domingo, 16 de octubre de 2011

Mañana es tampoco porque hoy NO es.

Las palabras. Las palabras que nos hacen daño. El daño que no reconocemos válido. La delgada línea entre lo abismal y lo ridículo. Tus ideas que pesan. Pesan sobre nosotros. Y los que rezan para salvar lo que ni siquiera les pertenece.

Somos. Somos todos y somos ninguno. Tu me lees y yo no existo. Que donde cabe uno ya hay muchos. Lo que nos estorba no es el de a lado, es el esfuerzo extra que hacemos por no cooperar. Y la salud es lo primero, pero los pendejos que se vayan hasta atrás.

Las que cortan. Cortan el pan, el pelo, tu jardín y la manga. De verte crecer. De ver como te esparces pensando que es tuyo. Asumiendo que porque el perro baila entonces es que hay dinero. Que con plata se arreglan los problemas. Pero no se arreglan. Se parchan. Y dónde no paramos el ojo, se junta la mugre. La mugre creciente que ya pronto no habrá parche con cual frenar.

Tu cabeza. Arrítmico tormento. Dulce martirio. La única responsable y la primera en salvar el pellejo. Por debajo de tu sobrante estamos todos nosotros. Tras tu cascajo mental que tan pequeño te hace. Te carcome con dudas y marchita tu meada. Meas donde no duermes que te meas en los sueños de otros. Y los días que pasan acaban por convertirse en noches donde los muertos culpan al paso de los años al paso de las meadas para zafarse de todo lo que no hicieron. De todo lo que NO nos hicieron. Si no se trata de lo que hiciste bien o mal me digo. Se trata de lo que NO hiciste.

Lo que NO hiciste: las promesas que NO cumpliste, las horas que NO despertaste, el legado que NO diste, los hogares que NO construiste, los muros que NO derribaste, las ideas que NO te atreviste, las palabras que NO gritaste.

Las palabras somos las que cortan tu cabeza
cuando las cabezas que cortan tus palabras se descalabran a palizas.

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