lunes, 13 de enero de 2014

El Viento y la Yunta


La que no te atreviste a adorar, diosa nebulosa que mantuviste a distancia; se salió de tí por la noche. Te dejó cautivo en la mundana armonía.

Te atormentan las tardes que perezosamente te alejan del día. Para ella, en carbón incrustados sus ojos, da igual si la oscuridad es entrada o salida.

A perder se aprende perdiendo; a ganar arriesgando. Si carece misterio se desmorona ante la violenta intemperancia.

La que nunca durmió ahora viste pijama. Despeinada te azota, su cáscara angelical ya muy tarde te avisa que no era impenetrable, más bien se forjó en el lento fuego de tu indecisa desconfianza.

Ya mañana querrás que tus sueños te dejen pretender lo que tus güevos te han robado.

No hay comentarios: