martes, 23 de junio de 2015

6.1


En el asilo, todos se quedaron afuera, viendo al sol. Una cosa es que la vida se te parta a la mitad. Otra muy distinta es cerrar este plano de existencia volando más rápido de lo que puedes caminar.

En un hospital canadiense, una madre atada al suelo mira a su hijo suspendido, colgando de su ombligo, deseando vivir más de lo que le promete un escandaloso techo.

Aferrado a una cornisa, el policía ve morir a cuatro perros ahorcados con sus cadenas. A lo lejos se ve el jardín central siendo perforado por la estrella traicionera. Los canes dejan de pelear, expiran sobre un telón naranja.

En la cúpula de San Antonio, el clérigo intenta liberar a un joven monaguillo que ha sido atrapado por un retablo del siglo XVI. El joven muere lejos de cualquier ventana, admirando al piso.

Un jilgero, aferrado a un pálido roble, llora la muerte de sus crías.

En prisión, donde más han sobrevivido el giro, el caos gobierna. Todos sacuden con furia sus celdas mientras miran por la ventana a otros reos huir al cielo.

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