jueves, 30 de abril de 2015

Piscis y Salvavidas


No voy a revelar su nombre porque este personaje le pertenece a otra historia. Tampoco voy a confirmar los hechos por respeto a la fantasía. Sin embargo, aquella morena existió.
Es una mujer mítica, que emergió de la vida fácil más difícil y acabó sonriente, como pescadora. Perdió la dentadura hace ya muchos años. Aún así su sonrisa con dientes falsos está abarrotada de sinceridad.
Tiene cuatro hijos, nadie sabe de qué padres pero la madre queda clara, contundente.
Dios, el dios de todos, la hizo única, pero ella se hizo maravillosa; con la ayuda de los años que fue sobreviviendo, sobrellevando, guisandose con derroche de deleite y dolor.
Todos vamos de salida, mirando de reojo al lugar de llegada, con la absurda esperanza de que nos manden de regreso al punto inicial. No hay reingreso. Con tantos detrás, no hay forma de dar un paso atrás.
Sin embargo los hay quienes, pasado el umbral, se ensanchan en fábulas y memorias.
Y lo mejor no es ser de aquellos -que rara vez están conscientes de su estela- lo mejor es, en un día cualquiera, verlos radiar.

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