martes, 19 de mayo de 2015

El hollín de ayer


En este calor, exuberante en su artificiosa potencia y carente de compasión, las visiones aparecen. A lo lejos el paisaje se deforma. Vibra. Rasca lo irreal.
De cerca, en este mundo miope, lo que nos mata, lo que nos degrada, lo que nos unifica, es el humo. Lo inhalan. Lo pisan. Lo cuecen. Lo ilustran. Lo recolectan. Lo esconden. Lo admiran. Lo trabajan. Lo censuran. Lo cubren. Lo filtran. Lo legislan. Lo santifican. Lo adelgazan. Lo analizan. Quien no muere a bocanadas, se ha salvado desde las nubes.
Vivo y vives en este calor. El cual parece no recordar que al frío lo mismo le da brindarle un lugar o arrebatárselo; lo hace de igual forma.
Sobrevivo y desvives en este ahumado sopor. En el que ella me fuma, me esconde, me censura, me pisa, me adelgaza, me trabaja, me santifica y, un día ya mero, me exhala y me fulmina.

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