Voy caminando, entre calles no siempre avanzando, pero siempre pensando. Pensando lo que todos y a ratos algo más. Me trato de convencer de que las palabras y los actos tendrían que ir acorde a los pensamientos. Esas ideas deberían de brotar de los sentimientos. Luego siento que no debo pero igual lo hago. No esta bien. No esta mal. Es un sistema perfectamente pensado para fallar, y de ahí nace la belleza. De empatar todo y obtener instantes de congruencia entre todo lo que somos y lo que esta alrededor.
Ahora voy por otra calle, en coche. Aislado de todos y todo incómodo entre todos estos sentimientos que recientemente escogen la misma ruta que yo. Ni el aire puede fluir aquí. Empujar la manecilla no tiene sentido alguno porque nuestra cabeza se apoya en el tiempo para explicarnos la situación (de mierda). Primero va uno, luego va lo que uno quiere, luego va el otro que uno quiere, luego los otros y al final las pláticas que se cumplen la función de paja.
Hoy entre la paja apareció "tal vez", uno de los peores descubrimientos humanos. Porque tal vez no pase nada, pero en el inter esperas... esperas... esperas que tal vez en todo esto no salgamos los presentes perdiendo y que lo que parece madurez y razón tal vez no es más que pendejez capeada en auto-mentiras. Las palabras que son la paja en la que nos recostamos durante cafecitos, pausas y comidas a veces nos golpean con elementos como "tal vez".
Agujas en un pajar que nadie encuentra intencionalmente, sino hasta que la sangre nos enseña donde estaban escondidas.
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