viernes, 6 de enero de 2012

el cumpleaños de la cicatriz de oro

El cumpleaños de la cicatriz de oro; es hoy, siempre es hoy.
Cuanto orgullo, cuanta soledad, cuanta resignación y cuanto provecho, todo cabe en tí, en mí y en la costura desgarrada que nos une y nos desangra. Con la boca cerrada, los labios apretados para no dejar a la fuga ningún suspiro que suene a desolación; me pregunto: ¿Cómo soplar las velitas? ¿Cómo cerrarle el paso al fuego? A esas llamas que me definen tanto como me abrasan.
Soy yo y mi cicatriz de oro. Una fiesta de color sombra, con dieciocho minúsculas flamas que relumbran en mi cara la esperanza que no pedí. Se me cae el pelo y se me caen las ganas, pero no la huella. Jamás. El brillo de las comisuras, sigilosas como cienpiés, que navegan por mi cuerpo, se esconden en mi espalda y me rebanan el corazón.
Es hoy y es nunca. Porque ya no quieres que vuelva a empezar a doler, pero anhelas el roce de su filo. El que te pone la vida que ya no pudiste. Por eso las lágrimas, las invisibles, cada noche de aires desconcertados. Las otras, las que cuentan en el marcador, ya no salen tan fácil.
Soy yo y mi cicatriz de oro.
Soy yo la cicatriz de oro.
La que me lleva a tí.
A quien en esta vida yo más extraño.
Y a quien menos.

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