martes, 9 de junio de 2015
has z
Frío y pálido, escondido detrás de un sillón roído, lo hallaron a los seis días de muerto.
En el cuarto había varios desconocidos viéndolo; una mesa de recuerdos vacía, con libros sin abrir encima.
En la madera, un charco negro, del que se alcanzaba a ver otro mundo más calmo, de peligros austeros.
El dolor de muelas no lo mató, tan sólo le recordó lo poco qué tenía para mantenerse vivo.
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