viernes, 7 de octubre de 2011

El Primer Vaho


La historia de Young-Il. Que nunca dijo: ¿porqué yo? Ni hizo planes para mañana. El niño que vivió miles de infancias, antes de pensarse adulto. Que no mató a nadie comparando para no estorbarse a sí mismo.

Young-Il. Que te miraba a los ojos y la escarcha mental se te iba. Que sus palabras no traían ruido, sino exfoliaban tus ideas. No importa a donde fuera, su iniciativa nunca resbaló en problemas. Su mirada tan punzante hacía que uno no supiera cuantos años tenía, pero con Young-Il esas cosas perdían importancia rápidamente. Jamás lo escuché dar preferencias, más bien a todo le regalaba un lugar y un derecho a existencia.

Young-Il que me visitaba en los sueños, que me dibujaba recuerdos hermosos y enterraba mis absurdos secretos en la arena. Me enseñaba los tesoros que había atrás de los espejos, a escuchar los destellos y a no ahuyentar las mariposas. Con el fui leopardo, exhalé rocío y aprendí que yo soy del tiempo y que hay que esperar nuestro turno; que a veces toca sonreír y a veces ser sonreídos por los otros como nosotros.

¿A dónde fue Young-Il? No sé si fue real, si fui yo o un juego de sombras que nos hace la naturaleza. Pero ahora que soy viejo lo extraño, y espero a que venga conmigo; para enseñarme a decir adiós y volver a emprender mi camino.

No hay comentarios: