martes, 15 de julio de 2008

Eterneciendo


Y hasta aquí llega esta historia. Porque hasta hoy viví de esta manera tan única, tan irremplazable, tan irrepetible. El vacío en el estómago no es más que un síntoma del vacío total que se vive por estos rumbos. Ciclos que se cierran y pasan a ser engranes de nuestra mente. Ciclos que, mientras están abiertos, nos ahorran el muy denso pendiente de escoger quienes somos y a donde vamos.
Ya mañana será un nuevo empezar donde escogeremos una combinación diferente de ganas, corazón, azar e intento de razón para seguir moldeándonos a lo que nos ofrece nuestra imaginación. Será mañana temprano que los nuevos ángeles que se integraron a mi vida hace instantes, dejarán de ser nuevos y se convertirán en los de siempre. Ese continúo vaivén de voces que nos hacen pertenecer y nos llevan a mirar más y más alto.

AK-Bron


Corriendo por las calles, en el medio de transporte que se deje, aunque no parezca piensas. Piensas que estas harto del führer en turno que cual muñeco programado tiene que robar. Roba a todos, escuchas constantemente; pero igual tus días no se ven afectados por su hyper-turbo-cabrona cleptomanía.
Y si sí qué. Llevamos simulacros de Apocalipsis desde hace años y lo único que cambia es la publicidad que reciben los mayas, Nostradamus o profetas de calañas arrabaleras. Vale más coger con un chingo (de lo que sea y cómo sea) y mientras nos dure el changarro. Aunque hoy en día ya basta tener los suficientes pancheurólares para que con viagra, levantamientos de tetas, preservativos eternos, restiramientos y un poco de mariscos afrodisíacos podamos vivir en una orgía eterna entre humanoides; eso sí, sin riesgo a embarazos incómodos.
No quieres cambiar el mundo, a lo mucho que los otros lo cambien siempre y cuando no incomoden en la cruda. Chela, porro, tequila, tequila, tequila, que-es-esto, tequila, coca, tequila, que-es-esto-otro, tequila, chilaquiles, gatorade, chela y el ciclo vuelve a empezar. Alex Lora saca otro disco, Cuauhtémoc se lanza para presidente, matan y violan a una más en Ciudad Juárez, a Hugo Sánchez se le escurre de la boca otra sublime y aparentemente insuperable sandez, el hijo del hijo de un luchador salta a sus quince minutos de fama, el güey de café tacvba se cambia de nombre, fraude en las elecciones de algún lugar, Marcos promete mostrar la cara si se pone alto a semejantes atropellos contra la democracia, cosa que inspira a Alex Lora a sacar otro disco (ahora de un nuevo género “guadaluprotesta”) y el ciclo vuelve a empezar.
Y pasan los días al igual que las noches, unos deciden instalarse en el lado de la luz y otro en las sombras; a unos terceros ni les preguntan. Disfruta la vida que se te acaba. Disfruta la vida que dura un rato. Pero a la mera hora nadie sabe qué pedo con su vida, cómo es que tiene que vivir y andan soltando mamadas de cómo funciona la cosa. Ya desde la nueva adolescencia que va de los siete a los treinta y nueve años a uno no le permiten ni ser niño y cuando se llega a ser adulto ya estamos muy viejos como para hacerlo con dignidad. Por eso ahora las tendencias nos muestran a los más longevos haciéndola de bebés, cagando in situ a la hora que sea y haciendo berrinche porque ni llorando los jóvenes hacen caso.
El issue de invasión de espacio por la pareja, el issue del todo-lo-que-como da cáncer en alguna de sus variantes y todo-lo-que-veo conlleva a un riesgo del 5% más de apoplejía (siempre y cuando no haya antecedentes en el gen recesivo), el issue de conocer la muerte de pequeño y no tener a la mano un psicólogo con una maestría en niños que conocen la muerte de pequeños, el issue de no ser tan cool como los demás (que una vez solucionado acaba en el issue de ser cool y no tolerar la presión), el issue de hacer con dos idiomas una aleación de escasa calidad, todos estos y muchos más prototipos de complejos que sin darnos cuenta nos vamos apropiando.
Tanta información en tan poco tiempo y todavía los cínicos se preguntan porque la gráfica del nihilismo va en ascenso vertiginoso. A esto hay que agregarle la omnipresente pederastia de los no tan célibes seres eclesiásticos. Lo que sea para que a los ocho años ya tengamos que llenar en nuestras aplicaciones si somos del bando de los putos, las lesbianas o los cada vez más obsoletos ‘normales’. Y si escoges mal ya valiste porque o te quedas infeliz y arrepentido, o te cambias y te degradas en una jerarquía de los atrofiados: los medio putos o los medio normales. Etiquetas que igual y son sólo eso, etiquetas, pero que mordisquean nuestra dignidad queramos o no.
Claro que con tantos generadores de enfermedades el mercado para las drogas, esas falsas curas, proliferan. La droga, en cualquier de sus presentaciones, llega como un invento genial que sirve a los intereses de unos pocos, ‘los más cuerdos’ les llamo yo; sin embargo la gran mayoría sólo se la mete por la nariz, por la boca o por el culo buscando que saque el dolor que les llegó por el culo, por la boca o por la nariz. Todos también ya saben que mata. También saben que todo ya mata. Mejor matarse con experiencias psicodélicas que por ponerse cerca del microondas.
Corres y corres por la ciudad. Siempre con prisa y nunca a tiempo. Siempre saliendo antes de llegar y saludando con ‘adiós’. Conoces cada día a gente que próximamente no vas a reconocer o no vas a recordar su nombre. La falta de cardio-roce no se cura con sobredosis de teclado y pantallas, digan lo que digan los pinches gringos. Cada quien deposita su teoría en algún guaca-blog o podcast para valerse como individuo, pero los acomodados no tenemos el control de la cosmovisión en boga. Chicanos, kurdos, tibetanos, lacandones, aborígenes, son ellas las nuevas potencias creativas que desde sus relatos de opresión hacen poemas al superhombre nietzcheano.
Ya vendrán etapas aún más oscuras antes de establecer la dictadura de lo surreal, donde los cronopios hacen valer la ley que emana del Aleph en un tiempo medido por Picassos, no por frígidos segundos. Para arrancarnos la distopía que se imprime todos los días en los periódicos existe un precio de sangre (¿cuándo no?). Matemos a las flacas, son anti-evolutivas, anti-supervivencia y la verdad sea dicha están requete culeras. Matemos a los hijos únicos que no sueltan la razón, ni la teta de su madre. Matemos a los suicidas antes de que instalen su patético modus operandi. Mata y deja morir, para que al amanecer la derecha y la izquierda no sean más que extremidades al servicio de un cerebro y un corazón.
Corres y corres pero a donde llegas ya hay unos descansando. Corres y corres para toparte en los rincones a los corridos. Corres y corres. Corres y corres tan bien que cuando te das cuenta ya tienes veinte atrás que siguen tu ejemplo. Caos de desayuno y paz sobrevaluada de postre. Entre comidas encuentras alguna actividad que te roba un poquito de vida. Te acuestas y sueñas que no tiene porque ser así, que no siempre fue así y en algún punto la cosa se fue al carajo. Sueñas que si todo esta tan torcido en algún punto tendrá que caer y empezar de uno, que no es lo mismo que cero. Sueñas que no eres el único que sueña esto y que romper las reglas es mucho más que sólo romperlas.
Y te levantas. Caminas por la calle y no ves que nadie te escuche. Entre tantos gritos y bocinazos nadie escucha. Demasiado celular y demasiado cansancio para que la gente vea a algo. Tanto plástico, tanto metal que tocar ya no significa nada. Te ofrecen lo que sea con tal de que te distraigas y no pienses hasta que sea tarde. Hasta que sea tarde y tengas que correr. Ni todo el rock n’ roll, ni todo el internet, ni todos los mundiales y olimpiadas van a lograr privarme de mis propias ideas. Ideas que si residen en mi cabeza y nunca la abandonan no son más que meros abortos de las mismas.

¿Qué estaba pensando?

Hazme Valer


No se porque pero igual sé que eres tu. Eres tu quien tomó posesión de mi cuando no se suponía que fuera así. Lo correcto o lo real ya queda a juicio de quien lo sepa y de quien lo ignore. Yo, que conozco todo lo que pasó y soy cómplice de nuestro silencio me siento aterrado.
Aterrado de no saber que es lo que me conviene. Lo que le conviene a ella. Lo que te conviene a ti. Pasar por alto lo acordado para zambullirme en tu inocencia, dejando afuera de nosotros las malas miradas y las lágrimas provocadas. Hacer lo que se espera de mí y no voltear de nuevo a verte (con la ilusión eterna y desgastante de ver de reojo tu sombra). Mandar todo por la borda y empezar de cero pero con la deuda a este gran sueño que formulé en el tiempo que no te tuve. Decisiones que me encantaría poder dejar en el poder de un simple dado.
Y dado que no es uno sino varios los corazones en juego es difícil dejar las cosas al azar. Es que si tú me lo pidieras yo me podría entregarme tan fácilmente. Todos los posibles escenarios que he vivido y las oportunidades de obtenerlos se vuelven patéticos cuando creo en lo que tu y yo podríamos crear. Eres tú quien asesina todas esas personas que viajan conmigo que fui y ya no quiero ser. Dulces y dolorosos impactos en el pecho con balas de salva.
Por favor salva a quien puedo llegar a ser y ya no quería serlo. Enséñame que puedo derrumbarme y volver a empezar, sin seguir este paso maltrecho. Tú vales mi vida y la tuya. Todo se torna tan perturbador y pálido cuando no veo tus ojos; pero no lloro, porque sólo a ti te puedo dar mis lágrimas y mi felicidad.
Felicidad es el valor inconstante del que todos queremos pedir prestado a cada momento; y no se puede confiar en ella por lo mismo. No puedo confiar en mis decisiones porque estoy entre tantos que no puedo avanzar sin pisar a alguien más. No quiero confiar en mis decisiones porque no quiero participar en mi propia miseria.
Sería para mí lo mejor que llegaras en este instante y me dijeras que tengo derecho a ser nuevamente feliz contigo. De otra forma creo que mis cadenas pesaran más por el momento. Lo que no me atrevo a decirte pero yo lo tengo muy claro es que en este instante en este lugar te amo más que nunca. Sí te amo. De verdad que te amo y la frontera en mi boca y los límites que impusieron los que juzgan me impiden hacértelo saber. Pero te juro que hoy más que nunca te amo a pesar de la incertidumbre. Te amo tanto y con tanto silencio.
Silencio.

El Fuelle del Tiempo


El tiempo es la peor inversión del intelecto del ser humano. No nada más es difícil de entenderlo, sino que es una misión imposible por comprender algo que, para colmo, no existe. ¿Porqué sí existe una conversión de sistemas de medición espacial entre diferentes culturas y no funciona igual para el tiempo? Porque más allá de si el tiempo es medible o no, nadie en esta vida lo puede ver de la misma manera. Ni siquiera la misma persona puede comprender el tiempo del mismo modo cada día.
Un niño de dos años, con menos de mil días de existencia, no va a darle la misma importancia a veinticuatro horas que un anciano que tenga veinticuatro mil novecientos sesenta y seis días en su haber (son 68 años con casi cinco meses para los curiosos). Ese es uno de los factores del porque de repente el tiempo nos ‘pasa’ más rápido.
Pero el tiempo no pasa. El tiempo no se hace. El tiempo no se da. El tiempo no se pierde. El tiempo está y nada más; para que cada uno lo sienta y lo entienda como puede. ¿Por qué cinco minutos pueden ser tan rápidos o tan largos? Porque antes de que existiera un reloj, que más que reloj es cadena, existía un concepto del ya muy citado: tiempo. Antes de saber lo que era un segundo existía una expresión que comunicaba ‘dame cinco minutos’. No importa que fueran cuatro o seis. La idea era espérame o no lo hagas, pero en un instante estoy listo, despierto o lo que fuera.
Momento, rato, eternidad, siempre, nunca…
Estas expresiones son más válidas para medir el tiempo que una minúscula línea dando vueltas como mayate entre números. Porque el tiempo no avanza con el paso firme y apurado del segundero, así como tampoco lo hace con la desidia de la manecilla de las horas. El tiempo esta vivo.
Y tiene la paciencia del mundo para darnos nuestro espacio y nuestro momento cuando nos besamos con la mirada.
Y baila con toda música, proveyéndola de un ritmo único que haga cada canción especial.
Y se sienta con nosotros a ver el atardecer y a escuchar las olas.
Y descansa entre siestas para que las sintamos más eficientes.
Y como a cualquier le puede pasar se pierde en sus pensamientos y nos puede hacer sentir que las salas de espera son eternas.
El tiempo esta vivo y es vecino de nuestras vidas siempre. Cada vida es única y son tantas las cosas las que nos definen que esa lista infinita aplica igual a nuestro tiempo. Si acaso se le puede achacar una metáfora (porque los escritores tenemos ese mal gusto de querer transformar todo) sería la del fuelle de un bandoneón. Un fuelle que se estira y se comprime en nuestras manos. Un fuelle que, al estrenarlo, arranca muy rígido y con el uso lo vamos conociendo y aprendemos a tocarlo. A hacer los momentos que valen la pena más largos y más placenteros. Los tragos amargos no pueden ser comprimidos hasta eliminarlos, pero su existencia es necesaria para poder volver a estirar el instrumento cuando queremos saborear el rato.
Es este fuelle del tiempo que se sacude toda una vida.
Lo más bello de todo es la música que sale de tantos intérpretes que salimos a la calle con nuestro tiempo y lo tocamos a nuestra manera. Miles y miles de bandoneones sonando a cada instante, soltando notas únicas que resuenan por dentro de nosotros y nos dan esas sonrisas sinceras que no piden nada a cambio.

viernes, 4 de julio de 2008

Al Flaco



Porque la vida es la que te tiene que dar y tu aprendes hasta cuando y donde vas a llegar. Antes de querer abarcar hay que empezar a caminar, llegar hasta lo más oculto y disfrutar la escencia del momento, no antes y no después, sólo durante. Que bonito es estar aquí, conmigo, contigo y con ustedes. Todo lo que tocas, todo lo que ves; respira. Sólo queda inhalar lo que te hará más completo.

No trates de entender la vida para lograr entenderla.

Y siempre al fondo una voz dulce me recuerda: I'm FREE to do what I want, any old time. I'm free to do what I want, any old time...

martes, 1 de julio de 2008

¡Salud! Si es que todavía hay tiempo para...


No sé si lo correcto es que me sienta mal por estar cansado de ser yo, de ser yo contigo que es todavía más complicado. Que mala costumbre prestar ideas o tomarlas sin pedir permiso; hace que cada separación se vuelva un drama. Si yo ya sabía que iba a acabar solo no sé porque te quite tu tiempo. De alguna manera cada vez que veo tus ojos siento que estoy haciendo algo mal.
Los que pasan por nuestra vida como si fuéramos hotel hacen que el encuentro sea más especial. Pasan por nuestra puerta un instante, un día, una temporada; pero siempre etiquetados como pasantes. Es por esto que apreciamos mejor lo que nos dicen, la distancia nos da la perspectiva necesaria. Sin tomar en cuenta que los puntos en común: anécdotas o canciones, se vuelven en caprichos que robamos del destino y los escondemos de los demás en nuestro corazón. Si ocurre lo mismo con los sedentarios, los que vienen en nuestro inventario, se vuelve aburrido y en ocasiones de mayor gravedad hasta tétrico.
Por eso soy motel y por eso hablo como si todos fuéramos. Ya basta de querer que nuestras palabras las compartan todos. Disculpenme el resto de ustedes pero si no soy ustedes como puedo ofrecerles esas anclas en común que comparto con los que pasan por mi puerta…Por eso cada quien opina y no escucha, porque no tiene sentido hacer lo contrario si no estamos en una búsqueda de pérdida de identidad.
Como el hombre, que tras la guerra, con mugre en el rostro y los oídos tapados busca una manera de sentirse protegido por su casa. Cuando su casa ya no existe y no hay ‘adentro’ de casa, sino un gran e inhóspito ‘afuera’.Muchas veces me invade el sentimiento de haber sufrido los estragos de una guerra, por minúscula y personal que sea, lo devastado se mantiene.
Cuando uno se acostumbra a estar cansado y sin una pizca de esperanza por sentirse pleno es cuando las relaciones con los demás se vuelven tan contradictorias. Dejamos de ufanarnos por sueños egoístas y nos volvemos servicialmente perfectos. Al mismo tiempo que todos se sorprenden por la solidaridad que manejamos, los huecos en nuestras almas resuenan en todas nuestras acciones.
Por eso escribo y por eso hablo como si todos fuéramos. Para ver si así un día se me quitan las ganas de no tenerlas y viva cada instante como lo que son, fueron y serán. Para ver si alguien me abraza indicandome que esta en las mismas. Para darme cuenta que soy un bufón de la desgracia del destino de mi impecable (hasta entonces) fortuna.
Las notas que van cayendo de la guitarra, los violines, el bandoneón, todos suenan a que extrañan igual que yo. Todos adictos a las canciones en inglés o cualquier otro idioma que nos de esa sensación de no pertenecer, de no entender completamente de lo que se nos esta hablando. Así nos justificamos a la hora de escoger la soledad sobre el amor, como parte de una epidemia ideológica.
Yo ya no sé si esas notas, esas imágenes tristes en cuartos oscuros me hicieron así o yo las busco para poder sentir la soledad que ni en mi soledad puedo sentir.

Ojos Cerrados


Me levanto y estas tu a mi lado, tan sencillamente bella en esas pijamas color plátano y brillando de ternura sólo por tener los ojos cerrados. Me meto a bañar y me sorprendes bajo el agua. Alcanzo a besar esa gota que se aferraba a la punta de tu nariz. Nos vamos a desayunar a ese cafecito que tanto nos gusta a los dos. Nos despedimos en plena esquina, escondidos del sol y por tanto tiempo que la acera ya nos entiende como esculturas invasoras de su espacio.
De repente me levanto, mis sábanas no huelen a ti; supongo que otra vez me quedé dormido. A lo lejos te escucho en la cocina. Me meto a bañar rápidamente y me visto con la poca selección de ropa que tengo limpia. Cuando entro a la cocina no estas, pero por los platos sucios se ve que tenías hambre. Me voy al trabajo y avanzo lentamente, invades mi cabeza y no pongo la más mínima resistencia. Por lo mismo no me va a dar tiempo de salir a comer (lo menos que puedo hacer es avisarte y aprovechar para enviarte si no todo, al menos un gran gajo de mi amor). Al final de la jornada, exhausto, me voy hacia la casa. Toda música que me voy encontrando en el camino tiene algo que ver contigo, con tus ojos, con tu cuerpo, con esa risa que utilizas para burlarte de mí. Finalmente llego y no estas, así que decido prepararte una sorpresa. Ya es tarde pero no debes de tardar. Con esmero e ilusión recojo el lugar, arreglo la mesa y cocino algo por encima de mis capacidades. Llevaba todo el día esperando a que cruzaras esa puerta. Tu alegría interna crece hasta convertirse en un disimulado conato de sonrisa en la orilla de tu boca, no quieres que me de cuenta que te gusta tanto como a mí. Entre besos, bocados y algo de vino alcanzamos a platicar un poco de nuestro día; pero antes de que se terminen los platos ya estamos en otra cosa. Recargado en la cama, mientras te tengo sobre de mí con suficiente piel expuesta como para volverme loco pero con suficiente piel cubierta de algodón negro como para desquiciarme; me tomas del cuello, te acercas a mi oreja y como si fuera la primera vez me dices…
Me levanto, algo atolondrado y con ciertas lagunas mentales respecto a lo que sucedió anoche. Estas tu a mi lado, tan sencillamente bella en esas pijamas color plátano y brillando de ternura sólo por tener los ojos cerrados. Me meto a bañar y me sorprendes bajo el agua. Alcanzo a besar esa gota que se aferraba a la punta de tu nariz. Nos vamos a desayunar a ese cafecito que tanto te gusta. Nos despedimos en plena esquina, escondidos del sol y por tanto tiempo que la acera ya nos entiende como esculturas invasoras de su espacio. Siento que he hemos hecho esto tantas veces pero sin embargo mantiene cierto encanto. Me voy al trabajo. Me pasan una llamada del jefe, el Ing. R, el susto se sublima en placer cuando veo que no es la voz con estragos de café y cigarro la que me habla sino un susurro cachondo que le da celos al teléfono. Después todo transcurre tan rápido afortunadamente y otra vez estoy libre, ávido de verte.
Alcanzo a golpear el despertador, hay ligero dolor de cabeza pero se esfuma cuando veo la nota que dejaste a mi lado. De nuevo tarde rumbo al trabajo, me apuro y me arreglo un poco más de lo normal. Hoy quedamos de salir con Enrique y Tania, mejores amigos y cómplices de ser hoy ‘nosotros’. Llego al trabajo. La secretaria del Ing. R, Maricarmen, me dice que irradio amor, le respondo: “¡pues cómo no!”, reímos y me voy a mi cubículo donde la aburrición de siempre ya esta instalada en el teclado. Para colmo hoy nos tuvimos que quedar un par de horas extras. Lo peor viene cuando me llamas para informarme que se canceló la cena con Enrique y Tania, pero (y ya lo decía mi abuelita desde hace muchos años, no hay mal que por bien no venga) que me esperas en cama con una sorpresa. Apenas logro escapar me voy corriendo a casa. Cuando llego todo esta en silencio. Me asomo al cuarto y te encuentro soltando leves ronquidos infantiles que, sea dicha la verdad, disfruto y muchísimo. Coopero con el silencio mientras me quito el traje y apago las velas. Me acuesto atrás de ti y beso tu nuca. Escucho tu sonrisa y mientras pones tu mano en mi pierna me confiesas lo evidente: “Me ganó el sueño”. Río un poco, vuelvo a besar tu nuca y alcanzo a acariciar con un par de dedos tu piel por unos minutos hasta…
Me levanto, me tardo en reconocer donde estoy. Escucho un par de ronquidos y volteo hacia mi brazo aprisionado. Estas tu a mi lado, tan sencillamente bella en esas pijamas color plátano y brillando de ternura sólo por tener los ojos cerrados. Me meto a bañar y me sorprendes bajo el agua. Noto que, entre todo tu encanto hidráulico, tienes una gota de agua que se aferra a tu nariz pero antes de que alcance a besarla se escurre. Nos vamos a desayunar a ese cafecito que me gusta. Nos despedimos en plena esquina, escondidos del sol y por tanto tiempo que la acera y los perros vagabundos ya nos entienden como esculturas invasoras de su espacio. Siento que he hemos hecho esto tantas veces. Me voy al trabajo, todo transcurre tan rápido afortunadamente y otra vez estoy libre, ávido de verte. Llego a la casa pero me sorprende verte frente a la televisión llorando. La película logró te hizo sentir insegura respecto a lo que somos, me pides que nunca te deje. Te envuelvo en mis brazos y te afirmo que nunca lo voy a hacer, que eres la mujer de mis sueños y que cada día te amo más.
Abro los ojos, el ruido de la calle es atroz. Es sábado y la gente aprovecha para deshacerse de toda le energía que no ocupó en la semana. Te abrazo y trato de volver a dormir pero el esfuerzo es inútil, sólo por unos instantes lo logro. Igual y fue más tiempo del que creía porque ya no estas ahí. Mientras desayuno un plato de cereal prendo la tele, esta la película que te hizo llorar. La dejo puesta supuestamente en lo que termino de desayunar, pero me absorbe y me quedo intrigado en porqué te hizo sentir así. Durante los comerciales suena el teléfono. Lo contesto y es Enrique, me invita a ver el partido a su casa. Me platica que ayer Tania te vio en la comida y le platicaste que te casas. Yo me quedo callado, no sé que responder. Enrique me dice que era de esperarse, que con tantos años de relación con el novio ese gringo pudiente no había de otra. Que le das hueva me platica. Yo respondo con monosílabas a todo esto: ‘si’, ‘no’, ‘ah’, etc. Al final acabo por decirle que no puedo ir a ver el partido. No le digo que es porque quedé contigo para ir a comer.
Supongo que con lo de la boda nadie se puede enterar de esto.