lunes, 16 de enero de 2012

Para Qué


Nadie quiere orden y no hay quien se queje de la repetición. Once.
La mujer apunta al mando, los transexuales quieren imponer el no a la definición y el hombre cede sus migajas milenarias. Diez.
Nacemos más nihilistas que nunca; los viejos se emperran con las ganas de incomodar de sus propios hijos y la nueva camada sabe como echar desmadre pero cuando no, se desgarra cual víctima. Nueve.
La media hora erótica y la vida en porno. Ocho.
Las guerras ya no son variables; aprende a vivir con ellas, en ellas y de ellas. Siete.
Silencio post-traición. Seis.
Congruencia para los aburridos, las drogas matan a todos; pero sólo unos cuantos las montan. Seis. Seis. Siete.
Si no tuviste familia, échales la culpa y si tuviste, también. Cinco.
Nos habremos de dar cuenta en un futuro próximo que hace tiempo que este mundo dejó de valer la pena. Cuatro.
Lo dinámico, lo original, lo inspirado; es reciclado, ogete y pasajero. Tres.
En este mundo de posibilidades hay dos puntos de arranque y el primer paso de uno es la capacidad de darse cuenta, es ese grupo el que no ha sabido resignarse al suicidio colectivo en pro del segundo. Dos.
Me odio, me odio, me odio; ¿porque nadie se une y me odia a mí? Uno.
Cero: redondo y perfecto como el día que dejemos de existir y volvamos a ser desafilados, humildes e inexistentes.

No hay comentarios: