Habemos quienes, invariablemente, estamos en la búsqueda del hilo negro de las cosas. Siempre a la expectativa de una idea que nos lleve a poder predicar las grandes verdades de la vida. La historia, en sus miles de años de existencia, nos ha privilegiado con iluminados que aparecen esporádicamente para darnos pizcas de grandeza.
El problema es que no cualquiera tiene la capacidad para atinar en una idea colectiva que todos se identifiquen. Así que, los que nos creemos capaces de encontrar ese aspecto que cualquiera sabe pero ninguno se ha enterado, normalmente sólo damos con una frase tan impresionante como errante.
Políticos, escritores, oradores, líderes espirituales, artistas; son numerosos los oficios que se prestan para este gremio de falsos profetas. Siempre estan soltando estas "grandes verdades" que buscan apantallar con su coherencia e ingenio y a al final sólo son teorías plagadas de huecos sustanciales. La magnitud de "las grandes verdades" sólo las hace más propensas a ser un queso gruyere semántico donde uno puede ver a kilómetros donde flaquea lo supuestamente establecido.
Ahora bien, las verdades que son mínusculas, efímeras y sobre todo concisas, se vuelven a prueba de balas. El comentario al "chaz-chaz" que esta dirigido a una unidad irrepetible de tiempo, espacio y/o acción pasa tan rápido y con tanta fuerza que es imparable. Los nefastos que siempre buscan desinflar las grandes teorías no pueden competir con la guerrilla de las mini-verdades.
Por eso es que hay que ser menos verborréicos y tener los huevos de saber cuando parar. Como siempre, Maquiavelo tiene algo que ver con todo y les aseguro que con un arsenal de verdades ínfimas lograremos ser más proféticos y sabios que cualquier gran genio de las vastas verdades.
"Ruby Tuesday es una perfecta canción para morir."
"Lo fálico pasó de moda hace ya rato."
"Podría acostumbrarme al olor de la mierda."
"Caminar por la calle con sol es un sentimiento inmejorable."
"Dudar de mis ideas es lo que me hace sentir seguro."
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