sábado, 18 de abril de 2015

tasca


No era lo que muchos pensaban.

Ni siquiera era lo que todos ignoraban.

Era un fragmento: nítido en su ambigüedad, dicotómico en sus intenciones y sus armas eran las sospechas infundidadas que le apuntaban. De ellas se aprehendía como lianas para avanzar sin tocar lo definitivo, pero con rumbo finito hacía una gloria [-que si bien su luz no era trazable en una línea recta, al voltear a la oscuridad quedaba claro donde sí y dónde no- existía tal fulgor].

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