martes, 29 de noviembre de 2011

La Última Huella




Las caras que nos significaron. Las que hoy en día nos recuerdan pero ya no pesan. Las que empaparon nuestra infancia que ahora son bruma de nostalgia. Las que no se largan. Sino que educadamente anuncian su partida y sin ruido una noche escapan nuestra posesiva vigilancia.

Les ibas a comentar y ya se fueron.

¿Qué les ibas a comentar?

Si ya saben todo, hasta lo que luego has de aprenderles.

Ahora que son de piedra.
de polvo.
de plata.
de nada.
de todo.

Viejo el que no llora.
Derrotado el que no se emputa.
Un tonto solitario que empuña la espada en las fotos y baja la mirada cuando conversa.

Guerras por correspondencia y sombras de gigantes nos maleducan. Nos apapachan cuando el filo sólo apunta y avanza. Apunta y avanza. A veces hacia nosotros. A veces hacia los que nos hicieron. Pero nunca deja de oler la sangre. La misma que nos une es la que marca la raya entre ambos bandos.

Los que saben ya todo. Los que ven el secreto. Los que bailan, asienten y te juzgan con la mirada.

Y yo, que blandiendo letras me pregunto y me respondo porque soy tonto; veo tu cara. Que significa y que pesa. Que me baña en humildad.

Y que sigilosamente me anuncia. Que sabes todo. Que eres la línea carmín que dibuja la última huella que marca el camino a casa.

Mi espada se acobarda, se vuelve paranoica por la noche. Y mientras ensancha su valor para comentarte, en silencio espera que no le des ni tregua, ni chance.

No hay comentarios: