martes, 29 de septiembre de 2009

Alas de Fénix



Todos los que jugamos a narrar nuestro pensar o sentir lo hacemos con la firme intención de poder generar el texto más agresivo jamás escrito. Por agresivo me refiero a que entre más podamos afectar a nuestro lector, tanto en calidad cómo en las formas de trastocar el razonamiento del otro.
Lo paradoja viene a ser que mientras más lectores se vean involucrados en nuestro merodear filosófico, el contacto será más superficial. Por eso muchos optamos por dirigir nuestra pluma como resortera y tirar a matar; pero únicamente una persona por pedrada.
Y aún así el éxito no esta garantizado. Porque cada vez más las personas adecuamos nuestro entorno a lo que nos conviene. Salud mental la llaman varios de los que viven en este pueblo. La salud mental no es más que bloquear lo que no nos interesa o nos afecta negativamente. ¿Cuántos no conoces que crean una pantalla a su alrededor con el fin de proyectar felicidad para ellos mismos?
Otros en cambio, la rasgan. Aún a sabiendas que ver más allá de lo que está permitido lastima, y lastima para siempre. ¿Por qué habemos quienes exprimimos la efímera felicidad justo de la lascerante realidad? Somos troncos de madera desperdigados por la playa. Constamos de una vista mucho más bella y en constante movimiento, el precio a pagar son las partículas de arena que el viento nos avienta para recordarnos que tarde o temprano, todos habremos de erosionarnos a cero.
Yo quiero escribir lo más agresivamente hermoso que jamás alguien haya escrito. Pero lo quiero crear para tí. Sin importar por cuantas manos pase esto, yo sólo anhelo poder cavar en tu mirada con mi voz.
Palabra a palabra, pasando por tus ojos hasta llegar a tu corazón.
Palada a palada sacando lágrimas de felicidad hasta que te des cuenta que si no estamos para siempre, al menos este amor nació libre e inmortal para vernos caer juntos.

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