lunes, 3 de octubre de 2011

Tony


Hoy me voy contento a dormir porque hoy aprendí/olvidé algo muy importante.
Algo que yo sabía desde que era pequeño...

Fue cuando me llevaron a la costa a conocer a mi abuela.
La alegría inundaba el cuarto.
Mi abuela, viendo la inquietud en mis ojos me dijo:
"Pero ¿porqué me muestras tu alegría tan quietecito? Muévete chico que bailar es sonreír con el cuerpo."
Sin pedir permiso me tomó de las manos y me subió con ella a bailar sobre las notas de un viejo tocadiscos.

Yo bailaba con mi hermana; de noche y de día.
Le zapateaba en la escuela o en la panadería.
Bailaba como si fuera Elvis, el puro rocanrol;
bailaba los domingos, cuando la tele cantaba un gol.
Bailaba antes de dormir, en pantuflas y pijama;
sintiendo el ritmo a cada paso, mientras me iba a la cama.

Con un ritmo constante, me crecieron los brazos y piernas.
Al mismo tiempo que estudiaba nuevas materias en la escuela...

Aprendí que en la biblioteca no se debe bailar;
Que si lo haces en la enfermería, te mandan a sentar.
La maestra gruñía: "no bailes en clase, no bailes en las escaleras,
no bailes que esta mojado el piso, te quedas quieto y te esperas."
Aprendí que los vaqueros nunca bailan en las películas,
Y que los niños mayores ven el baile como una cosa ridícula.

Poco a poco bajé los brazos, bajé mi mirada al piso y dejé mis piernas quietas. Al paso de un tiempo, ya sólo servían para correr cuando mi Mamá tiene prisa o para caminar mientras pateo piedras.

Caminé y caminé.
Llevando las manos en mis bolsillos, para exprimir mi coraje y seguir silbando.
Silbaba una tonada amigable para acompañar a mis pies que sin rumbo zapateaban.

Cuando de pronto mis pies se quedaron mudos y mi boca se congeló incrédula...

Había llegado a una plaza donde la música se encogía y se expandía al ritmo de cientos de niños mulatos que ponían en libertad a sus hombros y caderas. Brincando al compás para elevar su goce y aplaudiendo con las palmas para celebrar cada instante de ese baile.
Ese gran baile que convertía al de a lado en amigo, cuando los pasos azarosos&sabrosos te ponían frente a frente con otro cuerpo que se reía a carcajadas con el tuyo.
Bailando me fui metiendo hasta el corazón de la danza, para luego subir la vista y compartir la música con las estrellas; que guiño a guiño me hacían saber lo que dentro de mí ya existía:
'Que para bailar no se piensa, sino se vive; y que se vive para bailar: con nuestros amigos, los de hoy y los de mañana.
Y que aprender también es olvidar, más cuando se trata de borrar nuestros miedos y empezar de nuevo: libres y frescos.'

Así que hoy me voy a dormir muy contento...
porque me voy a la cama, pero me voy bailando.

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