lunes, 29 de febrero de 2016

iha


Todos bailábamos alrededor de la rabia incandescente, noche tras noche. El amanecer eran líquidos abrazos de redención o torpes peleas de violenta frustración. El sol subía la temperatura de las pesadillas y la resaca era hambre de oscuridad; fogonazos de sabotaje que cada quien se automedicaba.
Llegaste en un aniversario olvidado. Preparamos una ceremonia bajo la luz de la luna. No fue fácil. Exigiste más. Fuimos obligados a esperarte y se nos hizo de día. Aquel inquisitivo lunar consumió el bochorno que dejaba calcinadas marcas en el techo. Exhaustos, por primera vez dormimos durante el frío y los sueños se refrescaron.
Ahora contigo, las sombras se instruyen en la paciencia que jamás nos tuvieron los padres universales.

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