jueves, 5 de noviembre de 2009

untitled no one


Hay veces que para estar bien, hay que estar jodido.
Y no es depresivo, sino que hay estados mentales o emocionales que se entienden mejor en la noche, solos.
Las máscaras del teatro abarcan todo el espectro desde la sonrisa hasta el llanto, pero nunca contemplaron la mirada que las observa. Sin gesto o con una mueca gris que resulta imposible de traducir; lo que rasga la angustia y no pretende el alivio es la mirada.
Muchas veces nos agarra y no nos deja ir, por horas, a veces por meses. Y cuando alguna persona cercana nota la distancia pretende reducirla inquiriendo qué nos sucede.
Pero a este sentimiento no se llega por preguntas, porque más bien es algo que nos pesca por atrás. Cómo nunca lo vemos es que sí se proyecta en el cielo un negro que retrata la soledad, un gris de amanecer entumecedor o en el mar un azul de desesperanza asumida, igual siempre combina con nosotros.
No queremos estar así, pero lo aceptamos como parte de lo que somos.
No buscamos la salida a un sentimiento que no tiene puertas.
No se profundiza más porque la alienación de nosotros mismos es finita, una vez que no estamos en nuestro eje sino orbitando fuera de nosotros mismos no hay más a donde ir.

Por eso uno espera a que pase. Aún sabiendo que es algo que nos transita por encima. Aún sabiendo que desde este estado sólo el azar te puede llevar hacia adelante.
Sólo queda endurecer la mirada al mismo tiempo que se esboza una media sonrisa y dejamos de cuestionar para poder comprender que hay veces que para estar bien, se necesita estar jodido.


Cada que me miras siento como me derriban las ganas de llegar a ser testigo de la felicidad que te mereces.

No hay comentarios: