miércoles, 30 de noviembre de 2011

Hematoma




La piel te mastico. Muerdo hasta que se escucha. A rodillazos tus huesos. Pulverizo tu dolor y lo emplasto al mío. Puñetazos sin puntería que atinan donde más quiero: donde nos jode. Tus costillas. Mis nudillos. Tus pómulos. Mis nudillos. La pared. Mis nudillos. Si desperdicias tu tortura, la devoro en segundos. Quiero golpearte hasta que me muera. Quiero verte un hoyo. Ladrarte una sombra.
Y nunca descansar. Hacer del daño nuestro oxígeno. Para que sepas que a mí no me importa. Si te ahueco. Te perforo. Te mato y te muero. Más leña en los puños. Más calor en los labios. Me quema por dentro. Por eso escupo el fuego. Para que veas que lo que soy es lo que pienso. La vida que no cabe más en mi cerebro, contra la pared la reviento. Y de tí me esculpo algo nuevo. Algo para romper. Que me importe un bledo.
Pero yo aquí estoy solo. Tu hace tiempo que no vienes a pinchar mis recuerdos. Y tal vez el calvario nunca fue de los dos.
Por eso quiero golpearme hasta que te mueras. Para hacer de lo que soy, mi cuerpo. La escultura vomitiva, que sangra por dentro y pa'dentro.

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