viernes, 1 de mayo de 2009

5COLORES



El primer instante es un hombre viendo las olas reventar en el desfiladero de rocas. La gran mayoría de los colores presentes son tonalidades del azul. Parece estar hablando consigo mismo o murmurando alguna canción significativa, pero no se alcanza a distinguir porque su bufanda le cubre la boca. La mirada es solitaria y arisca, pero de alguna manera en conjunto con todo el sujeto tiene un aire enternecedor. Han pasado un par de horas, pero él, como estaca no se ha movido a pesar del clima que busca amedrentarlo.

Un libro en proceso de mutar a cenizas. Infinidad de artículos a su alrededor alimentan el fuego devorador; pero con el libro presente, la escena se vuelve más dolorosa. Poco a poco sus páginas gastadas y amarillentas vibran más, enmarcadas con un filo intensamente naranja que se cuelga del negro a su alrededor para resaltar más. Nadie llega al rescate y el libro acepta ser consumido por las llamas.
Todas esas franjas de cálidas tonalidades se han reducido a grises y negros que al pasar la brisa vuelan hacia un nuevo destino.

De manera practicamente imperceptible se mueve un brazo debajo de una almohada. Entre las sábanas y la piel lo único que resalta son esporádicos lunares que discretamente pintan la escena. El pelo negro le cubre el rostro pero el vibrar de los hombros delata que hay alguien riendo allá abajo. El impertérrito silencio evidencia que las emociones hoy cubren más espacio de lo normal.

Siguendo los zurcos que zigzaguean en la abrupta raíz de un árbol. La pradera respira y se acomoda con ayuda del viento para seguir disfrutando del nostálgico sol de atardecer. Sorprende un poco que lo que se escucha es estática envolviendo una canción. Todo viene del dañado radio que descansa en una rama del árbol. Es un hecho que hay una canción al fondo, pero la presencia tan fuerte de la estática hace imposible tararear la melodía. Lo más sorprendente de todo es que juntos: el paisaje, mezclado con el complejo ruido, ofrecen cierto encanto.

No se alcanza a apreciar sombra alguna. A miles de metros de la superficie, el cuerpo de agua que habita al fondo del mar sólo existe en ese instante, lejos del alcance de recuerdo alguno. Poco a cambiado en los últimos miles de años. De pronto amorfos entes de agua se incorporan al volumen para permanecer ahí la próxima eternidad. Eras van y vienen pero poco importa aquí, en la vida ajena a la vida.

1 comentario:

FraGo dijo...

Que paso mi buen! Porque nunca me habias dicho de tu blog. Idílico lugar para estallar los colores de tu inspiración.

Son tuyas todas las palabras?

Besos en las manos...

FraGo