viernes, 23 de noviembre de 2012

غزة‎ Ġazzah

Un capullo, un niño pateando casquillos, un gato que asoma la mirada desde la sombra de un callejón...
El sol calienta a todos, pero no en cualquier lado se abrasa uno.
Desde el camión una señora ve la escena con enfado, no tiene idea que el pobre hombre perdió a sus hijos apenas la semana pasada.
Rashid, con esa barba cana que pincha su oscura piel, desviste a un maniquí en plena avenida. Regaña a su novato asistente y le pide que lo ayude. Limpia la ceniza en el busto del maniquí. La tienda se mantiene abierta a pesar de su condición.
Los ojos cristalinos, elegantes y prismáticos alcanzan a ver en reversa la creación de su aldea.
Las miradas se transladan en búsqueda desesperada de realidad, una que gobierne y anule ésta existencia.
Lo que es un paseo cualquiera en otra ciudad del globo, aquí es un funeral.
La acción prohíbida no es morir, sino llorar.

No hay comentarios: