquetas, cuchillos, pinturas y animalitos de peluche rotos. Por eso ellos salían todo el tiempo. Por eso se morían afuera de su casa que era ahí abajo.
Luego, cuando pasó a quinto, fue que se murió Leo. Todos lo conocían porque llevaba un pequeño tablero de ajedrez y escogía a un contrincante para jugar una partida cada recreo. Ella recordaba que aún habiendo perdido las tres veces que la había seleccionado; estuvo más cerca de hacerle jaque que muchos que habían jugado diez o quince veces. Ese día, tampoco hubo clases. La mayoría de los compañeros se quedaron en sus casas. A Muriel su madre la obligó a ir al funeral. De camino le contó que había ido al funeral de su abuelo cuando era nena pero para ella este era el primero. Todos lloraban, tanto que los suéteres y camisas de los señores servían como pañuelo más que para taparse. Ella se agarró fuerte de la mano de su mamá y antes de que terminara la llevo de vuelta a casa. Le pidió que se quedara en el cuarto de la tele, que ella tenía que volver al funeral. Igual Muriel salió al jardín. El coche sonaba lo suficiente como para ella meterse a ver la tele antes de que su mamá se bajara del auto. Con el dedo sirvió de puente para unas seis hormigas y dos cochinillas. Todas sin maleta pero tampoco con ganas de regresar a los caminos que las habían llevado a la superficie. Muriel pensó que no había nada que no hubiera sido escondido bajo tierra. Todo lo que existía arriba, lo había abajo. Su mamá tardó varias horas en volver y el frío la hizo notar que a falta de tierra que los cubriera a todos, el mejor mundo era subterráneo. Luego pensó que precisamente a Leo, lo habían pasado ahí abajo. Seguro no sería fácil jugar al ajedrez debajo de la tierra pero allá también deberían de tener buenos juegos. Escuchó las llantas y corrió a su cuarto. Escondió la ropa y se puso el pijama. Su mamá llegó a darle un beso en la frente y rezaron juntas. Ya con la luz apagada Muriel analizó las oraciones. Mencionaban demasiado el cielo. El calor era algo malo y como, lo había visto recién en quinto, al centro de la tierra no había nada que no fuera fuego. Por eso todos se querían salir de ahí abajo. O tal vez, a diferencia de los funerales y lo que hacía Ernesto, los bichitos enterraban a los suyos afuera para que la lluvia los devolviera al cielo.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Invadido reinvade


Soy plástico caro, tú polímero barato.
Y ni a mi sobra, ni a tí te alcanza.

lunes, 6 de noviembre de 2017

también conocida como la isla de los inocentes


Esta mañana fue hallado el bote 'La Mariana II' encallado en la isla de San Benedicto, también conocida como la isla de los inocentes. A bordo se encontraban los cadáveres de nueve personas, todas mayores de edad. La búsqueda había comenzado el día sábado cuando la embarcación no volvió a tierra firma como se tenía contemplado. Después de un rastreo exhaustivo sin resultado alguno, 'La Mariana II' fue arrastrada al último punto de donde zarpó antes de perderse en altamar. Las sospechas de los peritos es que Manuel M. Salgado, el capitán encargado de la embarcación sufrió un ataque cardíaco fulminante que dejó a la deriva al resto de la tripulación. Además del capitán, el resto de las víctimas son Anastasia Flores, de treinta y seis años de edad, quien coordinaba al grupo de turistas que perdió la vida con ella. La congregación de viajeros tenía la particularidad de ser víctimas avanzadas del alzheimer. Informó Susana Valdés, hija de Don Ramiro, uno de los pasajeros que murió a bordo de 'La Mariana II', que el propósito del viaje era terapéutico. El tipo de paraíso natural que supone el archipiélago de Revillagigedo, sumado a la alta salinidad del aire en dicha región del Océano Pacífico, ha probado tener efectos positivos en el freno a la neurodegeneración que sufren este tipo de demencia. Naturalmente todos los víveres habían sido agotados por lo que a plena vista sólo se apreciaban los cuerpos lacerados por el sol fulminante del trópico mexicano. En la caja de seguridad, resguardados de la trágica escena y en perfecto estado, estaban las cámaras, tabletas y teléfonos celulares de los tripulantes. La información que todos los dispositivos generaron a partir de su salida de tierra firme fue confiscada por las autoridades como pruebas en el caso legal que se suscita a raíz de la tragedia. Casi mil fotografías fueron levantadas por ocho víctimas ya que Manuel M. Salgado no contaba con un teléfono o cámara personal.

El resto era ilegible, por las tachaduras con plumón. Los ojos de las personas que salían en el retrato que acompañaba la nota tenían taches y hasta un elemento de la marina llevaba cuernos de diablo con pluma roja. Luego venía un escrito en pluma. De alguna manera resultaba obvio que alguien había recortado la nota y había reflexionado al respecto y un segundo par de manos había vandalizado el recorte con el plumón pero había respetado la reflexión en manuscrita sobre el borde del periódico.

¿Cuál era el propósito de retratar volcanes extintos si eran incapaz de recordar haberlo hecho? ¿Eran desinterados regalos para parientes y amigos de imágenes que se detuvieron un sólo instante frente a sus ojos pero nunca hicieron nido en su cerebro? El rescate de las fotos trivializa aún más la muerte de estas personas, al final se cosechó lo único capitalizable de tal viaje. Esos retratos, traducidos a líneas de video almacenadas en USB's en alguna procuraduría de Colima siempre fue lo único que iba a existir una vez concluida la excursión. Es eso o yo nada más no entendí de qué trata el mundo en el que me tocó vivir. Antes eran sólo las noches, pero ahora también por las mañanas, me confundo más y más.

viernes, 3 de noviembre de 2017

prosperitas


El niño de seis años se llama Rico. Usa la mano izquierda para apuntar. Se mea la mano derecha. El resto salpica en la canaleta de mosaico blanco edificada a una altura que da ternura. Son los baños del jardín de niños 'Girasoles'. Los alcatraces de la entrada son de plástico.
De sus tobillos, Rico recoge los pantalones de mezclilla elástica. Camina al lavabo, también erigido a una distancia mínima del suelo. Ahí, con la mano izquierda jala el tubo de metal que activa la caída del agua del grifo. Un par de chisguetazos y seca su mano izquierda entre sus piernas. Queda en el pantalón del uniforme un tenue rastro de humedad; invitación abierta a sospechas de incontinencia con un niño de esa edad. La derecha la lleva separada del cuerpo, ligeramente en alto.
Sin prisa, cruza los pasillos adornados con dinosaurios de cartón. Camina sobre el mosaico blanco. Rechinan sus tennis de un amarillo neón exagerado. Las agujetas son rosas. El nudo próximo a desvanecerse.
De vuelta en el salón K-B de la planta baja, Rico camina a su pupitre pero es frenado por Chelito, 'la Miss' de inglés. Sus dedos delgados y ligeramente arrugados lo atrapan del hombro y lo conducen hacia la pila de cuadernos calificados. Él y Ana son asignados a la repartición de las libretas.
Intenta hacerlo a una mano pero el peso lo obliga a emplear ambas. Al terminar, Chelito lo manda de regreso a su lugar.
Rico se sienta y mira sus palmas: secas, no hay rastro alguno de orina. De cualquier forma pasa su mano derecha por la mochila anaranjada de Renata. Quiere creer que su travesura, aún invisible hasta para él mismo, se ha logrado. No sonríe. Solo mira la mochila por largo instante. Luego voltea al pizarrón y se une al repetitivo coro de frases en inglés con el resto del grupo. Es evidente que las repite por fonética, no entiende lo que declama.
Cuarenta y dos años después, en pleno vuelo -sobrevolando Fairfax- Rico recuerda ese momento. Al igual que las burbujas de gas en el agua mineral, que aparecen desde la profundidad y ascienden esquivando los monolíticos hielos para integrarse a la superficie, así ha emergido ese recuerdo sin justificación alguna. Mira por la ventana. No hay elemento en la deslumbrante pradera de nubarrones que justifique el regreso de dicha memoria. Busca en el interior del avión pero no hay nada que explique que tan penosa acción haya quedado descubierta a su consciencia. Intenta jalar la sábana de la indiferencia a su posición original y regresar al estado en el que viajaba hace unos minutos. Es imposible; como quien intenta hacer la cama a media noche pero se niega a dejar de estar acostado, a no abrir los ojos.
Avergonzado, se recarga hacia la ventana. No quiere ser analizado por la mujer americana que viaja a su lado y con la cual hasta antes de la cena había tenido una conversación amistosa; en inglés por supuesto.
Tampoco quiere llegar a casa y escoger no contarle tal suceso a Natalia, su mujer. Sin embargo, es justo lo que hará: una translúcida membrana más de verdades a medias entre los dos. Se quita las gafas y mira con detenimiento las patas ambarinas, las toca y las separa. Piensa que tal vez no es un recuerdo sino un malvado eructo de su imaginación que, aburrida tras seis horas de vuelo, confabuló la historia usándolo a él como personaje central. Aún así, él sabe que aunque lo fuera, la desconfianza en su integridad no permitiría una fuga tan fácil del recién arrancado, viaje de culpa. Que tal acto no haya sucedido hace más de cuatro décadas, no significa que no pudo haber sucedido con sus manos, las mismas que aprietan el vaso desechable con agua mineral.
Rico, el infatigable penalista, es más bien un pervertido misógino de raíz. Toda su vida ahora se convierte en una suma de deshonestos actos teledirigidos para sacar adelante una reputación de no ser quien realmente es.
No importa quien la vea o en qué año aparezca, la verdad es sólo una luz.
Los recuerdos, los idiomas y las visiones, son los prismas que la sentencian.

Los enderezados olvidadizos


Si la memoria fuera alcanzable sólo para unos cuantos y la mayoría sólo pudiéramos vivir el instante presente se diluiría de inmediato el debate sobre el pasado, el temor a la posterioridad. El mercado de recuerdos sólo funciona cuando quienes los poseen entran en competencia por acumularlos. De aprender hacia a aprehendernos viajamos por una veta que une tiempos que no existen y los sutura en el quebradizo ahora. La brújula de la identidad sentencia el recorrido. Lo que con el instinto bastaba para sobrevivir ahora se contamina de apellido. Las palabras escogidas visten el significado de las guerras. La salud por la salud misma se hace banal y hoy sólo importan quienes la poseen habiendo sido enfermos; los que salieron de la sombra del ayer y con aplomo dominan el miedo que se sabe en el paladar al intuir el mañana.

martes, 31 de octubre de 2017

Piedras preciosistas


La malicia es una espada sin mango. Manipula con esmero a dos lamentos zanjados.

s.t.


Si la memoria fuera alcanzable sólo para unos cuantos y la mayoría sólo pudiéramos vivir el instante presente ¿qué sentido tendría discutir el pasado o temerle al futuro? El mercado de recuerdos solo funciona cuando quienes los poseen entran en competencia por acumularlos. De aprender a aprehendernos viajamos por una veta que une tiempos que no existen y los sutura en el ahora. La brújula de la identidad sentencia el recorrido. Lo que el instinto bastaba para sobrevivir ahora se contamina de apellido. Las palabras escogidas visten el significado de las guerras. La salud por la salud misma se hace banal y hoy sólo importan quienes la poseen habiendo sido enfermos; los que salieron de la sombra del ayer y con aplomo dominan el miedo al que les sabe intuir el mañana.

viernes, 27 de octubre de 2017

micro épocas


Sin llegar a ser una gota eres parte de un río helado. No siempre tienes las mejores ideas pero te proteges catalogándolas como bien intencionadas. No pretendes. No armonizas. Te desprendes. Tocas la tierra solo una vez, la última. Volteas sin cuello. Ves el río seguir. Y te permites morir porque ya no se trata de ti. Nunca fue así, solo disfrutaste el poder creer que así fuera.

martes, 24 de octubre de 2017

Nadie se atreve a decirnos huérfanos y no sabemos decirles herederos (de ti que estás acá)


El día que ya no estés aquí, entonces comenzará el extrañamiento -hacia ti y hacia mí de aquí-.
[Todavía estamos muy lejos de empezar a despedirnos.]

gmh


La espalda de la espalda es la cadera cerebral.
Contonea las falanges de la médula sexual.
Se recubre de osamenta y de pulpa que llovizna
de atómicas tormentas que no caduca, se fermenta
en el ritmo de pieles que palpitan al contacto
de serecillos que buscan el sentido fisiológico
de su vago merodear. Luego chocan en signos
que los nuevos de los nuevos, procuran alabar.

buhonería


No sé cuando entendí que lo que era mi vida era también la supervivencia de los míos en el marco de una guerra entre naciones. Llevábamos meses escuchando las explosiones y viendo sombras empolvadas salir de aquellos barrios, siempre con algún fluido encima, la mayoría de las veces sangre o lágrimas. Las paredes se deshacían sobre ellos y entonces respondían con líquidos. Sangraban, lloraban, moqueaban y sudaban hasta el punto donde dejaban de ser un arenal erguido. Igual eso no era suficiente para que uno se asumiera en una guerra. Hoy en día de lo que más me frena es no saber qué fue lo que me hizo decir por primera vez 'estoy en guerra'. A partir de ahí, empece a salir menos, a comer más, a hablar poco y a mirar por incontables horas el reloj de la cocina. Dormía la mayor cantidad de horas posibles. Me aterraba la idea de morir despierto, de enterarme de que el combate había llegado hasta mi habitación. Salía poco y le daba la espalda a la pared a la hora de la cena, a diferencia del resto de mis hermanos y primos. Decían mis padres que estaba deprimido. No es verdad. Todo era un inútil pero incansable esfuerzo por querer salir de aquella guerra siendo yo, el de siempre. Quise mantenerme intacto cuando desde hace mucho había sido manoseado por la vulgar lucha que venía teledirigida desde cuarteles en ciudades que a la fecha, nunca he conocido.
Mi mayor problema fue cuando colmé las horas de sueño que un cuerpo puede llevar a cabo. Después de semanas de dormir dieciocho horas en promedio llegó el insomnio. Me quedé solo noche tras noche -escuchando, imaginando, dejando de ser niño-.

Pierrot, El Payaso


Lloraba un almidón muy particular, digno de ser industrializado. Lo hacía siempre que los absolutos sentenciaban su destino:
- La última vez que miraba a otro como él.
- Cuando uno de sus apéndices se alejaba para siempre en el cauce del río.
- A partir de ritos de iniciación que no permitían volver a jugar a ser inocente.
Nada sonaba en aquellos momentos. La sordera sólo se fracturaba con la llegada de un taladro hostil o al pasar por una tienda anunciándose a todo volumen con bocinas de mal gusto. Luego, poco a poco, la realidad lo secuestraba. Es ahí cuando más polvo acumulaba. Sus hendiduras se iban empanizando hasta que convertirse en puntos de asfixia. De ahí las sempiternas ganas de no pertenecer -ni a los muertos, ni a los vivos-. La fachada no tardaba en ceder a aquellas lágrimas de polisacáridos con las cuales nunca nadie había tejido una obra maestra. Un ejemplo de material merecedor de su propia musa. Todos pasaban de largo a aquellas excreciones sin pensarlo dos veces; todos-siempre-así, hasta el día de hoy.

yeso


El zangoloteo clamaba misericordia, odiaba el exceso de oxígeno y me veía con ojos neutros, poderosos, inexpresivos y listos para morir. Lo que nunca supe es qué era lo que veía eso.

martes, 10 de octubre de 2017

lo͞okwôrm


Is a portion of the truth, a lie?

jueves, 21 de septiembre de 2017

los puntos más lejanos


Rojamente verde es esta desesperanza ilusionada.
De azul anaranjado va teñido el cariñoso rencor.
Una entrañable desdicha con amarillos de morado.
Donde acabamos es apenas principio y sin saberlo,
van rozando las espaldas, los puntos más lejanos.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Las mentiras escritas muchas muchas veces


Los letreros digitales de los países anclados a la legión del Noroeste se programan desde las oficinas de Overlanga. El único medio de transporte que llega a los cuarteles, a cuarenta minutos de la ciudad por protocolos de seguridad, es el tram. Es una presencia particular el tram en este país y en esta época. Sin embargo un estudio hecho por la facultad de estadística de la Universidad Estatal (el Campus de Calenda, que tiene fama de ser un poco más laxo en sus publicaciones) dictaminó que era el medio que menos impacto ambiental generaría en el mediano y largo plazo. No obstante, en el año de publicación de aquella investigación en el corporativo de Overlanga la población laboral era de dos mil trescientas cuarenta y cuatro personas. Hoy, ese número ha incrementado por casi el 190% y sobra señalar que el servicio de tram está rebasado. Ni siquiera llegando en la corrida de las 4:45 AM uno logra el mínimo básico de comodidad* [que acate los 25.2 cm de espacio personal que la legión establece como derecho elemental; más bien todo lo contrario, en las corridas de las 8:15 AM, 8:35 AM, 8:55 AM, 9:15 AM y 9:35 AM el promedio está por debajo de los 9.4 cm que la legión demarca como arreglo bajo condición de hacinamiento]. La práctica de pasar la noche en el cubículo, si bien empezó como una forma fácil de impresionar a los superiores, ahora es de las pocas alternativas que existen para evitar la vuelta en la última y temida corrida de las 11:15 PM. Yo soy uno de los novecientos empleados del sector H-G. El cuadrante 8 se encarga de los rótulos más asequibles. De ahí la falta de gráficos; que solemos compensar con dibujos realizados a través de la suma de caracteres como ->*O. La G es para la división de comedores nocturnos. Soy madre de dos, a pesar de que la radiación me hizo estéril. A un lado de L____, que sí pudo concebir irónicamente a raíz de un tratamiento de un tratamiento de isotopos, le hemos dedicado seis años a esta industria pero simplemente ya no podemos más. Tengo tres días sin ver a mis hijos y temo por su bienestar y que podamos volver a estar juntos, como familia. No hay manera de regresar y caminar hasta el anillo metropolitano con nuestro peso es una misión suicida. Los correos a los directivos de Overlanga empezaron siendo respondidos con monosílabos, luego quedaron sin respuesta y ahora nuestras cuentas ya han sido perfiladas como correo spam; dejándonos incomunicadas por todo medio que no sea éste. Si bien esta publicación significa una infracción de nivel III que es sinónimo de despido, no me gustaría caer en más incumplimientos que podrían convertirse en multas que no tengo los medios para pagar. De cualquier manera, para proteger la información de nuestros clientes, yo no poseo el nombre de este canal de divulgación; tan sólo puedo afirmar que las ofertas más recurrentes son las de "ensalada de muslos de pollo al 3x1 los jueves de partido" y "20% más para las campeonas del aplausómetro". Si alguien lee esto a tiempo, sólo me queda pedir que a Vic y a mi reinita Liddy, les digan que tienen dos madres que los aman, los extrañan cada día más y que nuestra desgracia es sólo producto de nuestro deseo por un mejor futuro para ellos.
"¿Por qué tan serio? Aquí está la cubeta corazón". Nadie con una sonrisa tan ancha y un escote tan bajo significa lo que sus palabras expresan. "Aquí están tus seis drumettes caramelizados, doce puntas de ala rinconeras y cuatro jamoncitos pegajosos. La siguiente cubeta va por nuestra cuenta papi." Me guiñó el ojo y se acerco tanto que me puse nervioso. "Ya sabes que las propinas están prohibidas." Puso su mano en el resorte de su traje de lycra. "pero el que nada sabe, nadie supo." Alzo el resorte, el sonido del belcro me hizo sentir observado. Tenía un puñado de billetes arrugados y sudorosos adentro del calzón. "Provecho."

miércoles, 13 de septiembre de 2017

un porcentaje de la corteza terrestre


Hay algo muy triste en las mujeres de cuarenta y cincuenta años que habiendo buscado la libertad y habiendo sólo alcanzado el libertinaje exclaman atención como un placebo de restricción para sentir la seguridad que tenían en la infancia o la pubertad. Eso era Mariana, una señora atractiva -atributo que se le otorga a todo espécimen que es celado en materia física por los de su mismo género- cuya mirada mezclaba añoranza y endeble alegría. Era alguien con posesión de sabiduría sin duda, pero quedaba en evidencia muy rápido que no sabía emplear su erudición en su beneficio; más bien todo lo contrario.
Yo fui amante suyo por unos meses. Supe desde la vez que volviendo de una vacación decidí no llevar mi maleta a su departamento, que no sólo eran las últimas horas con ella; sino que yo empezaba esa noche a diluirme en un mar de decenas, quizás cientos, de amores fortuitos. En el tiempo que estuvimos juntos sólo denominó con nombre propio a Pedro, su primer marido, y a Jerrry, el buzo que murió en un accidente automovilístico. La realidad no era igual en la dirección opuesta. Yo supe desde el primer instante que Mariana sería una experiencia irrepetible y por ende, inolvidable, para mí. No sólo la lista de mis parejas era ridículamente más corta, también era más simplona en todos los aspectos.
Fui yo quien decidió terminarlo todo. Ella lloró muchísimo. La piel de su pecho parecía un cartón húmedo, gastado por las cascadas de lágrimas que ella le dedicaba a nuestro rompimiento. Aún así, también había algo mecánico en sus acciones. La cadencia de sus movimientos cuando fue por los pañuelos o cómo se reacomodaba el tirante del vestido, una y otra vez, pertenecían a alguien ajeno a ese llanto; años de entrenamiento me imagino.
No la he olvidado hasta el día de hoy y ni siquiera una cruel enfermedad mental podrá borrarla de mis recuerdos. En las bodas de oro de la misma pareja que nos introdujo la volví a ver esta mañana. Eso que era Mariana lo sigue siendo. Los machos paternalistas la critican. Sin piedad describen su mirada perdida; esa que deambula al instante de abandonar sus pupilas envueltas en negro rímel. Es verdad que hay algo en ella que es y siempre será un gorrión herido que pide ayuda aún cuando ella afirme lo contrario. Lo que sabemos unos cuantos de los presentes -todos previos amantes- es que la melancolía que baña aquella aparición (en un angelical y anacrónico vestido blanco de crochet) es producto no de ella sino de nuestro hueco y vulgar interior.
Es así que no me atrevo a saludarla, por más que desde el otro lado del salón resulte evidente su carencia por una brújula de algún tipo. No es suficiente querer ayudar. Hay que saber hacerlo.

martes, 12 de septiembre de 2017

Ni hoy, ni en veinticinco mil años


En 25,000 años no habrá rastro alguno de mis palabras. Tal vez entonces sean aún más importantes que hoy.
Que nadie sepa quien eres significa más que el silencio nocturno que se evapora al medio día.
Que nadie sepa quien eres es una llave a ver los capullos que se asoman entre las grietas de oscuros callejones, a escuchar con paciencia los ronquidos de bestias violentas, a sin haber leído esto, saber que yo te necesito a ti.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

sparkle of none


I am deeply saddened for not having been myself all those moments I was imagining what would I think about them now that I have this age that means so little.

el sábado y el pasado


En el salón de fiestas infantiles D'Angelo, en avenida Aztecas 467, colonia Ajusco se improvisó el sábado pasado, a falta de recursos económicos, la boda de Gilda y León. Gilda, con cuatro meses de embarazo, se fue temprano de su propio festejo. León, distinguido borrachín, aprovechó la oportunidad para abusar del Cabrito Reposado que tanto le gusta. Quien sabe cuántos años durarán casados. Quien sabe si ellos durarán más que su matrimonio. La salud no es el valor que abanderó al D'Angelo sin duda. Muchos de los pocos asistentes se la pasaron bien, eso sí. Xiomara no era una de ellos. Era la impresión de ella, bastante acertada desde una óptica objetiva, que era de las personas con mayor potencial del evento. "Potencial" por sí sólo no significa nada, hay que direccionarlo para medirlo en primer lugar. A lo que Xiomara se refería en ese oscuro monólogo que proyectaba en su cabeza sin realmente escucharse era al derecho a la felicidad, a la expectativa inherente que generamos a ser plenos a partir de quienes somos. Existen pocas personas con una plataforma tan vasta y exuberante que su realidad cumple en el 100% de sus situaciones y momentos sus expectativas. Hay también, muchísimas personas -incalculabe es la dimensión de este grupo- que su expectativa es nula (tan nula si se vale subrayar lo que matemáticamente es imposible pero como experiencia en vida sí es 'vivible') que la realidad ya no puede ir por debajo de la anulada fe que tienen en el porvenir. Ambas comunidades, diametralmente opuestas y nunca en contacto directo, comparten el desapego al potencial ya que abarcan los rangos absolutos 0 y 100. En medio estamos los demás. La característica principal de gente como Xiomara, o como Gilda, también como León, es que se evalúan. Comparan lo que tienen con lo que consideran meritorio a raíz de su boleto en la fraudulenta lotería de la vida.
Gilberto, fodongo y perspicaz en cantidades similares, miró que del otro lado de la pista bailaba Xiomara al mismo tiempo que lloraba. Le pareció alucinante que alguien pudiera ejecutar, a solas, esas dos actividades en simultáneo. Pensó, mientras le daba otro trago a su brandy con coca y sin hielo, que se requería de una valentía inconmensurable, y también de un abandono brutal por el aprecio personal, para bailar como bailaba y llorar como lloraba Xiomara en la pista, sola. Sin pretensiones heróicas de videoclip popero, pero sí haciendo ejercicio del humanismo que su madre le había inculcado, Gilberto dejó su trago y cruzó la pista para acompañar a Xiomara.
Le tendió la mano y ella, sin dejar de llorar, ni siquiera haciendo el intento de evitar ser un estrafalario manantial con peinado crepé, tomó su mano y lo acercó a ella. Bailaron en silencio canción y media. En el D'Angelo había menos de treinta personas y una cuarta parte eran empleados del salón, la mitad estaban separando a León de liarse a golpes con un mesero y el resto bailaba en la pista de triplay pintada color vino.
"Las agujetas desamarradas de su bota izquierda nada le importan al manco que cruza el desierto." Dijo Gilberto al oído de ella que alzo la vista del suelo queriendo entender lo que le decía. "Lo problemático es sólo lo atendible, lo demás es la realidad." El calor del aire que salió de la boca de Gilberto con las últimas palabras rozó el oído de Xiomara. La inesperada sensación le resultó un 20% asquerosa y un 80% agradable -al menos así lo decidió arbitrariamente su oscuro monólogo sin ser realmente atendido-. A pesar de haberse alejado ante la inesperada sensación regresó rápidamente su cabeza a la distancia a la que la tenía del cráneo de Gilberto. De hecho intentó dejarla más cerca, sólo un poco, una distancia imperceptiblemente pero que de ser evaluada sería simbólica.
La boda acabó, a falta de recursos económicos pero sobre todo a raíz de la madriza que le propinó el mesero a León, muy temprano. Xiomara, recalibrando la valentía y el abandono que cohabitaban en su interior, se atrevió a invitar a Gilberto a ir por un caldo para cenar. Gilberto, que rara vez tenía algo mejor que hacer que volver a su departamento, aceptó la invitación.
Afuera del Salón D'Angelo, a un lado de un pony con crin de arcoiris mal dibujado, dice un graffiti: "Lo último q' muere es la esperansa.... pero si hay un muerto, hay intriga, y la intriga es la llave a la felicidad de los pobres."

10012025


10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.Solo.ustedes.2.saben.lo.roto.que.estoy.por.dentro.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.Así.que.mantengámonos.en.silencio.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025.10.01.2025;

lunes, 4 de septiembre de 2017

Goteras llenando goteros


A un lado es después en la linealidad del tiempo;
pero el tiempo no es lineal.
Por eso a un lado es ahora,
y a tu lado está el después.

hay un sordomudo rapado


Hablar rápido, ser más veloces que nuestros propios cerebros y nunca arrepentirnos de lo ya dicho para poder no ahogarse en la cascada que ahora es sobrevivir las ciudades. Ser ruidoso y violento, jamás pedir perdón, jamás un backspace, jamás lo jamás y siempre lo que siempre nos convenga. Ser absolutos para el poder. No dárselo ni a nuestros hijos, o mascotas, o esposos y esposas que nos amarran de la bazuca que somos de nacimiento. Escupir ofensas y actuar ofendido cuando las pitos, los vaginas, das gluten y anfetaminas sangrientas nos hagan sentir mal de lo que somos de viernes a domingo cuando no queremos ser lo que escogimos y padecimos hasta el jueves. Lloran las machas. Las putean también. Espinamos los suelos minados de países con deficiencias genéticas y jinéticas. Luego les donamos agua y sabemos que hemos visto a dios porque lo compartimos en cenas de lácteos impagables y cadáveres semi-extintos. Nos vamos a dormir hinchados. Arrastramos los pies por oscuros pasillos y vamos sujetándonos de pensamientos que luego embalsamamos en ataúdes de censura autofascista. Pasan las mañanas donde antes de abrir los ojos ya quisiéramos no haber, no tener, no ser, no merecer. Pasan las noches donde soñamos lo que fuimos de niños y un día de pubertad asfixiamos sádicamente en un charco para quedar bien con nuestros mejores amigos. Pasan con prisa las cosas. Pasan con un chingo de velocidad. Pasan y se dformaan y se transfrmaan en gola msá. Pasan las peores y mejores cosas. Nadie tiene el tiempo para notar que son la misma dos veces, dos lados, dos muertes, dos ojos, dos notas, dos dos, a dos y de dos, dos gotas de agua, una puerca y una limpia. Así, con el acelerador cerebral que estrenamos y estresamos hasta infartarnos de la alegría nos le prendemos fuego a nuestra reputación para homenajearnos a nosotros mismos y anotarnos en el máximo paredón de humo digital. Ahí morimos al calor de setenta cigarrillos. Nos entregamos a la exploración genética demandados, sin condón, con nuestros queridos hígados podridos y con el dulce sabor de la liberalidad que cubre la amargura que gotea del paladar por empeñarnos a razón de ideales plastificados, reciclables pero no reutilizables. El tufo no muere, ni se destruye, sólo sube de prisa y un día llueve de vuelta.

martes, 29 de agosto de 2017

la m oculta en camuflaje


ahora infinito extrañamiento
que de quitar en quitar
sólo diste y diste
exigente existencia fuiste
extrema y extraña pureza eres
y serás explícito mandamiento

domingo, 27 de agosto de 2017

el papá de nadie


Hay fracturas expuestas producto de las coincidencias. Sin embargo casi nada funciona al revés; ni siquiera esto.

sábado, 26 de agosto de 2017

los rizomas de nadie


Estoy más cerca que tus propias vísceras.
Se cosen en paralelo nuestros instintos.
Nos navajeamos con atención y talento.
Somos hermanos hoy y recíprocamente fantasmas todo el tiempo.

esas mayúsculas ganas de ser conducido a la salida antes de que concluya concierto


Ahora, mucho más libres que antes, se pasean las ganas de morir temprano y pleno.
[Sin saber todo lo que sobra entender. Habiendo dicho lo fundamental. Dejando el puntillismo para los pacientes. Aún con dudas, planes, sabores y sandeces. Sin las censuras de la prudencia. Con prisa por ser más. A tiempo para ofrecer compañía a los solitarios y servicio a los desolados. Para ser de las vidas que uno inyecta y no las que ha frenado.]

Hay un anhelo por convertirse en un despostillado.
[El que humaniza y diferencia a una vajilla ancestral de lo inerte. Ser una espesa canción para los que con el filo de la noche gustan de embriagarse. Mudar a brillo amargo, que flota en la ingrávida penumbra del insomnio él mismo ha convocado.]

el cielo de la ciudadela


Las retinas que pescan con red muda madrugan.
Se valen del humo, el requinto y recuerdos en exilio para lograr mayor alcance.
Con sus escuálidos filamentos tientan al concreto y abrazan al papel.
Van queriendo todo y buscando nada.
Son volcanes que no gustan de dormir solos, que hibernan con miedo.
Sus membranas hacen metálico revoloteo, un embrollado ritual de apareamiento que navega entre montañosas expectativas sin vela.
No saben exigir medallas cuando reconocimiento es su único alimento.

un inocuo cuchillazo abierto


Tenía que llegar el día que fuera de noche para los amantes de la luz. El billar galáctico le sonríe primero a los pálidos, seres draculianos capaces de ver y ser vistos por la noche. El ruido satura al resto de los sentidos. Los címbalos hipnotizan a los nerviosos. El canto wagneriano de una diosa desatinada narra mitos de humo e incongruencia.
En un barranco tan invisible como doloroso se despeñan los mudos. Sin embargo, las láminas de silencio hacen crujir las articulaciones. El odio ilíaco arranca su camino. Las bibliotecas, en eterna e impráctica evolución en espiral, se esconden de los ojos que irresponsablemente huyen de la tarea. El bramido mitológico se despierta en los mismos seres que lo habían ofrecido al fuego. El colmillo del herbívoro se afila entre sueños donde también suplica ser perseguido.
La porosa memoria de los que recién piensan es permisiva con el destino. Las montañas habrán de esperar otro par de milenios antes de darle la bienvenida a los necios de oxígeno. Hay más tiempo que vida, eso lo sabe cualquier bicho. Habrá de venir con el eclipse una noche tan larga que los codiciosos de sombra caerán rendidos. Temerosos, ebrios de paranoia, serán los primeros en ver las retinas de sus pares oscuros. Los ciegos serán los primeros en comer, luego los tuertos, seguidos por los tullidos y los lactantes. Todos devorarán a la única especie que en su vanidad torció su evolución hasta convertirla en coprofágica; y en su propia mierda envenenó la sangre y marco su monstruoso exterminio.

Bestias de almacén


La ilusión y la comezón se procrearon mutuamente. Del mismo espejo se proyectaron y al pasar los meses, el eclipse se derritió hasta revelar un bicho de luz.

[Ése. Ése que llevabas tan adentro y ahora navega a ras de piel.]

Te hace sentir más listo para morir; más completo. Urticariza tus sueños. Leprosea anhelos. Te hace más difícil de ignorar. Exige que se coseche en ti el respeto que no sembraron ellos.

Es tu piel de insecto un exoesqueleto mal entendido. La aspera fragilidad de tu dorso pareciera ser más que un saco de odoríferas secreciones y misterios. Tu honras la armadura con riesgos. La curtes con una profunda escasez de secretos.

Te acercas a ti.
Te cercas de mí.
Te haces cerca del panteón pero cada vez más lejos de la muerte.

viernes, 25 de agosto de 2017

fried eyed


He worked enough so that the night he went out was the night he went to bed the earliest.

jueves, 10 de agosto de 2017

Civitatis


Hombre y ciudad
hombrei ciudad
hombreicuidat
ombreiciudad
Eso era lo que quedaba escrito en la fachada de un edificio donde en el interior parecía haber ocurrido un suicido colectivo. Los veinticuatro habitantes del bloque de concreto murieron en la misma posición, cada uno en su habitación, todos leyendo el recibo de servicios. ¿Fue una protesta a los precios del casero? ¿Fue un infarto simultáneo de personas con identidades tan comprimidas por la red que todas abrían el justificante a la misma hora, en la misma posición, en recámaras paralelas? ¿Fue esto el comienzo del arte del crimen organizado que cansado de destriparse en vías públicas empezó a crear poemas embalados en sus ejecuciones? Yo fui abogado por treinta y siete años. Jamás había visto algo así. La atomización de las pruebas hacía viable cada causa. El mismo grafitti podía tener todo o nada qué ver con las dos docenas de cadáveres. Por eso culpé a la ciudad. Fue la primera cadena de homicidios imputada a una ciudad. Después de eso no pasaron ni seis meses y ya había catorce comunidades del norte y del golfo sentenciadas como asesinas seriales. Aquí no, a pesar de ser la máxima devoradora de humanos, esta capital es demasiado importante para ser condenada como homicida metropolitana. Como siempre, el caso se diluyó en mentiras y gráficas pendejas que nada tenían que ver con los hechos. La acusación se convirtió en una minúscula gota de grasa flotando perpetuamente en un tinaco de aguas negras. Al cabo de tres años de amenazas, hambre y la nula gratificación de familiares que me acusaron de idiota por culpar a un ente tan masivo, renuncié.
Ahora vivo lejos. Me gano la vida en un paupérrimo teatro comunitario como mimo. Ni soy hombre. Ni soy ciudad. Sólo exijo el tiempo que me queda para ser yo mismo.

viernes, 4 de agosto de 2017

nnativo


Encontré un riñón abandonado en un callejón a media noche. Había pasado por muchas manos de dueños previos y amantes fallidos. Exudaba desconfianza. Lo primero que hice fue dejarle pintar un retrato de mí. Su pincel dictaminaría lo que se estaba diciendo de mí a través de su mirada y sentenciado por su trazo. Así nos hicimos amigos. Así aprendimos a sincronizar nuestro cansancio, nuestras dolencias y nuestro apetito. Éramos él y yo, sin prisa todo el tiempo. Claro que nos separamos, si no, no escribiría esto. Un asalto a mano armada por pandilleros empoderados a través de sus perros doberman nos separaron. Jamás lo volví a ver y parte de mi dolor es nunca habernos bautizado mutuamente, hace de cada recuerdo algo más difuso. No obstante sé que eso también era parte de lo que nos liberaba de presumir la libertad que nadie tiene. Eso nos sabía bien. He tenido muchas amistades, muchas relaciones y he pertenecido a incontables cofradías. Claro que hubo magia en cada una de ellas, pero las perversiones que emanan de la sed de éxito siempre nos alcanzaron. Yo mismo me convertí en un experto agente patológico de mi gente más cercana. Con aquel riñón, que dejé que me pintara como él me veía para ser lo que mi piel me regalaba ser, fue diferente.

lunes, 31 de julio de 2017

almejas con sueño


Me acuerdo mal de mis imaginaciones adolescentes y no sé si eso tiene que ver con todavía me permito ser creativo o si sólo es que estoy viejo, a la deriva de lo real y náufrago de lo fantasioso.
Soy un volante intacto en una carretera metropolitana.
Soy el fango que encubre a un cocodrilo inmóvil, quizás muerto.
Soy un punto y coma, en una planilla con incalculables puntos y comas.
Soy los ganglios inflamados de un niño sonriente que juega con el hollín.
Soy todo el coraje que fluye por los telegramas que una guerra olvidó re-enviar.
Soy la fecha de caducidad en un contenedor reciclado que ahora contiene sopa de fideo.
Soy el miedo que encarno, que ni a mí me comparto, que llevo tan cerca que ni sé identificar.

prisa por un final eterno e inconstante


Con nada de tiempo sólo se puede gritar. Comer un insecto, mascar las manecillas llenas de pus, mirar con bilis a los compañeros, hacer moronas los codos de la avaricia que nos compete, rabiar hasta oler mal, encontrar mugre en las repisas, fastidiar la lectura de lo fastiodioso, carejearse las vísceras y dejarse inválido de un último pensamiento, para eso no hay tiempo.