
Caí. Floté. Torcí. Me acerqué. Me desperté sin haber dormido. Naufragué en una isla de papiro y corrí a través de ella más rápido de lo que mis piernas eran capaces. Me di cuenta de lo frágil que podía rasgarse el piso y lo fácil que resultaba recorrerlo al mismo tiempo. Algo llamó mi atención: un mosquito. Me frené a analizarlo.
Un manotazo me regresó al árbol en el que reposaba. Yo mismo me había golpeado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario