lunes, 20 de agosto de 2012

Nariz de Oso

Un segundo y prende fuego a una garganta colmada de pólvora. Un segundo donde ni un árbol se cae. Ni un pájaro vuela. Un segundo que si existe es entre dos instantes de una misma manecilla. No dura lo suficiente como para salir de aquí, ni como para que sentir el peso de una decisión mal planeada.
Un segundo no es tiempo. Un segundo es un boceto del flujo eterno. Todo es igual en ese chispazo de historia. Nace y muere como una fotografía del momento.
Nadie percibe las llamas del proyectil. El sonido impuntual llega como mensajero pretérito. El estruendo te reclama y el oso está caído. El pelaje inerte, anacrónico; como un recuerdo de que los motivos son el motor para las promesas de lo podrido.
El humo de la herida compensa el instante robado. El que nadie vio y sin llegar ya se había ido.

No hay comentarios: