martes, 31 de julio de 2012

Recolecta

Atropellaron a mi perra. Ocho metros de vísceras son prueba suficiente. El impulso de tristeza se vio opacado por el cóctel de náusea y adrenalina. Llevo quince minutos caminando como ezquizofrénico a la orilla de la carretera. La recta blanca entre mi lado de arcilla y la parrilla negra que termina de cocinar el cadáver actúa como muralla. Me checo las bolsas del pantalón, cómo si ahí fuera a encontrar algo para recoger el saldo de Alicia. Los tráilers, las camionetas, los coches y las motos; todos siguen cumpliendo el protocolo de ir nivelando el camino. Es la ley de la jungla en el infierno de asfalto. Al otro lado de la autopista, pasada la malla de calor que deforma los arbustos hay un clan de zopilotes esperando. Al parecer el único que no está en balance con el ecosistema transportuario soy yo. Recojo la mochila y saco una espiga. Trato de atinarle a la franja que todavía conserva algo de melena. Ni cerca. Es hora de seguir el viaje.

vavacaciones

Lo empecé a odiar después que el resto; pero por lo mismo mi rencor se tornó imparable. Los ruiditos a cada momento, su hipócrita fragilidad de estómago, su sonrisita al hablar con los demás (o peor aún, cuando no sacaba la sonrisita); ya todo era un pretexto para imaginar maneras de desfigurarle la cara. Poco me importaba que fuera mayor que yo. Según el momento del día y lo que tuviera a la mano ideaba maneras de hacerle daño, de humillarlo, de mandarlo de vuelta por el hoyo del cual llego arrastrándose.
Es impresionante lo rápido que se acomodan. El primer día te imploran clemencia con la mirada y dos semanas después no te toman en cuenta ni para las gracias. Lo único que nos quedaba era criticarlo y airear el odio por las noches. Mientras el ojete dormía.
No voy a estudiar. No voy a tener dinero. Nací a cuatro cuadras de ésta estufa (la misma que uso para su merienda) y si muero lejos, no llego a que termine la loma.
Así que cobrarle las suyas y de paso todas las mías al papanatas aquel es pura complacencia. ¿Quien me va a juzgar si fui yo quien lo defendí tanto al inicio? Los lastres sólo sobreviven en la ciudad y atestados de dinero.
Éste no tiene nada.
O más bien no tenía.
Por supuesto que ése tipo ya fue. Después de semana y media de calcular si era más ameno apuñarlo, dispararle, envenenarlo, quemarlo, estrangularlo o apalearlo una noche llegue al cuarto con el ablandador de carne y me encontré a todos alrededor de su cama. Cuchicheaban que se había infartado. Claro que no. Alguien me lo ganó y con una pusilánime almohada. Regresé a la cocina y devolví el utensilio a su cajón. Me puse a menear la pasta; que si no la sopa no sale a tiempo y nos perdemos la propina.

lunes, 23 de julio de 2012

evocaos

Ésa parte de mi yo, que aún venera a tu tú.

low-ranking creatures

After the storm, everyone was dying.
The matter was that for some of us, it was taking longer.

miércoles, 18 de julio de 2012

Vomitares

Las lentejuelas tintineaban a la luz de la refinada taberna. Los brillitos centelleantes eran un sutil guiño para todo aquel que quisiera asomarse al precipicio que fundía en negros aquel escote. La promesa de una rendición total al término de la cena fue la chispa a una larga mecha de quimeras eróticas.
El paraíso afrodisíaco es infinito.
Y el precio de tantear sus rincones más ocultos es alto. Cada trago se convirtió en una nueva diapositiva fantástica, única y excitante. El sismo abdominal evidenció el álgido suplicio que punzaba en el epicentro testicular.
Para cuando pidieron la cuenta, una sensación de amargo asco era lo único que florecía al percibir las laminillas plateadas danzando sobre los categóricos pechos.

viernes, 13 de julio de 2012

Mutis 58

Y me fui escondiendo. Me escogieron las piedras. La corteza se hizo hogar y las moscas empezaron a ignorarme. El viento de hoy, que amenaza... abraza... y cura las heridas con un poco de muerte ronda mis rumbos. Sin oídos se escucha, porque se siente de adentro. De lado la vista se escurre. Los latidos se deslizan al cero. Mutis. Naciste de mí y tu existencia es privación. La lejana sonrisa que hace paz con la melancolía en este bosque de fábula es la que me acerca a mi sombra y me expulsa del cuento.

martes, 3 de julio de 2012

Carroñero

No recuerdo cuando
la voluntad se fue de mí
Mi propio preso
Moscas, flemas
y pálida repulsión
Me mastica el tiempo
La indiferencia que
siento hacia ti
un abismo entre cuerpos
un abismo que cercena las venas de la creación
Desde aquí lo huelo
Odio color ámbar y sabor a llaga
Apetito carroñero

lunes, 2 de julio de 2012

¿El -pen-último Caudillo?

Las espuelas retumban. Tiran de la cama a cualquiera. Aún así, al salir en bata o camisón a la calle con pelos de preocupación, nadie alcanza a ver al vaquero gigante. "¿Cómo será posible?" Si el sonajeo de las botas agrede al tímpano. Nadie lo ve. Sólo se siente su sombra. El sol sigue donde siempre ha estado por milenios; pero el frío que se siente hace creer que permanecerá una larga temporada detrás del sombrero.
Existe el sol.
Existe el vaquero.
Pero ninguno es visto.
Las caras de confusión se ven a través de la calle. Es la primera vez en mucho tiempo que los vecinos son vecinos. Se ven a los ojos. Se preguntan con las cejas. Enmudecen con todo y alma.
"Nosotros sí nos vemos." Piensan.
Entre los rotundos pasos del recién arribado caudillo, se escuchan los tragos de ácida saliva, pues el malestar arranca siempre desde la tripa.
"Aunque quizás seamos justo nosotros los que no existimos." Dudan.