jueves, 21 de enero de 2016

Gladius


Hay un grafitero en el callejón a la vuelta de la casa. Siempre trabaja solo y de noche. Suelo encontrármelo en mis patéticos intentos por correr y llevar una vida más sana. Corro a deshoras por culpa del insomnio. Además sospecho que es el único horario en la que podría salir a la calle con ese terrible pedazo de barriga colgando por encima del cordón del short. Sólo mi esposa sabe que a veces salgo a mal trotar un par de cuadras en el limbo entre la noche y la madrugada.
Al principio, el grafitero (no sé cómo se llama, firma todo con un garabato que parece decir X750, quién sabe qué pretende que pronunciemos los peatones al verlo) se escondía de mí. Hace retratos hiperrealistas impresionantes; sin embargo, no sé qué tan bueno sea escondiéndose de la policía si no escucha cuando un rinoceronte con las agujetas mal amarradas se tropieza por la banqueta hacia él. Ahora ya no se esconde. Sabe que soy un tipo inofensivo (y tiene razón, soy un tipo tranquilo e ingenuo, algo que no entiendo porqué me genera vergüenza).
Llevaba toda la semana sin dormir. Así que ayer me puse mi desastroso 'outfit'; que para joder más las cosas, como mucha otra ropa deportiva, tiene tintes neón y entonces uno acaba disfrazado de cuadrúpedo galáctico. Bajé a la calle, haciendo el mucho o poco ruido que siempre hago y empecé mi recorrido.
Parecía que de nuevo, no escuchaba mis densas zancadas (corro con la agilidad que un nadador olímpico tendría al nadar en una alberca de miel de maple). Quizás es sordo el tipo. Quizás por eso se refugió en la pintura, pensé. Luego me reprimí tal idea asumiendo que esa es la típica pendejada que un ingeniero cuadrado como yo genera al instante de no entender una variable en cualquier ocasión.
De cualquier modo, lo extraño en esta ocasión fue que un niño, de no más de trece años, lo asistía. Le pasaba latas de aerosol y ordenaba cajas mientras él hacía largos trazos en el muro. Ya había escrito frases antes. Siempre he querido felicitarlo por la vez que citó a Gavin Rossdale; pero presiento que para él sería más un pésame que el obeso en vela lo elogiara. Ahora la frase no era una cita famosa. Tampoco sé si él concibió tal dicho. "Un niño que no tiene miedo de entender lo que ya sabe, es un niño al que no hay que temer." Pasé corriendo detrás de ambos. Los dos me ignoraron por completo. Tal vez los dos son sordos y tal vez por eso son colegas. Sospecho que es el niño el que concibió el enunciado. Me pareció que el grafitero, en una modalidad más mecánica, trabajaba para el chamaco. Y qué bien por los dos.
Concuerdo.
La verdad no me acuerdo que sabía que ya no recuerdo de mi infancia, tal vez correr de día es una de esas cosas.

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